Al Ritmo de la Química

CAPÍTULO 22. Este chico está completamente loco

Media hora más tarde ya me encontraba cambiada, solo faltaba ponerme los zapatos y corregir los últimos detalles. Sara, por su parte se encontraba en su cuarto de baño terminándose de planchar el pelo, aún le faltaba cambiarse, porque maquillarse fue lo primero que había hecho. 
Después de diez minutos de debatir cual de los dos outfits se iba a poner, finalmente había decidido por un top negro con volados alrededor del pecho y de los hombros y una pollera negra noventera con los botones adelante. 
Me puse los zapatos altos rojos, de los que sinceramente no estaba tan acostumbrada a usar y me dirigí al baño a aplicarme un poco de perfume para así ya poder bajar a ayudar a Simón en lo que faltara, cuando tres golpecitos resonaron, provenientes de la puerta entreabierta.
Salí del baño y me frené en seco cuando vi a la persona que se encontraba parado en la puerta. Sonreí como una tonta y me comencé a acercar hasta él, cuando de pronto algo se enganchó a mis zapatos y perdí el equilibrio, cerré los ojos tratando de amortiguar el golpe pero nunca sentí nada, cuando los abrí me encontraba entre unos grandes brazos que me sujetaban y un rostro estaba frente al mío, el rostro que no me cansaba de ver desde hacía un tiempo. 
— Eso estuvo cerca. — dijo en voz baja, solo para que yo pudiera oír. Mi corazón se aceleró, como pasaba desde el primer día que habíamos cruzado algunas palabras. 
— No puedo, son muy lindos. — dijo una dulce voz proveniente desde el baño. Cameron me ayudó a incorporarme y me alisé el vestido.
— Hola Sara. — dijo él y ella lo saludó desde lejos y volvió a meterse en el baño.
— Gracias. — respondí un poco avergonzada por lo que sucedió.
— Debes mirar mejor donde caminas la próxima. — dijo mirando el piso.
— Si. — admití y me ruboricé.
— Estas hermosa. — dijo mirándome de arriba a abajo y cuando me despisté por unos segundos, me tomó del rostro y me plantó un beso en los labios. Sonreí y él hizo lo mismo.
— Bueno tortolitos, necesito que se vayan porque tengo que cambiarme. — Sara volvió a aparecer por la puerta ya lista, pero con su ropa de andar por casa. Ambos asentimos y salimos al pasillo, bajamos por las escaleras y nos dirigimos a donde provenían tres voces de chicos riéndose.
— Hola. — dije acercándome a la puerta de la cocina.
— Emma! — dijo Nacho y me observó. — Estas bellísima. 
— Gracias Nacho. — me acerqué y lo saludé, también a Lucas, que se encontraba al lado de Simón, quien no dejaba de mirarme con cara de aprobación por lo que había decidido ponerme.
— ¿Ya está todo listo? — le pregunté a Simón y asintió.
— Todo preparado.
— Genial. — sonreí.
Nos quedamos hablando y riendo hasta que Sara apareció con una gran sonrisa y los chicos se enfocaron en ella. 
Estaba hermosísima y llevaba puesto la pulsera de Simón y las argollas que le había regalado. 
Sara decidió que en el tiempo que nos quedaba hasta la hora de la fiesta nos tomásemos fotos y eso hicimos. Simón fue el fotógrafo de Sara, que le sacó millones de fotos hasta que ella estuvo conforme, mientras que yo me quedé en un taburete de la cocina observando todo desde allí, mientras bebía algo que me había preparado Sara que no tenía ni la menor idea de que era, pero me encantaba. 
Mi vida había cambiado muchísimo desde ese día en que mi padre recibió aquella llamada, donde le pedían que cuanto antes debíamos de mudarnos. Había sido una gran sorpresa para mi, toda mi vida estaba allí, en Puerto Madryn, y de un día para el otro las cosas cambiaron completamente. Me separé de mis mejores amigos, conocí increíbles personas y... otras no tanto y por sobre todas las cosas me enamoré, algo que no tenía pensado para nada, yo solo venía a estudiar y obtener buenas calificaciones para la universidad pero el destino me jugó una pasada completamente distinta a la que tenía planeada y las cosas cambiaron. 
