Año 2021. Nueva York, Estados Unidos.
Acababa de dejar a Alessandro en el cómodo sofá, medio dormido, muy cansado y con unas terribles heridas en la espalda que tardarían algún tiempo en curarse y posteriormente, seguro que dejaban cicatriz.
Y lo que más rabia le daba a John, era que mientras él había cargado con aquel delgado cuerpo, y lo había curado y tratado gentilmente, el nombre de otro hombre había salido de su boca.
La primera vez que lo había hecho, había sido cuando con cuidado lo había sacado del deportivo, herido y magullado. Y Alessandro, lo había llamado como si se tratase de su hermano, Giovanni Salvatore, y ahí, bueno, lo había tolerado porque después de todo ambos eran familia.
Pero la segunda vez, cuando estaba pasando un algodón desinfectante tras haberlo metido en la bañera con mucho esfuerzo y haber lavado toda esa cantidad de sangre y mugre, ese gemido erótico que soltó mientras pronunciaba el nombre de ese imbécil por alguna razón lo puso ansioso, muy celoso.
Y ahora, que había logrado dejarlo dormido, en vez de irse a su maldito apartamento se encontraba pensando como un estúpido en los Salvatore, en lo poco que se parecían ambos hermanos.
Giovanni tenía un cabello cobrizo y unos ojos verdes hipnotizantes, con un cuerpo fornido y era muy alto, al igual que Fiorella, aquella mujer que Alessandro había tratado con familiaridad, ella poseía el mismo tono de cabello y de ojos que Giovanni, un cuerpo esbelto y una apariencia de modelo.
Y aunque Alessandro no era nada feo, más que parecerse a un dios griego como aquellos dos, era más bien como uno de esos mafiosos rusos, o como uno de esos vampiros elegantes y sofisticados que se veían en las películas.
Cabello largo, sedoso, rostro elegante con nariz afilada y profundos ojos oscuros llenos de indiferencia e inexpresión, labios finos, de mujer y cuerpo delgado, no muy alto, terriblemente frágil y delicado, o al menos eso aparentaba.
Alessandro y Giovanni eran dos polos opuestos. Y al parecer, eran hermanos. Pero había algo desconcertante en ello, por los comportamientos de Alessandro hacia aquel hombre, si Giovanni no hubiese mencionado que era parte de la familia Salvatore, el propio John se habría creído perfectamente la tapadera de amantes que mostraban.
Una actuación que su cabeza al principio, interpretó como si Alessandro fuese un amante fugado, el amante huidizo del jefe de la mafia, la trama perfecta para uno de esos dramas románticos de las películas de Hollywood.
Maldita sea, tenía que investigar mejor a los Salvatore. No podía irse directamente a casa, quería saber más, porque quería proteger a Alessandro de aquel bestia que incluso lo había flagelado como si fuese a torturarlo hasta la muerte. Pero incluso, si confiaba en Alessandro, sabía que quizá, este no le diría toda la verdad y por ello, tendría que adivinar el resto por su cuenta.
John, volvió a montarse en su deportivo, que ahora olía a sangre y no pudo evitar sentirse asqueado, por eso odiaba a los mafiosos, a la yakuza, a los gángsters, a todas aquellas organizaciones ilegales que no poseían ningún escrúpulo a la hora de poner en la mirilla a alguien, pero irónicamente, él se dirigía a la sede de una de ellas como el heredero, el siguiente jefe.
Una llamada y el gerente de aquel casino, ya estaba a su servicio. El casino, pertenecía al territorio dirigido por su padre, "Legends", una de las bandas más temidas en la principal ciudad de Estados Unidos, uno de los países más poderosos del mundo.
La organización, se dedicaba concretamente a la venta de información, y los métodos para obtenerla, eran algo de lo que no se sentía orgulloso. Prostíbulos, casinos, bares, discotecas, etc. Trataban de manejar todo tipo de datos o noticias candentes que pasaran por las calles de la ciudad.
Algo que le había resultado curioso a John, fue que efectivamente, cuando conoció a Alessandro y pidió que hicieran una revisión de su historial, pues había muchas personas que podían ser potencialmente peligrosas, no encontraron nada de él.
Por lo que al principio, John solamente se acercó a él para conocer sus secretos, aunque a medida que lo iba conociendo, se daba cuenta de lo interesante que era y descubría, que no lo seguía solamente para buscar intereses, sino que más bien, le gustaba la forma de ser del chico y meses más tarde, sin darse cuenta, se enamoró.
Ahora que sabía que era un Salvatore, podría saber algo más de él, aunque era muy confuso, pues la familia Salvatore, el clan Salvatore y todo lo que tuviera que ver con ellos, era algo enigmático, misterioso.
Giovanni Salvatore hacía honor a su nombre y fama y custodiaba la información sobre el grupo de manera perfecta y debido a la buena gestión de esta, todos los grupos u organizaciones parecidas que buscasen recolectar datos, solamente encontraban lo que él quería que encontrasen.
Ahora, por lo menos, entendía porque Alessandro era como un fantasma, sin registros antes de llegar a la ciudad, con un apellido falso y un idioma que ni siquiera era el suyo natal, hablado fluidamente con vocabulario senil, viejo y anticuado.
Si era un Salvatore, eso explicaría los billetes y las falsas identidades, el porqué había sido capaz de llegar a rescatarlo e incluso de explotar toda una tropa de vehículos sin inmutarse. Debía ser un profesional.
Todo lo que él conocía del clan, era que los miembros de la familia principal eran aterradores, increíblemente buenos en muchísimos aspectos, entrenados y profesionales, con capacidad de liderazgo, algo con lo que no se podía pelear. Al igual que las personas que los rodeaban, personas eficaces, capaces de protegerlos a cada uno de ellos dando su vida si fuese necesario, que le habían jurado lealtad al clan y ocupaban los altos mandos de la organización.
Ahora, aquel gerente, un poco tembloroso y dubitativo, le estaba contando más cosas sobre ellos, como por ejemplo que;