Mis pensamientos tardaron un poco en salir de aquel extraño hombre y la dura mirada que me dio. Decidí atribuir su comportamiento a que definitivamente era un hombre con problemas, para mí no había otra explicación para tal comportamiento, y como yo también tenía muchos de los que ocuparme, decidí sacarlo por completo de mi mente y dirigirme en busca de mí mejor amiga para consolarla.
Brad era un idiota total y aunque no entendía que era lo que Megan veía en él, ella había estado enamorada de ese tarado desde hacía un tiempo, así que era comprensible que después de lo que le dije se sintiera mal.
Entré a la cocina de la cafetería, que no era más que un pequeño cuarto equipado con todo lo que podríamos necesitar. Había un horno en el fondo, una mesa al lado de este con muchos pastelitos y dulces que ya deberían estar en el mostrador de afuera y una mesa más cerca de la puerta llena de platos, vasos y muchas cosas que necesitábamos tener a mano.
Megan estaba junto al horno seleccionando los dulces que sacaría, me acerqué a ella y la abracé.
—Perdón, no quería hacerte sentir mal.
Ella simplemente esbozó una pequeña sonrisa y me devolvió el abrazo.
—No tienes que pedir perdón Los hombres son unos idiotas, mejor no hablemos más de ellos.
—Hecho. —Sonreí
—Por cierto —esta era Megan y sus cambios repentinos de tema— ¿Ya te postulaste para las prácticas en el Estudio de Arquitectura?
—No. Y no lo haré. —Contesté e inmediatamente la solté y di un paso atrás —sabes que siempre quedan los de último año, una novata como yo no tiene la más mínima oportunidad y prefiero ni hacerme ilusiones.
—Oh Alex —respondió en forma de reproche —y tú sabes que eres muy buena, desde niña te ha encantado todo lo que tiene que ver con ese mundo y siempre estabas pendiente de todo lo que hacia tu papá y aprendiendo de él, así que no te vengas a hacer la que no sabe. Además, la única manera de tener éxito es aprender de los fracasos, y el único fracaso es no intentarlo.
—Que filosófica —bromeé, pero luego más seria añadí— ¿Y si no quedo? Sabes que bastante tengo con mi papá y las chicas y debería más bien buscar otro trabajo y…
— Para —me cortó Megan— ¿cómo que otro trabajo? ya tienes uno y esta es una oportunidad muy buena. Si no quedas entonces sigues con tu vida y te postulas en un par de años otra vez, pero no pierdas la oportunidad por miedo Alexia. Yo confío en ti ¿Por qué no puedes confiar tú en ti misma?
No le dije que hacía más de un año y medio toda mi confianza murió. El mismo día que lo hizo mi madre, que abril entro en coma y que mi Amy dejó de ser una niña dulce y llena de vida, ese mismo día que mi padre dejó de considerarnos sus hijas y a darle más importancia al alcohol que a nosotras, pero aun así me conmovieron mucho sus palabras, me alegraba saber que en medio de tanta adversidad aún podía contar con una gran amiga. Sonreí, ahora si de verdad.
—Está bien, lo haré.
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La universidad en la que estudiaba era realmente bonita, de un modo pintoresco y muy tranquilo. No tenía nada que ver con los campus de otras universidades más grandes a las que había aplicado, pero dado la situación en la que estábamos no quería estar lejos de las chicas, ni de mi papá, aunque a él le daría igual saber donde estemos cualquiera de nosotras a decir verdad.
A veces sentía odio hacia él, por derrumbarse tan pronto, por dejarnos a nuestra suerte. A mí también me dolía la muerte de mamá, pero mis hermanas me inspiraban a seguir adelante y no lograba entender por qué él no pensaba igual, por qué la persona que se suponía debía cuidarnos, amarnos, protegernos... era la persona que más nos lastimaba. Sin embargo, algo que había aprendido con toda esta situación era que solo importaba el tiempo que teníamos y lo que hacíamos con él. Y aunque era una verdadera lástima lo que él decidía hacer con su tiempo, yo no podía hacer nada para cambiar eso.
Mi tiempo era una cosa aparte, se iba trabajando por mis hermanas. Los ahorros que mis padres tenían para mi universidad se habían ido en los gastos médicos de Abril, eso junto a un programa de ayuda al que afortunadamente pudimos acceder, y ya que mi padre no quiso regresar a su trabajo, me tocaba a mí ser el adulto responsable.
Esa era la razón por la que me estaba dirigiendo a la oficina de administración para informarme sobre las prácticas de las que había hablado con Megan, y solo pensaba que en la remota posibilidad de que lograra conseguir ese puesto, obtendría una muy generosa beca.