Aquí me encontraba, enamorada del chico más hermoso que había visto, ese chico morocho, de 1,80 que había captado mi atención desde el primer día, aunque no quisiera admitirlo hasta ese momento. Día a día sabía que iba a vivir con cierto temor de no ser lo suficientemente buena para él y de que se cansara de mi. Lo que más me preocupaba de todo esto era que no quería salir lastimada si las cosas llegaban a salir mal, pero me temía que eso iba a ser imposible.
— ¿Que anda pasando en esa cabecita, rubia? — Cameron habló haciendo que salga de mis pensamientos y que negara con la cabeza.
— Nada, tranquilo. — dije, no quería que supiera lo que en realidad estaba pensando, sonaría muy patético.
— Yo se que si pasa algo y ya lo descubriré. — respondió aún más cerca del oído, solo para que yo pudiera escuchar. Sonrió, me besó la frente y pasó su brazo por detrás de mi espalda, hasta depositarlo en mi cintura. Algunas descargas eléctricas me hicieron sobresaltar y reacomodarme en el asiento. Ahora que se encontraba más cerca de mí, podía sentir su colonia que inundaba mis sentidos, era deliciosa. 
Cameron fijo su vista en el vaso que sostenía entre mis manos, con su mano libre lo tomó, me quejé y él sonrió.
— Deja de tomar, sino terminarás en el piso como hace un rato y yo tal vez no esté para atajarte. — dijo mientras se llevaba mi bebida a sus dulces labios. 
— Estoy bien, no estoy borracha. — admití, aunque no sabía si eso era verdad, creo que este era mi segundo o... tercer vaso?, no lo recordaba. 
— Esta bien, como digas. — rio. 
— Em! ven a sacarte unas fotos conmigo, no pueden desperdiciar ese outfit. — Sara comenzó a llamarme y negué con la cabeza. — Por favorrr. — dijo mientras se acercaba y me tomaba de la mano. 
Finalmente acepté y cuando me levanté algunas cosas comenzaron a girar, oh oh, esto no era para nada bueno y menos teniendo en cuenta que tenía zapatos que había usado como mucho dos veces en mi vida, contando esta como una. No iba a tomar más, lo juraba. Esta era una de las razones por las que no tomaba, además de que algunas bebidas me parecían fuertes y amargas.
Después de varias fotos que nos tomamos juntas y que Sara insistió en que me tomara sola, me decidí por una y la subí a Instagram. 
Por último los seis nos tomamos una selfie para ponerla como foto de nuestro grupo de WhatsApp y luego brindamos con una copa cada uno. 
Minutos después comenzó a sonar el timbre de la casa, la gente ya había comenzado a llegar y eso me emocionaba. Mientras Sara se dirigía al recibidor los cinco nos quedamos en una ronda hablando y bebiendo, bueno, yo no, por ahora.
******
La fiesta estaba siendo un éxito, la gente bailaba y reía al compas de la música, todos estaban muy felices, ya eran algo así de las 3 de la mañana. A Cameron no lo había visto más desde que las personas comenzaron a llegar y la casa se empezó a llenar de gente. La mayoría eran compañeros nuestros del colegio y algunos que otros de cursos menores. También había amigos de Sara de inglés y danza. 
Sara estaba más que feliz, no había dejado de beber desde que la fiesta había comenzado y se la notaba un poco piripi. En cambio yo me encontraba bebiendo un poco de agua, había estado bebiendo algo más de lo que Sara me compartía pero lo iba intercambiando con agua para que no terminara mal.
En ese momento, el timbre sonó y miré hacía Sara que acababa de irse junto a Nacho, esa noche habían estado juntos más de lo normal y yo me alegré por ello, había notado algunas oportunidades a Sara viendo con cierta mirada de deseo a Nacho y lo mismo por parte de él. Me gustaba la pareja que ambos hacían. 
Como vi que nadie se dirigía a abrir la puerta y el timbre volvió a sonar, decidí ir yo. Me parecía algo extraño que una persona llegara a esta hora, ya que la fiesta en un par de horas terminaba, pero lo ignoré. Cuando abrí la puerta me encontré a la persona que menos esperaba ver.
Ámbar creo que al igual que yo se esperaba a una persona completamente diferente porque cuando abrí la puerta y me vio su sonrisa se desvaneció y una cara de mal humor apareció. Luego de su típica rutina de mirarme de arriba a abajo por fin se dignó a dirigirme la palabra.
— ¿Está Sara? — preguntó.
