Al Ritmo de la Química

CAPÍTULO 49. Hogar, dulce hogar

CAMERON

Ver a mis abuelos era lo único bueno que tenía haber vuelto a Nueva Jersey. La ciudad donde vivían ellos se llamaba Springfield Township, no era la de Los Simpson, por si se lo estaban peguntando. Estados Unidos, a lo largo de los diferentes estados cuenta con muchas ciudades llamadas Springfield y una de ellas está ubicada en Nueva Jersey, donde vivieron mis abuelos toda su vida. 
En realidad, para los amantes de la serie, la ciudad de los Simpson era ficticia y estaba basada en Springfield, Oregón. Aunque no podía ubicarse en ningún sector de ese país, ya que las condiciones geográficas de aquella ciudad eran muy distintas para poder situarla en una sola región del mismo. 
Aún estábamos viviendo con mis abuelos, aunque mis papás habían comenzado a ver algunas casas para poder mudarnos lo más rápido posible y no seguir molestándolos a ellos. El vecindario era bastante tranquilo y lleno de familias latinas, de las cuales ya conocía por haber viajado casi todos los veranos con mi familia.
Tenía dos amigos allí, Matt y Dylan, a ambos los conocía desde muy chico y los tres teníamos la misma edad, por lo que cuando viajaba, en vacaciones, solía pasar el tiempo junto a ellos. 
Lo más difícil que atravesé fue el haberme alejado de Emma, me hubiese encantado este último tiempo volver a pedirle que fuera mi novia, pero la realidad era que mi nueva vida estaba aquí y lo que menos quería en aquel momento era tenerla atada, porque además no teníamos idea de cuándo volveríamos a vernos. Ambos comenzábamos la universidad y por desagracia el año académico en Estados Unidos era muy diferente al de Argentina. 
Yo comenzaba las clases recién en agosto, mientras que ella ya en marzo, al igual que todos mis amigos.
Estos últimos días habíamos hablando mucho, hacíamos videollamadas todos los días. Sinceramente la notaba bastante bien, aunque sabía por los chicos que en realidad no lo estaba. Por lo que había tratado de preguntarle, pero ella me esquivaba el tema constantemente.
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Después de las fiestas había decidido que iría junto a mi papá a Nueva York, — que quedaba a tan solo media hora de distancia. — para averiguar sobre la universidad. Estaba entre dos, la "Universidad de Columbia" y la "Universidad de Princeton". Esta última había sido en la que mi padre había estudiado, pero la realidad era que prefería "Columbia" debido a que podía tener la suerte de mudarme a Nueva York, mi ciudad favorita. Además de que quería entrar en el equipo de soccer y el mejor era el de aquella universidad. 
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La Navidad había llegado, era una fecha que me encantaba, pero siendo sincero que con todo lo que acababa de suceder, no me entusiasmaba tanto como antes. Aunque en mi familia nunca se perdía el espíritu navideño, la consecuencia principal era tener dos hermanos mucho más chicos que yo. 
Aquel día había acompañado a mamá a hacer las compras navideñas, tanto para la cena, como lo regalos que traería Papá Noel a las doce. Mis abuelos se habían quedado cuidando a mis hermanos mientras nosotros aprovechábamos la mañana.
Luego de recorrer varias tiendas por fin logramos comprar todos los regalos, por lo que nos dirigimos hacía uno de los supermercados más grandes de acá, "Target", y fuimos a comprar los ingredientes para preparar la cena.
En casa había ayudado a preparar todo para la noche, a diferencia de Argentina, Estados Unidos no celebraba tanto la navidad como nosotros, lo que solían festejar era el Día de Acción de Gracias, en el mes de noviembre.
Por tradición, en navidad solamente se cenaba y se iba a dormir para al día siguiente encontrarse con todos los regalos. Por lo que nosotros decidimos planear una buena cena en familia y abrir los regalos al siguiente día.
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 Al despertarme sentí que mi cabeza se partía en dos, no recordaba nada de lo que había sucedido anoche después de las 12. Al levantarme de la cama, tuve que tomarme unos minutos para poder estabilizarme. Salí de la habitación y me dirigí hacia la cocina, mi abuela se encontraba allí preparando algo para almorzar.
— Feliz Navidad. — dije abrazándola y dándole un beso en su mejilla.
— Feliz Navidad, mi niño. — me respondió aquel abrazo y me sonrió. 
— Abuela, por esas casualidades tenes algo para el dolor de cabeza. — le pregunté mientras buscaba una botella de agua en la heladera. 
— Si, déjame que te busco algo en el baño. — dijo y se dirigió hacia allí. Unos minutos después volvió con una pastilla, la agarré y la tomé. 
— ¿Qué estas preparando? — dije mientras volvía a guardar la botella.
— Pollo con papas, ¿te gusta? — preguntó.
— Me encanta. ¿puedo ayudarte? 
— Por supuesto. Ven, ayúdame a cortar las papas. — dijo y eso hice. 
Después de terminar con el almuerzo y haber puesto a cocinar todo, nos juntamos en el living para abrir todos los regalos de navidad. Mamá comenzó a repartir todos los que había debajo del árbol, mientras ayudaba a Emily a abrir los suyos, ya que me lo había pedido.
— ¡Una barbie cocinera! — gritó la pequeña. — Me encanta, me encanta, me encanta. 
Mamá me alcanzó el mío, era una caja bastante grande que no tenía la menor idea de lo que podía contener hasta que la abrí, era una nueva guitarra, no podía creerlo. 
