17. Una vida salvada y una nariz quebrada.
Cassie
—¡Hey, Cassie!
Me detengo a medio camino para descubrir quién me llama, Nicholas aparece delante de mis ojos con unos libros en sus manos. Al parecer acaba de sacarlos de su casillero.
—Hola —saludo, y creo que es la primera vez que hablo con él sin una furia descomunal encima.
—¿Qué clase te toca? —pregunta amable.
—Historia —respondo, haciendo un análisis mental de mis horarios y clases.
Él asiente y sonríe.
—También a mí, ¿vamos juntos?
Su pregunta me sorprende un poco, sin embargo, asiento a su petición y ambos comenzamos a andar hasta el salón correspondiente.
Hago memoria del rostro de Nicholas, anteriormente, de que comenzáramos a hablar. Bueno, en realidad, antes de que me comenzara a hablar. Recuerdo que, en mi primera semana de instituto, lo he visto en varias clases y con un grupo de chicos que, seguramente, pertenecen al equipo de fútbol americano.
Me intriga saber si ha pasado algo entre él y sus amigos para que no esté con ellos y se encuentre hablando con una chica que lo ha tratado tan mal, las dos veces que intentó comunicarse conmigo. Pero me quedo en silencio y no dejo que ninguna pregunta salga de mi boca, porque quizá piense que su presencia me molesta cuando en realidad no lo hace.
«No, en este momento».
Las dos veces anteriores, sí que lo ha hecho pero las circunstancias en la que él quiso entablar una conversación no me sentía realmente en mis cabales. La primera vez que me hablo, estaba furiosa con Asher y ese enojo se expandió. Pase de estar enojada con un idiota a estar enojada con las demás personas, sin que ellas tuvieran culpa alguna.
Pero en mi defensa, Nicholas parecía no captar el mensaje de que no quería escuchar a nadie y mucho menos, entablar una conversación. Su insistencia y mi mal humor provocaron que lo tratara tan mal aquel día.
Su segundo intento para hablar conmigo, también fue en vano y fue por el hecho de que simplemente no quería que me hablara. Estaba nerviosa por las miradas que eran lanzadas sin cesar entre los chicos durante la clase de Artes, y eso me impedía estar concentrada en otra cosa que no fueran ellos.
Mi instinto me gritaba a los cuatro vientos que todos aquellos se encontraban muy sospechosos, lo que significaba que estaban tramando algo. No me equivoque. Ellos tenían algo en manos y lo confirmé cuando ese día abandoné el instituto con todo mi cuerpo y rostro, cubiertos de pintura blanca.
—Lamento lo mal que te trate cuando nos conocimos y al día siguiente —suelto.
Nicholas gira su cabeza para verme con el ceño fruncido.
—¿De qué hablas?
—Fui muy borde contigo, solo porque estaba enojada pero tú no tenías la culpa —confieso.
Jamás he sido buena para hacer amigos, y el hecho de que él se haya acercado a mí para intentar ser amable, es muy gentil. Tengo a mis amigos que me hacen compañía en el instituto pero si ninguno de ellos hubiese estado conmigo y quedaba en mis manos intentar ser amigable con las personas, no sé qué hubiese sido de mi vida social.
—No te preocupes. Yo no guardo rencores —bromea con una sonrisa en su rostro.
Asiento y con una sonrisa le agradezco por ser comprensible conmigo. Ingresamos al salón y cada uno se marcha a sus lugares habituales. Por mí parte, me detengo en medio del salón para sentarme al lado de Helena. Nicholas, sigue caminando hasta dirigirse a los asientos del fondo donde también se encuentra Jerry.
El gemelo me sonríe con diversión porque sabe que ya he visto las fotografías. Fotografías que se encuentran hasta en los lugares menos pensados, como en los baños de chicas.
Me intriga saber si los chicos mismos fueron capaces de ingresar a ellos y tomarse el tiempo de colocar una foto por cada cubículo o simplemente, pidieron ayuda a algunas chicas. Lo que no me sorprendería. Después de todo, son ellos de los que estamos hablando. Cada uno tiene una avalancha de chicas detrás que no se rehusaría a prestar algo de ayuda. Hasta no me sorprendería saber que la que los ayudó fue Brenda.
La profesora ingresa al salón y la clase comienza con la repartición de los exámenes. Mi nota es una A que me saca una sonrisa, dado que es el primer examen que tengo desde que llegue al instituto. Papá se pondrá contento cuando se enteré que me va bien en los estudios.
Ambos, aunque él lo negara, teníamos cierto temor de que mis notas no fueran iguales en un ambiente nuevo. No porque no fuera buena en los estudios, sino porque todo eran tan distinto y nuevo que simplemente había temor en mí misma. Quizás parezca una tontería pero el ingresar a un instituto después de años, no era tan fácil como se imagina.
—¿Aprobé? ¡Aprobé! —El grito de victoria de alguien a mis espaldas me saca de mis pensamientos.
Jerry observa el resultado de su examen sin poder asimilar que acaba de aprobarlo. La profesora a su lado, lo ignora y continúa con la repartición de hojas. Sus ojos se encuentran con los míos y con una sonrisa de oreja a oreja se acerca a mí con velocidad.