— Hola a ti también. — dije mientras me hacía a un lado para que entrara. — La vi irse con Nacho, por eso abrí yo.
— Una semana que me voy y ya hace desastres. — dijo y comenzó a caminar entre la gente hasta perderse. Ignoré lo que acaba de pasar, cerré la puerta y me dirigí de nuevo a la cocina. Me senté y me quedé sola por un rato observando a todos, la mayoría estaba bastante en pedo, creo que serían contadas con las manos las personas que estaban igual que yo.
Decidí tomar mi celular para mandarle un mensaje a Cameron preguntándole dónde estaba, pero cuando intenté encenderlo estaba completamente sin batería.
Tomé mi vaso, mi celular y me dirigí a la habitación de Sara, aunque presentí que iba a ser una mala idea porque no sabía si ella estaría allí con Nacho. Ignoré mi pensamiento y abrí la puerta, que pasara lo que tenía que pasar, pensé. 
Para mi suerte nadie estaba aquí por lo que encendí la luz y cerré de nuevo la puerta. Conecté el celular y me dirigí al baño porque habían dado algunas ganas de ir. 
Unos minutos después escuché como la puerta de la habitación se volvía a abrir y algunas voces se oían, mientras tanto aquí me encontraba yo, dentro del baño.
— ¿Que hace la luz encendida? — dijo uno y pude escuchar al otro diciéndole "no lo sé, ¿estará acá?". — Rubia, ¿estás acá? — de pronto reconocí la voz y me tranquilicé.
— Si, en el baño. — respondí .
— Esta bien. ¿Simón quieres quedarte con nosotros? — y ahí descubrí quien era la otra persona que estaba con él.
— No, tranquilos. Iré a buscar a Lucas o a Nacho, si es que no sigue con Sara. — ambos comenzaron a reír.
— Ese si que no pierde el tiempo. — admitió Cam y yo reí para mis adentros. — Bueno, nos vemos más tarde.
— Adiós. — dijo Simón y cerró la puerta. De repente la habitación se hundió en un silencio profundo y temí de que le haya pasado algo a Cameron. Me limpié rápido, tiré de la cadena, me lavé las manos, abrí la puerta y salí. Pero no vi nada ni a nadie. De pronto dos brazos fuertes me agarraron de atrás y me hicieron pegar un gran susto. Grité, como si fuera poco y Cameron comenzó a partirse de risa.
— Eres estúpido. — le dije tratando de soltarme de él, pero se me hizo imposible.
— Perdona. — dijo y comenzó a plantarme besos desde el cuello hasta llegar a mis labios, podía sentir el increíble olor a alcohol.
— ¿Estuviste bebiendo? — le pregunté.
— ¿Acaso mi novia no me deja hacerlo? — inquirió y me quedé helada. ¿Acaba de llamarme novia? Cameron se percató de mi silencio por unos minutos y se separó de mi. — ¿He hecho algo mal? — preguntó con un tono más asustado que de costumbre.
— No, tranquilo. Solo que la palabra novia me sorprendió, no creí que lo fuera. Aún no me lo habías pedido. — admití, esto último un poco más bajo para que no lo escuchara. Cameron tomó mi mano y me condujo hasta la cama donde ambos nos sentamos, uno al lado del otro. 
— Perdona, olvidé que eras de las que lee libros. A veces estando borracho se me olvidan un par de cosas. — dijo rascándose la cabeza y yo reí.
— ¿Como sabes que leo novelas? — pregunté. Si que era cierto que sabía que leía, por esa vez en el parque, cuando descubrió que cantaba, pero nunca habíamos hablado sobre el tema.
— Dos cosas: la primera, lo acabas de admitir con tu pregunta. — eso me hizo reír. — y la segunda, las veces que he estado en tu casa vi la estantería llena de libros y creo que más de la mitad contenía la palabra amor en su título. — declaró y era verdad, todos mis libros eran sobre romance.
— Esta bien, acertaste. — admití finalmente. Una sonrisa de superioridad se formó en su rostro.
