Descalzo ante los risos que escriben poesía, su porcelana era como un perfume y no existía nada que pudiera cubrir su eterna belleza.
Las miradas se hacían inverosímil, el pulso se desenfrenaba y se volvía magia.
La luna quedaba como un lunar, las canciones eran besos, los sueños una conspiración; el verde de su corazón susurraba melodías que viajaban con la fuerza del valor.
Amorio infinito, parecía, envuelto en la efímera piel semi blanca con un poco de epifanía, los cielos vibraban ante la brisa con su placer de amar; la vida era un laberinto constante, las notas lo hacían complejo, si existía el amor habría terror, es inevitable, incluso dejarse seducir por la noche parecía fácil.
Los simultaneos bombardeos acarrean la calidez de la flor, erizan los océanos y los vuelve un poema, así de trazante es cada segundo de vida.
Atrás de toda la historia, hay un montón de escombros que dibujan, pintan y tiñen con delicadeza; la pérdida de una vida de alegría se huele desde la última esquina de la ciudad, su olor da hambre, hambre de amor, de encontrar razones suficientes para entender lo in-entendible, hambre de oler las puestas de sol, de dibujar el rostro junto a su sonrisa, de soñar despierto, de creer en lo que la mayoría no cree, de vivir y que al final siempre haya una reluciente esperanza, una luz que ilumine.
Elm tenía una amiga, llamada penumbra, es como su confidente, permanecía a su lado cada que su cabeza quería soñar con menos dolor, cosa que al despertar era solo ironía, tanta incertidumbre que quería saber qué pasaba, pero con esos ojos que no son humanos era indescifrable, era de las cosas que lo volvían un ser imperfecto, pero imperfecto era sinónimo de diferente y eso era bueno, melancólico y lleno de terror era levantarse sin saber quién eres, es como nadar en tierra, o volar debajo del agua.
Levantarse de su cama le costó más de lo normal, unas cinco horas apróximadamente, cinco horas que dialogaban si él llegaría hasta donde su corazón quisiese, y ni las horas podían responderlo, ni aunque contactaran a los años, porque la vida era incierta, aunque repleta de misterio e ilusiones. Lo único cierto era que ya no soportaba más dolor, y como decían por ahí, que el pasado debíamos dejarlo atrás, recorrió senderos y rutas lo más lejos que podía, pero no funcionó, todo volvía, al descubrirlo, existía otra incógnita, ¿de qué sirve el pasado? Y resultó no ser un canal vertiente para llorar, sino un libro, tallado de tantas formas posible que parecía la biblia de cada persona, esa que escribimos con cada momento por más fugaz que parezcan.
No quería estar en su casa y bueno quién querría estarlo sintiéndose como la noche, y añoró algo más que le alejara de eso, sin decir una palabra, comenzó a tomar un baño que le hiciese vivir, no había música de por medio, ni ruido de él, solo del agua cayendo por su cuerpo, las gotas se deslizaban como un caracol, dibujaban su piel, y se hacían uno, al terminar, en silencio terminó de relucir entre la oscuridad, definitivamente no era para seguir en casa, no quería hundirse más al estar viendo el teléfono y ver como los segundos lo ahogaban, al estar respirando paredes, porque fuera de todo eso, no creían en él ni en su potencial aun cuando él es de esas personas mágicas que no se rinden ni ante la lava ardiente ni ante el océano aunque no pueda nadar nada.
_Vuelvo al rato dijo con una voz semi cortada_
Se marchó de ahí a las cuatro de la tarde y sin darse cuenta pasó una hora así, como un sueño, el lugar se prestaba para no sentir el tiempo, para pensar, y imaginar e inventar historias que hubiese querido vivir, el sol relucía en su piel dañada, aun así su corazón le hacía relucir, le hacía viajar a la interminable ruta de la vejez.
Buscaba algo, algo distinto que le cambiara el mundo, tal vez la esperanza, y ¿qué era la esperanza para él?
Era la pregunta indescifrable, que solo él conocía.
Moría por algo, pero como nadie soñaba igual, era difícil saber que pasaba por su cabeza, el viento se cruzaba en cada uno de esos momentos y erizaban sus brazos, los pocos pelos que tenía se ponían de punta, sus manos medio frías, querían una textura que le hiciera olvidar lo densas y pálidas que tenía sus manos.
Se arregló tan bien, que cualquiera pensaría irá a ver alguien, pero solo se había arreglado para él, ya no esperaba mucho del mundo ni del destino, pero sabía que era sorprendente, y que todo podría pasar, no había prisa, lo único que si había era soledad, pero había aprendido a combatirla un poco.
Dicen que cuando estás enamorado, el tiempo no se siente, a veces, es eterno y a veces no dura ni un pispileo, pero en definitiva, enamorarse sería estar dispuesto a sufrir, sufrir por amar, sufrir por miedo a que las ilusiones de un amor perfecto se borraran y se desvanecieran, pero, qué es el amor sin sentirse triste por un día gris, qué es del amor sin sufrimiento, qué es del amor sin un complemento diferente a vos, si no existiera la tristeza no podrías saber que se siente que alguien esté para vos, escuchándote y dándote aliento para que vueles mas alto; sin sufrimiento, no podrías hacerte fuerte, no podrías ser sabio, no podrías aprender; sin un complemento diferente a vos no podrías experimentar la locura ni la aventura de las conversaciones que se alimentan de tiempo, entre más palabras más el tiempo se enamora de las pláticas ¿será que Areu sabe eso y por eso es su desesperación por conseguir a alguien?.
En cierta ocasión las laderas parecían interminables ya, y aunque a veces seguía intentándolo, creer que el amor no era para él, era más fácil; aun así, sus ojos no dejaron de encontrar almas exóticas y legendarias, y por casualidad encontró una en específico, integra, con una dulce manera de ser, divertida y dispuesta a vivir, con una mente de flor, consciente, con deseos, miedos, madura y pensante, de cabellos lisos de color negro brillante, con una sonrisa impecable llena de genialidad más bien sorprendente, sus ojos hacían matiz con sus pestañas, y con su color de piel luna y cielo, e inteligente sobre todo, su alma activaba a Elm, hacía que levantarse fuese más sencillo.