27. Una fotografía que trae preguntas.
Cassie
Asher da vueltas en la silla giratoria de mi escritorio mientras preparo las herramientas que necesitaré. De mi mochila saco mi libro de Matemáticas, mi cuaderno de clases y un lápiz negro que contiene una goma de borrar en la cima.
—Listo —anuncio, después de tener todo preparado.
Él asiente, dejando de girar y acercándose hacia el escritorio para echarle una mirada a mi cuaderno. Acerco a su lado la silla que traje para poder sentarme en ella.
—¿Qué es lo que más se te dificulta de este último tema? —pregunta.
¿Responder todo es una opción?
Digo, no soy tan lenta con respecto a la materia pero sé lo básico, lo cual no entra en ninguno de los temas que ha explicado la profesora desde que pisé su clase por primera vez.
—Casi todo.
—¿Qué es casi todo?
¿Si no lo sabe él, cómo voy a saberlo yo?
—No lo sé, Asher. —Bufo.
Él niega.
—En primer lugar, no te frustres porque haciéndolo no vas a lograr que unas simples ecuaciones se resuelvan solas. En segundo lugar, conmigo no tengas vergüenza en contarme que es lo que no te sale. Ahora soy tu tutor y necesito saber qué es lo que más te cuesta.
Asiento.
—Lo cierto es que no entendí nada del nuevo tema —comienzo a decir—. En realidad, no entendí ningún tema desde que comencé el instituto.
Sus ojos dejan la hoja con las anotaciones que copió en la pizarra la profesora Charles y me observa.
—Wow, está bien. Mejor ten un poco de vergüenza —bromea—. Sabes que eso es un problema, ¿verdad? —Suspiro. —Pero no es un problema para Asher Black.
—¿Crees que reprobaré? —pregunto con algo de temor.
—No, Cassie. Primero debo verte resolver algunas cosas y ver que tan malo lo haces. De todas formas, es cierto que vas atrasada con los temas y eso puede ser una desventaja para ti.
—¿Y qué hago?
Abre el libro y comienza a leer las páginas para copiar los ejercicios en una hoja en blanco que él comienza a llenar de ecuaciones y más ecuaciones.
—Por ahora prestar atención a lo que digo, a tus clases y practicar todos los días. Los exámenes no están cerca, pero tampoco están tan alejados. Tienes tiempo para prepararte.
Las próximas horas que siguen hago lo que exactamente pide, resolver unas pocas ecuaciones para él y unas muchas para mí. En ningún momento me ha ayudado, solo me ha ordenado que las resuelva como creo que debo hacerlas.
«Me pregunto si eso es lo que hace un tutor...»
Las dudas de cómo llegar a un resultado final han aparecido en mi cabeza cada dos por tres segundos, pero no podía preguntar siquiera algo. Asher dijo que era para ver que tal estaba, pero creo que lo está haciendo adrede mientras disfruta de verme bufar y maldecir cuando hay algo que no puedo resolver.
—¿Y bien? —le pregunto, después de entregarle mi hoja para que vea lo que llevo haciendo en un par de horas.
Su ceño cada vez se frunce un poco más a medida que observa los ejercicios que él mismo me dio.
—Creo que será mejor que te vayas haciendo una idea de que reprobarás —suelta, y mi pecho se oprime. Mi enojo también sale a la luz porque si cree eso, entonces, no debería estar perdiendo su tiempo en intentar ayudarme—. Es broma, Cassie —comenta, seguramente al imaginarse lo que pasa por mi mente—. Eres mala, pero debemos trabajar más para que dejes de serlo.
—¿Y si no logro aprobar?
Ese es mi miedo. No quiero hacerle perder el tiempo a Asher porque no voy a poder lograrlo, tampoco quiero defraudar a papá y mucho menos quiero que eso sea un impedimento para ir a la universidad el año que sigue.
—¿Estás diciendo que no lograré que apruebes?
—Tú lo has dicho, soy muy mala. Más que mala en esta materia —le recuerdo—. Dudo lograrlo.
Asher deja mi hoja y se inclina hacia delante, acercándose a mí.
—Lo lograrás. Me gustan los retos y este es uno.
—¿Lograr que apruebe Matemáticas es un reto?
Lo observo con una ceja alzada.
—Sí, y pienso cumplirlo. Y si es necesario sobornar a la profesora Charles para que eso suceda, lo haré.
Me río sin poder evitarlo con sus palabras, y él me sigue.
—¿Crees que ella acepte algo como eso? —pregunto con intriga.
Él vuelve a tirarse hacia atrás, hasta tocar el respaldo de la silla.
—No lo creo. La mujer parece ser alguien con mucha ética —responde—. ¿Acaso lo estás pensando como una opción?
Niego.
—No, pero me da curiosidad saber si lo haría.
—Pregúntale a Jerry —comenta, sorprendiéndome.
—¿Lo ha hecho?
Se encoje de hombros.
—Jerry suele reprobar muchas materias. No dudo que cuando reprobó Matemáticas haya querido sobornar a Charles o seducirla para aprobar y obtener sus días de vacaciones en la playa.