Alexia

Capítulo 20 - Refugio

Hay épocas de la vida en las que pasan tantas cosas que te da la impresión de no poder ni respirar. Te levantas, te bañas y te vistes, el día es una confusión de sucesos, trabajos, actividades, tareas domésticas, y antes de darte cuenta, tu agotado cuerpo está fundiéndose de nuevo con la almohada y el colchón. Y luego, cuando parece que han pasado solo dos segundos, ya tienes que abrir los ojos al oír el despertador y todo se repite una vez más. Más o menos Así fue mi vida las semanas siguientes.

Tenía tantas cosas en las manos y ahora con mi recién iniciada relación con Eider parecía que nunca tenía tiempo para nada y que cada vez vivía más y más ocupada. Por eso trabajaba más y más.

En medio de todo esto, había llegado el momento de la presentación final antes de iniciar el proyecto en el que había estado trabajando tanto, y por ende, había llegado el momento de trabajar mano a mano con Damian, después de dos meses trabajando en el estudio, habíamos aprendido a evitarnos bastante bien, por eso temía este encuentro.

Caminé con paso decidido pero nervioso hasta su oficina y toqué suavemente la puerta. Escuché pasos dentro y luego su voz invitándome a pasar.

— Buenas tardes señor —Dije entrando de forma tímida —he traído el trabajo final para que lo revisemos juntos.

—Bien pasa. —Su voz firme y clara, siempre me impresionaba escucharlo hablar, quizá era porque no lo hacía a menudo, por lo menos no frente a mí.

Después de haberme ayudado en el supermercado, parecía que me esquivaba más, y la única vez que intenté devolverle el dinero que usó para ayudarme, me dio a entender que tenía suficiente dinero para revolcarse en él y que eso no significaba nada. Nunca más intenté pagarle. Pensé que después de ese día estaríamos si no bien, por lo menos en mejores términos, pero estaba equivocada como siempre.

Coloqué mis planos en su escritorio y me quedé de pie frente a él nerviosa.

—Toma asiento por favor. —Era un hecho que seguía tuteándome.

Tomé asiento en completo silencio y esperé. Su oficina era exageradamente grande para una sola persona.  Detrás de su escritorio, uno muy grande había una pared de cristal que iba del suelo al techo. A su izquierda una mesa de trabajo también muy grande y muy linda de madera oscura. Y a su derecha unos sillones con una mesita en el centro de cuero negro. Todo se veía tan masculino menos un detalle, había una pared casi ocupada del todo por cuadros llenos de paisajes formando un hermoso mosaico que le daba vida a la oficina. No fui consciente de quedarme completamente entretenida observando la habitación hasta que lo escuché aclararse la garganta. Inmediatamente dirigí mi vista a él.

— ¿Muy buenos no? —preguntó refiriéndose los cuadros.

— Son hermosos.

—Estoy totalmente de acuerdo. —Me contestó en voz baja y por alguna extraña razón me ruboricé.

—¿Y qué opina de mi trabajo?

—Estoy impresionado.

Me sentía tan incómoda allí delante de Damian, mirándome como lo estaba haciendo.

—¿Entonces cuando se empezaría con el proyecto?

— Primero es necesario una reunión con los inversionistas, presentarles nuestra propuesta, el presupuesto, analizar el terreno y después se iniciaría con las obras.

—¿Puedo estar en las reuniones que siguen? Sé que mi trabajo terminó con los planos, pero…—pregunté un poco más emocionada de lo debido.

—¿Te gustaría?

—Mucho —contesté con una sonrisa, que inmediatamente borré cuando vi su expresión tan seria ¿Nunca sonreía? ¿Por qué no?

—No veo ningún inconveniente para que estés presente, además la idea es que aprendas todo lo necesario de este mundo mientras estés aquí. —Creí ver una sonrisa después de esa afirmación, pero tan pronto como las comisuras de sus labios empezaron a elevarse volvieron a su posición habitual. Falsa alarma.

— Gracias ingeniero. No le quedare mal se lo prometo.

— Sé que no.

Con la completa incomodidad que tenía desde que entré en la habitación, me levanté dando por terminada nuestra pequeña reunión. No sabía si hacía bien o mal, pero él me provocaba una inmensa inquietud. Sentía que no podía respirar bien delante de ese hombre. Él también se levantó y me hizo un gesto de asentimiento con la cabeza, eso fue suficiente para darme la vuelta y salir lo más rápido posible muy lejos de Damian y las cosas extrañas que sentía en su presencia.




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