Alas Olvidadas. Encantus (libro 2)

Capítulo 10: Puerta de cristal

Capítulo 10:
Puerta de cristal

 

Regresar frente a mi madre de mi excursión por el mundo humano no es lo que esperaba, y que el diario esté en sus manos solo empeora la situación.

Es evidente que no podría evadirla para siempre, pero tenía la esperanza de que fuera en el momento menos comprometedor para mí. Decir que está enfurecida es muy poco para sus llameantes ojos.

Cierro los ojos por un instante, asimilando que todo se me ha venido encima. Deje el diario en la cama de Susej sin imaginar que algo así pudiera llegar a pasar.

—¿Me quieres explicar cómo obtuviste esto? —inquiere con la voz tosca.

Mi hermana se mantiene lejos. Seguro que con el libro que le di bien escondido. No va a correr el riesgo de salir salpica en esta discusión tampoco pienso involucrarla.

—Lo encontré por casualidad —respondo sin darle mucha importancia a su enojo. Es algo que ella misma provoco por su falta de comunicación.

—¿Casualidad? ¿En mi habitación?

—Sí. Necesitaba respuesta y estás reacia a darlas así que busque donde creí que las encontraría.

—¿Y qué encontraste? Los sacrificios no se pueden detener, Gerald. Mucho menos la hermandad —grita enfurecida. —Tu padre nunca va a volver. Nunca. Tienes que entenderlo.

Susej se desliza por la pared hasta tocar el suelo. Sus ojos cristalizados ante unas palabras que cada vez son más reales. El desaliento de nuestra madre no es algo que aliviane la decepción que siento por todo, y sobre todo por ella.

—Te equivocas. Él va a regresar así no hagas nada para que suceda —replico. Ella sostiene el libro con demasiada fuerza, le tiembla el labio inferior de la ira—. ¿A qué le temes, madre?

—No tienes idea de todo lo que ha ocasionado este diario —lo agita delante de mí.

—Me hago una muy acertada idea de lo que causo, y está causando, madre —intento no sonar tan duro. De verdad quiero entender que la hace no hacer nada.

—No te quiero involucrado con esto. Esa bruja está en todas partes.

—¿A qué te refieres? —inquiero. Lo primero que viene a mi mente es la puerta de cristal, la niña, ese bosque desconocido.

—Esto se acabó, Gerald —evade darme una respuesta. Me rodea para salir de la habitación, pero se lo piensa mejor y se devuelve—. ¿A dónde fuiste?

Susej evitada hacer contacto visual conmigo. Se lo ha dicho, o no pudo negarlo que vienen siendo lo mismo.

—Fui a visitar a Mafer. Están sucediendo… —intento decirle lo que está pasando, pero ella me interrumpe.

—No te dije que no… Lo que haya o no dicho ya no importa porque te has encargado de desobedecer todas mis órdenes. No tienes permitido salir del castillo hasta el día de la boda, ¿quedo claro?

Aunque necesito salir y encontrar lo que significa ese símbolo del que hablo Mafer no voy a llevarle la contraria… en este momento.

—Como desees, madre.

—Eso espero, o tendré que encerrarte en una celda —me amenaza.

Tira la puerta al salir. Ni siquiera me dio tiempo de comunicarle lo que me dijo Mafer. Le importa muy poco. No es que me sorprenda, pero si es decepcionante.

Camino hasta el final de la habitación y me siento en el piso junto a mi hermana. No decimos nada por un rato. Ella sigue llorando en silencio y yo no estoy seguro de tener las palabras indicadas.

La pequeña llama que se encendió en el momento en que supo que papá puede estar vivo se extinguió con las palabras de la reina. Con lo mucho que he descubierto y ninguna solución inmediata para remediar todo el daño que ha causado la hermandad.

—Sabes… —comienza a decir Susej con la mirada clavada en el suelo—… los elfos comentan que hubo un tiempo en que de la puerta de cristal salía la voz de una niña. Dicen que la abuela pasaba mucho tiempo allí, que quizás iba a ese lugar desconocido…

—¿Los elfos? —inquiero un poco sorprendido. Pensé que hablaría con nuestra madre sobre ese tema, no con la guardia del castillo.

Mi hermana se seca las lágrimas y aspira con fuerza.

—Sí. Les pregunté y no tuvieron problema en contarme esa historia. Quizás esperan que puedas hacer algo. La verdad es que todo esto fue una gran estupidez de principio a fin.

—Te equivocas al igual que nuestra madre. Sí tiene que haber algo que se pueda hacer, solo que aún no lo he descubierto —cruzo mis dedos. No me voy a dar por vencido. La hermandad tiene que tener un punto débil, pero no lo voy a averiguar estando aquí. —Voy a ir a la puerta de cristal —me levanto.

—¿Qué? No, Gerald. —Ella también se pone en pie de inmediato y se atraviesa delante de mí—. Mamá dijo…

—Que no saliera del castillo. La escuché muy bien. La puerta de cristal está dentro del castillo, no me iré a ninguna parte.

—No, te quedas aquí conmigo. Mamá tiene razón, Mafer es una muy mala influencia para ti. Estoy seguirá de que harás algo muy, muy…

Antes de que pueda continuar la abrazo. La estrecho con fuerza, sé que se preocupa por mí, es lo que una hermana mayor hace.




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