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Cuando sobrevives al mundo, nunca estas preparado para todo.
Solo había cumplido hace algunas cuantas semanas mi veintitantos años. Ahora estaba viviendo en un departamento en Virginia que tenía pinta de nunca haber sido habitado.
En realidad no había sido habitado por más o menos un año, pero parecía ser una década. Así que, mi paso era trabajar para que el lugar se viera digno, de cualquier forma era mi nueva casa.
Se sentía raro. Un sentimiento de "no encajar", aun.
Tal vez era la nueva ciudad, el apartamento que en realidad era una casa, pero mas pequeña. O tal vez era porque iba ser la primera vez en toda mi vida que verdaderamente viviría sola.
¿Así se siente empezar a vivir de manera independiente?
Sabía que con el tiempo, la sensación de entusiasmo se desaparecería. Enserio estaba viviendo en el viejo departamento de soltera de mi tía. Pero le estaba pagando alquiler por el alojamiento.
Mi tía mantenía oculto este apartamento por cosas de ella. Si no se hubiese enterado de mi interés por vivir independiente de mi padre, nunca en su vida me ofrecería este departamento. No gratuitamente.
Por mí, estaba bien.
Vivir lejos del lugar de mi padre ya era un logro. Nunca se preocupó de verdad, si no fuera porque mi madre y tía decidieron inmigrar a Inglaterra, nunca habría invadido su "lugar" de hombre con la presencia de su hija.
Ja, lugar de hombre.
Bufé mientras planchaba mi ropa para la entrevista de trabajo que tenía en la tarde.
— Que poco interés por que su hija se vaya a una ciudad totalmente sola. Ni siquiera se despidió de mi cuando tomé el bus.
Me enderecé en cuanto me di de cuenta lo que estaba susurrando.
—Mierda. A veces debería dejar de pensar en personas que no valen la pena.
Con un último suspiro, volví a mi tarea: Planchar mi uniforme de presentación.
Debía tomar esto con más seriedad. Iba a ser mi primera entrevista de trabajo serio.
Había vendido cosas, trabajado en diseño gráfico para portadas no comerciales. Había hecho favores con tal de ayudar a mamá. Con un poco de eso podía vivir si alguien más ayudaba, pero no ayudaba mucho cuando ahora pagaba un alquiler, sustentos básicos, comida y cualquier cosa que se me presentara.
No.
Necesitaba un trabajo fijo.
Esa era mi meta.
***
Al final, estaba casi lista para irme. Me detuve enfrente del espejo de mi habitación con una linda blusa de botón blanca, y una falda negra. Muy bien planchada. Mi cabello suelto y...
Levanté mi brazo por encima de mi cabeza, y acerqué mi nariz a mi axila.
Todo huele muy bien.
Sonreí satisfecha.
Pero...¿No sería esto muy formal? ¿Muy de empresa? Solo iba a ver si me contrataban. Si, solo iba a suerte pero con la mente clara. Aunque mi mamá siempre mencionaba la buena apariencia en el momento de una presentación. Todo cuenta.
¿Esta sería una buena prenda para el trabajo?
Gruñí de frustración al ver que no parecía ir a ningún lado.
Me ahogaba en dudas, nada parecía ser bueno y a decir verdad mi corazón latía desboconado.
No.
—Ten fé. Primero tienes que confiar en ti. —me dije, mirándome de manera firme a través del espejo.
Busqué mi cartera y tomé un taxi hacia el lugar. Al llegar pagué y me detuve un momento para prepararme mentalmente delante de las puertas de "Georgina"
Aunque habia algo. Por lo que había averiguado, era un restaurante que abría desde horas tempranas. Funcionaba como cualquier otro, pero en este existe una noche, donde todo cambiaba. Una en donde el bar se mantenia abierto, a esa noche se le llamaba "Nightwish". Era un bar muy aparte del que habia en el restaurante, tampoco sabia donde se ubicaba pero permanecia dentro del local, parecia ser un lugar donde no entraban todos.
Apenas tenían un año de abrir sus puertas, y como un proyecto en ascenso necesitan más personal. Esta era mi oportunidad. En Arlington había trabajos pero algunos requerían experiencia, y yo...
Bueno. Solo requería de uno que no fuera a ese grado. Y ademas de eso "Georgina" tenia un sueldo alto, en cualquier puesto.
Mi objetivo era ser camarera o atender en la entrada del restaurante. Podría tratar de organizarme y ver si podría conseguir un trabajo secundario, pero todo dependía de como saliera todo hoy.
Abrí las dos puertas, y entré.
Su entrada era muy elegante, con tonos neutrales. Tenía su zona de recepción que separaba con un pasillo la zona principal del restaurante, pero en esta parte mantenía una vibra romántica con luces en un tono bajo.
¿Cómo sería por dentro?
Había algunas plantas por ahí y...un tarro de galletas de vainilla con lindos rostros de gato. Parecían sacados de caricaturas.
Curioso.
Nunca en mi vida pensaba encontrar galletas así en la recepción de un restaurante con una temática muy romántica y elegante. Parecía ser el lugar al que llevabas a tu pareja un fin de semana a cenar.
Un toque en mi hombro me sobresaltó, y me di vuelta rápidamente encontrándome con un rostro algo sonriente al verme.
—Hola. ¿Vienes por las contrataciones?
Se veía un poco mayor que yo, aunque tendría que decir que era muy mala en saber la edad de los demás. Su cabello parecía sacado del infierno. Con hermosos mechones rojos.
—Ah, hola. Si, vengo a las contrataciones para camarera, o recepcionista.
Sus cejas se fruncieron levemente al mirarme, solo podía notar que como la mayoría de pelirrojos sacados de páginas, tenía ojos color azul. Increíble.
La chica con un suave murmuro, me contestó:
—No creo que puedas capacitar a Anfitriona.
¿Asi se llamaba? Suena incluso mas importante si se llama asi.
La miré, interrogante. Acercándome más a su presencia.