— Es preciosa. — dije y miré a mis papás, no pude agradecerles ya que Emily aún creía en Papá Noel y no querían arruinarle su infancia. A diferencia de la anterior, que había decidido regalársela a Emma, esta era totalmente negra y me fascinaba.
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— Feliz Navidad chicos. Perdonen la tardanza, recién terminamos de almorzar. — dije mientras cerraba la puerta de la habitación y me sentaba en mi cama. 
— Hola Cam, no hay problema. — dijo Sara con una sonrisa. Ella y Nacho estaban juntos, al igual que Emma, Nicolas y Pilar, por otro lado Lucas, Simón y Agus estaban cada uno en su casa. 
Cada vez que volvía a ver a Emma, a pesar de que fuera a través de una pantalla, hacía que mi corazón se aceleraba. La extrañaba tanto que no veía la hora de poder volver a estar juntos, abrazarla y mimarla como se lo merecía. 
— ¿Qué tal todo por allá? — me preguntó Pilar.
— Bien, no estuve haciendo mucho, pero tampoco la estoy pasando mal. Es raro. — admití. — ¿Ustedes cómo la pasaron ayer?
— Re bien, volvimos a eso de las seis de mañana, Emma se volvió antes porque no se sentía muy bien. — al escuchar aquellas últimas palabras me alarmé.
— ¿Volviste sola? — le pregunté mirándola directamente a los ojos.
— No, con unos amigos. — contestó ella simplemente. El ambiente había quedado algo tenso en aquel momento, pero por suerte Nacho y Lucas pudieron remontarlo, y todo siguió normal.
— ¿Qué les regalaron? — preguntó el primero.
— Unos juegos de play. — dijo Lucas y todos rieron.
— Nunca nada productivo, ¿no? — declaró Sara.
— Al parecer no. — admitió el rubio.
— A mi me regalaron una computadora para la universidad. — dijo Simón.
— Que genial. — dijo Em. — A mi me regalaron algunos instrumentos para la universidad y un micrófono para instalar en mi computadora. 
— Ay que lindo amiga, a mi casi que me quisieron regalar un libro de leyes. — dijo Sara enojada. — Que comience a estudiar derecho no quiere decir que quiera ya un libro de esos y menos como regalo. — dijo y todos rieron.
— ¿Y vos Cam? — preguntó Sara.
— Una guitarra. — dije y todos se quedaron helados, me incliné en la cama, la agarré y se las mostré.
— Es hermosa. — dijo Emma.
— Tienes razón. — respondí con una sonrisa.
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— Amigo, que bien que la pase ayer. — dijo Matt mientras se sentaba en una de las mesas. El día después de Navidad habíamos decidido salir a tomar algo a un bar.
— Y Cam, que le dio por llamar a su novia, ni te cuento. — le siguió Dylan y yo me frené.
— ¿Que yo qué? — pregunté sin entender lo que acababa de decir.
— Ayer que me dijiste que ibas a llamar a Emma, ¿acaso no lo recuerdas? — dijo Dylan y negué completamente con la cabeza.
— ¿Qué fue lo que dije?
— No escuché demasiado, pero recuerdo que le dijiste que querías que estuviera acá con vos, que la extrañabas muchísimo. Y después de eso ella creo que te cortó, porque te enojaste y bebiste por un largo rato.
— Ay, no puedo creerlo. — dije mientras agarraba mi celular. Decidí mandarle un mensaje.
Cameron: Holaa Em, quería pedir disculpas por lo de ayer a la tarde. Fue algo que no debía interesarme de vos, lamento haberme comportado así. Y lo segundo que quería disculparme era por lo que sea que te dije el jueves a la noche, no tengo ni la menor idea de lo que sucedió. Después de las doce fui a casa de unos amigos que viven cerca del vecindario de mis abuelos y creo que se me fue la mano con la bebida. Lamento haberte preocupado si fue así. 
Envié aquel mensaje y no recibí respuesta por lo que decidí dejar el celular de lado y disfrutar de aquella compañía con mis amigos, mientras podía.
******
Al llegar a casa aún no había recibido respuesta alguna de ella. Y eso me preocupaba un poco. Intente llamarla pero tampoco respondió. 
Decidí entrar en la casa, agarrar mis auriculares y sentarme en el patio por un rato. La nieve inundaba el jardín, debía admitir que adoraba pasar la navidad en invierno, porque a pesar de que me encantaba el verano, me daba cuenta de que la Navidad quedaba muchísimo mejor en un clima frío que caluroso.
Aquel momento me hizo volver a acordarme de ella, era inevitable, ¿no? Cerré mis ojos y solo me dejé llevar.
— Prefieres ¿el frío o el calor? — estábamos en mi habitación descansando después de haber hecho el último trabajo de química, juntos.
— Frío, sin dudarlo. — respondió ella. — ¿Vos?
— Calor. — respondí simplemente.
— Uh, me caes mal. — admitió ella.
— ¿En serio? — dije.
— ¿Cómo puede gustarte el verano? Es una época en la que cuando te queres sacar todo ya no podes hacer más nada porque estás en traje de baño, ropa interior o lo que sea. — dijo asqueada.
— Pero pensa en la playa, las vacaciones, es hermoso. 
— Solo eso, además en invierno también hay vacaciones. — contraatacó.
— Son solo quince días y se las llama "receso escolar".
— Como digas cerebrito. — dijo revoleando sus ojos. — Solo digo que la navidad tiene muchísimo más sentido en invierno que en verano. ¿Papá Noel con traje de baño? No quisiera ni imaginármelo.
— En eso coincido porque tienes razón. La navidad va de la mano con el invierno. — admití.
— Por fin, algo en lo que piensas bien. — dijo ella y reí. Nos quedamos en silencio por unos minutos hasta que volví a hablar.
— Te prometo que alguna vez viajaremos a Nueva York en invierno para que pasemos las fiestas allá, en exclusiva Año Nuevo. — solté.
— ¡¿Es en serio?! — vi como sus ojos se iluminaron y supe que amaba a esa chica.
— ¿Tenemos un trato? — dije extendiendo mi brazo.
— Tenemos un trato. — estiró el suyo y entrelazamos nuestras manos.

