28. Bienvenida al mundo de las fiestas.
Cassie
—¡Estoy llegando! —exclamo, una vez que los minutos comienzan a transmitir de la línea.
—¡¿Dónde estás?! —grita ella, sin escuchar lo que dije antes. Tengo que alejar el celular para que el grito que lanza Helena no termine dañando mi oído.
—Estoy... llegando —vuelvo a repetir con un poco de dificultad. El estar corriendo para poder llegar a tiempo no me lo está haciendo sencillo.
—¡Espero que en cinco minutos estés aquí, Cassie Foster!
Le cuelgo sin responder a su advertencia y para que no continúe con su sermón de porqué no estoy en su casa junto a ella y Megan. La fiesta es en pocas horas, lo que significa que nos quedan menos horas para prepararnos.
Guardo mi celular en el bolsillo de mi pantalón para después detenerme en el final de la calle, observar ambos lados y verificar que ningún automóvil se encuentre cerca para poder cruzar la última calle que me queda. Lo último que quiero es que alguien me arrolle por tener prisa y morir dos veces en manos de Helena. La primera por estar llegando tarde a su casa, y la segunda, por no mirar a ambos lados antes de cruzar.
Es sábado y es el día de la famosa fiesta que tiene a todos alborotados o eso es lo que vi en las redes sociales. Los estudiantes quieren que la hora llegue para disfrazarse, estar rodeados de adolescentes de su edad, beber alcohol hasta más no poder y ligar como nunca; o esas fueron las palabras que leí en un post que relata noticias, las que ocurren en el instituto. Y está es una de esas noticias que fueron publicadas.
Al parecer, nadie había dado una fiesta hace bastante tiempo, y para todos esos chicos, bastante tiempo se traduce desde que las clases comenzarían. Antes de que el instituto abriera las puertas para los adolescentes, el grupo de cinco chicos con lo que me he jugado bromas y hablo, hizo una fiesta para despedir las últimas vacaciones y saludar a un nuevo año escolar.
A partir de allí, nadie más dio una fiesta con invitación de todo aquel que asiste al instituto. Sin embargo, sé por Megan que en las fiestas que su hermano y sus amigos hacen no solo asisten estudiantes de nuestro instituto. Ellos mismos llevan a otros estudiantes de otros institutos o Asher se encarga de invitarlos personalmente para que las fiestas sean mejores todavía, comentó ella.
Lo que no me sorprendería que en esta fiesta ocurra lo mismo. Allison, la chica que dará la fiesta, no creo que haya invitado a todos los adolescentes de Portland pero no dudo que los demás se aprovechen para llevar más personas que serán desconocidos para mí. Me pregunto si ella aceptará que unos desconocidos ingresen a su casa o hará algo al respecto. A pesar, de que esto último suena algo ilógico porque no podrá estar pendiente de cada chico y chica que quiera entrar a su hogar.
Estando cerca de la casa de Helena puedo percatarme que una figura con cabello rubio se encuentra observando por el ventanal de su habitación hacia las calles. Todavía no me ha visto, pero eso solo dura segundos para que sus ojos verdes me encuentren corriendo con dificultad, por la poca actividad física que llevo conmigo y la mochila pesada que traigo en mis hombros.
—¡Ya estoy aquí! —exclamo, llegando a tocar el jardín de su casa.
Ella desaparece del ventanal para darle lugar a la cabellera castaña de Megan, quien me sonríe en forma de saludo. Con un movimiento de manos le devuelvo el saludo sin detener mis pies hasta llegar a la entrada del hogar de mi amiga. Helena abre la puerta en el momento exacto que planeo esperar a que llegue y descansar unos segundos.
—Espero que tengas una buena excusa. ¡Es muy tarde! —chilla esto último.
—¿Si es muy tarde porque no estás cambiada? —inquiero, entrando a su casa después de que se hace a un lado para dejarme hacerlo.
—Porque el disfraz será lo último que me coloque. Recién acabo de maquillarme.
Y ahora que lo dice me percato que su rostro se encuentra perfectamente maquillado con los colores cálidos del personaje que eligió para disfrazarse, al igual que su cabello está peinado y amarrado en un moño tan prolijamente.
—¿La mujer maravilla no tenía el cabello suelto? —pregunto.
Comenzamos a subir las escaleras hacia su habitación.
—Sí, y también tenía el cabello oscuro. Mamá me ha comprado una peluca para que mi disfraz sea exactamente el mismo.
Asiento, sorprendida y ansiosa por verla con otro color de cabello que no sea rubio o azul.
Y ya que menciono aquel último color, el azul de nuestros cuerpo y cabellos había desaparecido por completo sin dejar ningún rastro de que estuvo con nosotras por varios días.
—Hola, Megan —saludo a mi nueva amiga cuando la veo peinar su cabello con ondas que caen debajo de sus hombros—. ¡Te ves muy guapa! —confieso, al notar que ella casi está lista.
El maquillaje que lleva en su rostro no es nada sutil como el que veo habitualmente, pero no es desagradable ni dramático, sino que ocurre todo lo contrario. Sus ojos maquillados con sombra negra y tonos rojizos hacen que el color de ellos llame la atención, y las impresionantes pestañas artificiales que lleva agrandan su mirar. Sus labios están pintados de una mezcla de ambos colores que transcienden en sus ojos. Sus cejas están enmarcadas con pomada del mismo color de sus vellos, haciéndolas ver más definida.