Cuando salí del estudio de arquitectura eran las cinco y media de la tarde, así que tenía que correr para llegar a tiempo a la cafetería. Ver a Damián me sorprendió mucho, pero por suerte y según Naomi no tendríamos que verlo nunca, o casi nunca. Bien, realmente esperaba no verlo nunca, porque aunque no había dado ni siquiera señal de verme, no me creía capaz de poder o querer aguantar a diario esas miradas tan frías que me había dado en otras ocasiones.
Por otro lado, dado que poseían en mismo apellido deduje que estaba en lo cierto, Damián y Eider eran hermanos y eso se me hacía tan extraño, hacía un par de semanas no conocía de nada a estos hombres y de repente y sin pretenderlo uno no dejaba de aparecer en mi trabajo, mientras que ahora trabajaría para el otro.
Aun me quedaba algo más para terminar mi día. Mi turno de noche en la cafetería. La verdad no sabía cuánto tiempo iba a soportar más días como ese, pero sinceramente y a pesar de todo esperaba fueran muchos porque los necesitábamos.
Mi compañero de trabajo en las noches era Albert. Era un universitario también, pero sin tantas responsabilidades como yo, al verlo esbocé una ligera sonrisa a modo de saludo
—Buenas noches Albert. ¿Cómo está todo por aquí?
—Tranquilo como siempre. Te ves agotada, ¿Día difícil?
—Día imposible. —Comenté mientras pasaba detrás del mostrador y empezaba a atarme un delantal. —Hoy empecé con las prácticas en el estudio de arquitectura ¿Puedes creer que entré? Yo aún estoy tratando de asimilarlo. —Terminé con el delantal y empecé a atarme el pelo en un moño —pero aunque estoy muy feliz, hoy no he parado de correr en todo el día.
Albert frunció el ceño y parecía incomodo por un momento.
—Oye Alexia disculpa que me entrometa, pero ¿no crees que te esfuerzas mucho? Digo Tienes las clases, el trabajo, y ahora las prácticas.
Albert no sabía que trabajaba para mantener a mis hermanas, ¿Por qué lo sabría? Y yo tampoco tenía ganas de compartir esa información, así que decidí desviar el tema, o huir.
—Iré a...este, ya regreso.
—Oh, antes que te vallas, un chico te está esperando.
—Seguro es Eider —susurré sin pensar.
—¿Dijiste algo?
—No, gracias por avisar
Me retiré inmediatamente a la cocina. Entonces en verdad no se rendiría. Preparé un poco de café para mí y me tardé todo lo que pude en la cocina haciendo tiempo antes de salir. ¿Tiempo para qué? Eso es lo que no sabía.
Cuando ya no pude entretenerme más, salí y me encontré a Eider sentado en una de las sillas altas del mostrador.
—Estas aquí. Pensé que te habías perdido de nuevo. —fue su saludo tan pronto me vio.
Estaba tan guapo como siempre. Esa noche iba muy bien vestido, lo que me hizo recordar que era un doctor. La ligera capa de barba continuaba allí, su pelo igual de despeinado de un modo muy atractivo y sus ojos estaban chispeantes y alegres resaltando su color marrón.
—¿Has intentado ver a un especialista por esa tendencia al acoso? —fue mi saludo en cambio.
—Dice que ya no tengo arreglo. —Respondió con su perpetua sonrisa.
—¿Por qué sonríes tanto?
—Es inevitable no hacerlo cuando estas cerca.
Escuché un sonido de burla y me percaté de que era Albert que estaba escuchándonos, pero a Eider eso parecía no importarle.
—Tus intentos de flirtear no me impresionan ¿Lo sabías?
—Ouch, un duro golpe a mi ego.
—No sabía que tenías uno. —Dije sonriendo yo también, la verdad es que era muy fácil hablar con él. Todo lo contrario a Damián. Lo que me recordaba…
—Una pregunta ¿Tu hermano es por casualidad el presidente de Dika Studios? —El rostro de Eider se oscureció inmediatamente.
—Así es. ¿Por qué? ¿Lo conoces?
—No, no mucho. —Respondí tímidamente por el cambio que se produjo en él.
Parecía ser un tema delicado para tratar y como no tenía nada más que decir me quedé en silencio un rato hasta que él se animó a hablar de nuevo. Solo que no esperaba escuchar sus siguientes palabras.