Al volver a abrir mis ojos, lo primero que me encontré fue el cielo lleno de estrellas. Lo que más amaba de aquella ciudad de Nueva Jersey era que al no haber edificios en una noche estrellada podías ver millones de estrellas esparcidas por el cielo como una pintura de arte.
Me coloqué los auriculares, puse una canción que amaba y que me representaba completamente en aquel momento, "All of the stars" de Ed Sheeran. Y me quedé por un largo rato, allí, contemplando el inmenso cielo.
******
— Cameron, hijo. ¿Dónde estabas? — preguntó mamá que se encontraba sentada en el sillón tomando chocolate caliente.
— Afuera, pensando un poco. — dije mientras me quitaba la campera que tenía algo de nieve, aún.
— Ten cuidado, te vas a enfermar. — dijo.
— Tranquila ma. — dije mientras me sentaba a su lado.
— ¿Como andan los chicos? — preguntó.
— Bien, cada uno con sus cosas pero bien. — respondí.
— ¿Y Emma? — preguntó.
— Creo que bien, en estos días ya vuelve a Buenos Aires, no recuerdo muy bien que día, pero creo que era el 29.
— Que bueno, me pone feliz que haya podido pasar las fiestas con sus mejores amigos y su familia. 
— A mi también. — admití.
— Escucha, hay algo que tenemos que darte. No te lo dimos antes porque tu hermana se iba a enojar porque recibieras otro regalo, además es algo un poco más privado. 
— ¿Que es? — pregunté algo entusiasmado. Papá apareció por el pasillo con un sobre y me lo tendió. Lo agarré y rápidamente lo abrí, adentro habían cinco pasajes de avión con destino a Buenos Aires para el 30 de diciembre. No podía creerlo.
Me quedé durante unos minutos anonadado tratando de comprender la situación que tenía delante de mis ojos. Iba a volver a Buenos Aires para pasar Año Nuevo junto a mis amigos y principalmente junto a Emma.
— ¿Es en serio? — pregunté emocionado. Era el mejor regalo que podían haberme dado.
— 100% real. — dijo mama con una sonrisa.
— Los amo. — dije mientras me acercaba a abrazarlos a ambos. Algunas lágrimas rodaron por mis mejillas pero las limpié rápidamente.
— Nosotros a vos hijo. — dijo papá. 
— Queríamos que despidieras este increíble año junto a tus amigos por eso tomamos la decisión de volver aunque sean sólo unos días. 
— Esta bien, es genial. — dije.
— Lo que si queremos pedirte un favor. — dijo mamá y asentí. — Todos los papás saben porque fue junto a ellos que organizamos todo. Tus amigos no saben absolutamente nada, lo que si saben es que van a festejar entre ellos, pero nosotros no. Por lo que, por sobre todas las cosas debes cuidarte de no hablar de más.
— Entendido. — dije. — Gracias en serio. Son los mejores papás que me pudieron haber tocado. — dije despidiéndome de ellos, me dirigí hacia mi habitación para poder irme a dormir. 
No podía creer que volvería a ver a mis amigos, una vez más.
 




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