Alfredo

EXTRA___No quiero que sean...

Perse (Madre de Alfredo)

Mire a mi marido acostado, tranquilo, durmiendo como si fuera un bebé, como si no hiciera nada malo, cada día.

Odio los que está haciendo.

Me levanté de la cama, aún sin apagar el televisor, estaban dando una telenovela que se había convertido en una de mis preferidas.

Estaba por llegar a las escaleras, para ir a la cocina y tomar un vaso de agua, unas voces me detuvieron ¿Mmm?

¿Estará hablando con sus primas? Sabía que él se iba a dormir entre las nueve y las nueve y media, apenas eran las ocho.

Yo siempre me dormía a las nueve, la hora en las que termina la novela, después de todo debo levantarme a las seis para hacer una videoconferencia del trabajo y hacer el desayuno para mi, mi hijo y mi esposo.

“Sólo son las ocho, te traemos a las diez y nada pasa, las clases comienzan a las siete así que tienes... ¡Ocho horas! Justo lo que un estudiante debe dormir” Escuché una voz masculina.

¿Mi hijo tenía visitas nocturnas? Más importante: ¿Se estaba por las noche? ¿Cuando pasó esto? ¿No es la primera vez?

Mil preguntas más estaban rodeándome, acusándome de ser mala madre, justo con mi cuñada, aquello que siempre he esforzado en no ser... ¿En dónde me equivoqué?

“Cuanto quisiera que mis perros ya fueran adultos, a ver si se meten en un propiedad privada sin permiso” Escuché la voz de mi hizo comentar...

Me alivie, parecía que él no se fugaba en las noche quien sabe a dónde... Si, mi hijo no era así ¿Por qué había pensado eso? Ah, verdad, su orientación sexual...

“Ayyyyy... quién pensaba que era mi amigo me quiere matar, sabiendo que le tengo miedo a los perros. Que traición” La voz distinta a la de mi hizo se lamentó en un tomo muy dramático.

“¿Se van a ir?” Preguntó mi hijo.

Así que él no planeaba irse, sino que ellos habían llegado aquí y trataban de llevarlo y llenarlo de no sé qué... ¡No! Yo sé que él ni haría eso... aún así toqué la puerta, tenía derecho a saber.

Aunque algo me decía que no lo diría.

En vez de que dirija algo, escuché un grito seguido de otro grito, esta vez de mi hijo, entre con el corazón asustado y las manos temblando ¿Algo le había pasado?

Cuando lo vi, a mí mente llegaron esos malos recuerdo que solo quería hacer desaparecer de mi mente, de todo ese proceso doloroso, así que lo primero que hice fue comprobar que estaba bien. Le pregunté sobre las voces escondiendo bajo ‘ruidos extraños’ y claramente sobre la ventana abierta.

“Vi una cucaracha, por eso abrí la ventana pero... Voló hasta mi cara” Esa fue su mentira, muy bien hecha. tal vez en otra situación me lo habría creído pero ahora... la verdad no.

Después de todo se la verdad, le seguí el juego para no molestarlo, quería proteger algo. Alguien. Supongo que aquel chico que había despertado su corazoncito.

Miré su cama, había un cuaderno allí, lo mire fijamente antes de recogerlo y leerlo por encima. ¿Tenía dificultad con esto? Hace tiempo no me preguntaba nada.

“¿Se te dificulta este tema, bebé?” Pregunté, leyendo su cuaderno con una pequeña sonrisa que de seguro no debía de notar.

Tal vez le podía ayudar como en aquellos tiempos donde me pasaba preguntando cómo si yo fuera la más sabia. Era frustrante en ese momento, ahora lo extrañaba un poco.

“No, mamá” Respondió, yo oculte mi decepción “Se me dificultaba uno de ayer”

Ayer... Ahora también ocultaba tristeza, lo había dejando solo y lo había ignorado desde que había llegado al colegio excepto por las comidas, allí se las dejaba o se las llevaba a su cuarto. No dejaría que se pasará una comida aunque estuviéramos molestos unos con los otros.

¿Y todo por qué? Sólo porqué tenía preferencia por su mismo sexo y no me atrevía a llevarle la contraria a Juan José.

Cerré el cuaderno y fui hasta la puerta, no sin antes revelar que sabía que estaba pasando.

“De joven nunca me escapaba de casa, ya sabes que no debes seguir cucarachas que en el día puede salir siempre que termines tus tareas y deberes. Duerme bien, hijo”

Sin esperar una reacción que sabía que no vendría, me fui y baje hasta el primer piso, dónde estaban los dos perritos dormidos, hoy le había dejando dormir adentro, en un cartón con un pedazo de trapo antes vestido.

Salí de la casa y me encontré con un joven mirando a las estrellas escasas del cielo por los cielos contaminados, camine hasta el y me agache un poco.

“Hola, ¿Eres el chico que le gusta a mi hijo?” Pregunté, con voz tranquila.

Él me miró con una sonrisa, antes de abrir los ojos y tratar de moverse, le dolió y se quedó nuevamente quieto.

Eso que cayó en un arbusto, qué alivio al caída.

“No, soy el amigo de ese chico”

Saque de mi ropa ya pastilla, la que originalmente debía de tomar, pero que se me había olvidado hasta ahora.

“Dile a tu amigo que no quiero que sean mala influencia para mi hijo, no importa si hasta hacen cosas sucias pero no quiero que mi hijo tome o beba alguna sustancia rara perjudicial para la salud ¿Entiendes? Ah, la pastilla es para el dolor” Me levanté.

“¡Que insultó, señora!” exclamó

“Se te nota que eres drogadicto al igual que otros chicos que estaban contigo. Sé que están en un abismo, pero no quiero que arrastren a mi hijo” Dije, con más seriedad de la que pretendía mostrar

“¡No me puede decir nada! ¡Usted y su marido me están deprimiendo a Alfredin! Sólo quiero quitar un poquiiiito de esa tristeza” Atacó con el ceño fruncido. Justo donde me dolía.

“Eres buen muchacho, lastima que estás... ¿Cómo es que dice mi cuñada? Ah, sí. Jodido” Le ayudó a levantarse “Jamas traten de cambiar a mi hijo, si me entero de que usted lo están tratando de cambiar, se las verán conmigo ¿entiendo?” Advertí sacudiendo el polvo de la parte de atrás.

“JAJAJA, ¿Qué acaso no sabe que su hijo parece tener la máscara más falsa del mundo? Estoy así... de ayudar a quitársela y ver si es conveniente para mi amigo” Exclamó “¿Usted trata de proteger una farsa?”




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.