— Lo sabía. — me acusó con su dedo y reí. Decidimos recostarnos en la cama, yo me quité los zapatos, ya que me estaban matando y Cameron hizo lo mismo. Después de unos minutos de quedarnos en silencio mirándonos mutuamente Cam volvió a hablar. — debo de hacerte una pregunta ¿estas lista? — asentí. — ¿Emma aceptas a este medio borracho como tu novio? — ambos reímos, no podía creer la locura de este chico. — Mentira, no hagas caso a lo que digo, somos novios, pero no oficiales. — reí ante las estupideces que decía. — Voy a pedírtelo pero más bonito, tu te mereces lo mejor. — dijo con una sonrisa y yo estaba que moría por dentro. Recordé que había traído mi vaso de agua, lo tomé y se lo tendí, pero alguien ya se había quedado dormido.
Durante la siguiente hora y media decidí ordenar la habitación de Sara, estaba echa un desastre desde que nos habíamos cambiado. Cuando terminé volví a recostarme en la cama junto a Cam y comencé a hacerle caricias en su cabello, era tan hermoso y me sentía afortunada de tenerlo junto a mí.
La puerta de la habitación se abrió un rato después y Nacho entró. Se sorprendió de vernos pero no dijo nada, reí al observar su cara, todo el alrededor de sus labios estaba lleno de labial bordo y estaba 100% segura de saber de donde provenía.
— Estoy exhausto. — dijo recostándose en la cama, en el espacio que quedaba libre.
— Veo que no tuviste una mala noche. — admití con una sonrisa.
— ¡¿Por qué lo dices?! — preguntó con cara de desconcierto.
— Míralo por vos mismo. — dije señalando el espejo del mueble. Se levantó de un salto, fue hasta allí y su cara de sorpresa fue lo mejor que había visto en mucho tiempo.
— ¡No puede ser! — dijo mientras se tocaba sus labios. 
— Nacho encontraste... WOW — Sara apareció por la puerta y se sorprendió al ver la boca de Nacho. Soltó algunas risitas y luego dirigió su mirada hacia mi. — Em! No sabia que seguían aquí. 
— Si, alguien se quedó dormido. — dije mientras señalaba a Cam que estaba completamente dormido. — ¿Ya se fueron todos? — pregunté.
— Si, solo quedamos nosotros, además de Simón y Lucas que están abajo terminando de limpiar. 
— Genial. Yo te limpié la habitación, así solamente te cambias y te acostas.
— Gracias Em, no hacía falta. 
— No hay porque. Bueno voy a despertar a Cameron así vamos.
— Esta bien, Nacho vamos. — ambos salieron por la puerta y nos dejaron solos.
Unos minutos después logré despertar a Cameron, que ya había empezado a tener un poco de resaca. Le di para que bebiera de mi vaso y le pregunté si estaba bien como para manejar, él me aseguró que si, agarré mis cosas, bajamos, saludamos a los chicos y nos metimos dentro del auto. En el trayecto no hablamos porque me apoyé contra la puerta del copiloto y había comenzado a dormitarme. Cuando llegamos a casa Cameron me despabiló y yo me incorporé. Me pidió que me quedase a dormir con él pero le dije que no podía, papá me había pedido que volviera a casa si o si.
Así que me despedí de Cam con un beso pero él me tomó del brazo y me condujo a que me sentara encima de su regazo, eso hice, quedando entre el volante y él. Agarró un mechón rebelde que tenía en mi cara molestando y lo acomodó detrás de mi oreja, me tomó del rostro, depositando pequeños besos alrededor de mis labios, que lo único que hacían era provocarme desesperación, necesitaba que me besara como el viernes, con esa pasión. Minutos después lo hizo, pero lo sentía muy distinto a la primera vez, cada vez que lo besaba era una sensación muy distinta a la anterior provocando que se volviera adictivo. 
Me acerqué más a él porque temía de que con mi cuerpo tocara la bocina e hiciera un espamento a las 5 de la mañana. No deseaba que ningún vecino, ni mi padre interrumpiera este increíble momento.
Finalmente, lo besé por última vez, le pedí que me avisara cuando llegara y salí del auto. Entré en casa, se encontraba toda silenciosa y no había ni un rastro de alguna luz encendida, me asomé a la habitación de mi padre y allí estaba, durmiendo muy tranquilo, sonreí y me dirigí a mi habitación.
Me descambié, me desmaquillé y justo cuando estaba por meterme en mi cama mi celular sonó.
Cameron: ya estoy en casa rubia. Que descanses🥰
Emma: vos también morocho.
Apagué mi celular, me tapé con las frazadas porque estas últimas noches había estado haciendo bastante frio y me quedé completamente frita.




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