4. Hola animadoras, jugadores y trato.
Cassie
Me gustaría decir que mi segundo día de clases comienza con el placentero y armonioso canto de unos agradables pájaros que se posan en mi balcón, sin embargo, eso no sucede. Despierto debido al molesto e inarmónico grito de mi agradable amiga Helena.
—¡A levantarse, Cassie!
—No... —murmuro. Mi voz sale amortiguada por la almohada que se encuentra debajo de mí.
—¡Vamos, arriba!
Me quejó en mi interior por lo insistente y nada normal amiga que tengo.
—¡No! —grito cuando las sábanas son desarraigadas de mi cuerpo, dejando a la vista mi pijama con rayas de colores.
—¡Cassie, vamos! —insiste Helena y comienza a tirar de mi pie izquierdo.
Con reflejos, que no sé de dónde salen, me tomo del respaldo de mi cama y eso dificultad la fuerza que ejerce Helena.
—Por favor, unos minutos más —pido, sin embargo, ella ejerce aún más fuerza y tengo que sujetarme con ambas manos de la cabecera de la cama—. ¡Unos minutos más!
—¡No! ¡Levántate, es tarde!
Maldigo en mi interior a aquel hombre que comparte genes conmigo, Marcel Foster, fue el responsable de que tenga a una inoportuna Helena Mendler en mi habitación. ¿Por qué? Porque si él no le hubiese abierto las puertas de nuestra casa, no estaríamos en esta situación.
—¡Agh! ¡Ya me levanto! —grito para que suelte a mi pobre pie, el no tiene la culpa.
Helena parece quedarse satisfecha con mi respuesta porque se marcha de mi habitación, dejándome a solas con mi irremediable sueño. Mis ojos vuelven a cerrarse, cayendo en un sueño profundo.
—¡Cassie Foster! ¡Levántate ahora si no quieres que te levante de una patada!
La voz en tono elevado, extremadamente elevado, vuelve a resonar en las paredes de mi habitación, rompiendo mi burbuja de un sueño profundo y perfecto entre la comodidad de mis almohadas.
—¿Qué? ¿Qué pasa? —pregunto algo desorientada.
—Pasa que estoy intentando levantarte hace media hora. ¡Vamos a llegar tarde!
—¿Qué día es? —pregunto mientras me siento en mi cama y despego mi cabeza de las almohadas.
—Es martes —contesta—. ¡Debemos llegar temprano para las audiciones!
Bufo.
Lo había olvidado, hoy, mi segundo día de clases, debo presentarme a una audición de animadoras y no, porque lo desee.
—¿Desayunaste?
—Sí, me levanté temprano para hacerlo y venir hasta aquí con tiempo de sobra.
Me levanto con pereza de mi cama, mientras la escucho hablar.
—Voy al baño, me cambio y bajo a desayunar —comento, pero Helena niega con su cabeza.
—Desayunas en el auto, no hay tiempo.
Es mi segundo día y mi desayuno vuelve a ser tan veloz que a veces olvido si desayuné o no.
Entro al baño para hacer mis necesidades, cepillar mis dientes y lavar mi rostro con agua fría. También, peino mi cabello en el baño, en una coleta alta porque no deseo llevarlo suelto. Me cambio con prendas básicas y cómodas para mi gusto, jeans, camiseta y zapatillas. Tomo mi mochila y salgo de mi habitación cuando considero que estoy lista y llevó todas las cosas que necesito para mi segundo día de clases.
—Estoy lista —anuncio al llegar al living y encontrarme con Helena, sentada en los sillones observando las noticias en el televisor.
—Entonces, vámonos, se nos hace tarde.
Antes de seguir a mi rubia amiga hasta la salida, corro hasta la cocina y en la mesa me encuentro con un vaso lleno de jugo de naranja y galletas. Tomo la comida y salgo con velocidad antes de escuchar la voz de Helena, llamando por mí.
El viaje transcurre con ella hablando de lo nerviosa que se encuentra mientras la escucho y disfruto de mi desayuno. Luego, los roles cambian y Helena es la que me escucha mientras maneja, y yo hablo, pero no de lo nerviosa que me encuentro sino de lo deliciosas que eran las galletas que ahora se encuentran en mi estómago.
Lo cierto es que mi querida amiga me había levantado una hora y media más temprano de lo normal, es decir, una hora y media de que comiencen las clases y todo porque la capitana de las animadoras así lo quería. Aún no la conocía y comenzaba a tenerle cierto desagrado por sus decisiones.
—Creo que me estoy arrepintiendo de esto... —murmuro al ver por la ventanilla los grupos de chicas que comienzan a llegar al instituto.
—No será tan malo, Cassie.
Bajamos del auto y caminamos hasta las canchas de fútbol, donde se llevará a cabo la reunión e inscripción. En todo momento sigo a Helena, porque es mi segundo día y no conozco nada del exterior del instituto que no sea la entrada y el estacionamiento.
En el centro de la cancha, hay varias chicas esperando por las anfitrionas de este encuentro. Todas hablan y ríen, como si se conocieran y fueran amigas de toda la vida, hasta hay chicas que nos saludan con entusiasmo cuando llegamos para mezclarnos con ellas.
—¡Bienvenidas futuras animadoras de Jefferson High School! —habla una chica con uniforme de dos piezas de color azul y blanco—. Como sabrán, y la razón para que hoy se encuentren aquí, es porque comenzamos un nuevo año escolar y nuestra capitana ha decidido dar la oportunidad de que nuevas chicas cumplan el sueño de sus vidas: ¡Ser una de nosotras!