Cuando llegamos a la dirección, veo una fila de personas, deduzco que estas esperando un bocadillo para merendar. Bajo de carro, abrocho mi saco un poco más, los vientos del frio hacen que se me congele un poco la cara.
—Mamá, ¡ya no puedo más! —escucho una voz de una pequeña, e inmediatamente me volteo y veo a una señora con una niña en brazos, ella trata de cubrirla con su cuerpo.
Me desabrocho el saco sin pensarlo, me acerco a ellas y las cubro con él, después me quito el gorro y los guantes.
—No señorita, usted se congelará. —me dice con su voz amable.
—No se preocupe, puedo con ello.
Ambas se cubren con el saco, la niña se pone el gorro y la madre los guantes, les ayudo a levantarse de la acera para poder abrirles paso en el refugio.
—Todos estamos haciendo fila, llevamos rato. —se quejan unas personas a mis espaldas.
—Ellas necesitan un poco de calor, solo las dejare que entren.
Ellos asienten y me dan paso para entrar al refugio con ellas.
Ya adentro, las apoyo con unas mantas que están en unos catres, ambas se abrazan para tener mas calor en sus cuerpos y al final me dan una sonrisa.
—Iré a buscarles algo de comer.
Me escabullo entre las personas hasta llegar al frente de la barra del buffet, unas personas con cubrebocas rojos están sirviendo la comida.
Me pongo delante de un señor con chaleco de militar, esto después de darle 50 dólares para que tuviera la amabilidad de no delatarme por meterme en la fila.
—¿Qué le servimos? —una voz masculina me pregunta.
—Dos platos de sopa y espagueti. —pido un poco nerviosa.
—¿Clara?
Inmediatamente levanto mi mirada para encontrarme con aquellos ojos color verde que le pertenecen a Dylan.
—¿Eres el mesero? ¿cierto? —hago como que olvide su nombre.
—Si, Dylan.
—¿Mesero? —pregunta una mujer mayor.
—Nada madre, olvídalo.
—Rápido niña —dice un poco molesta la señora —¿qué te servimos? —pregunta —aunque te ves bien vestida para estar aquí.
—Dos sopas y un plato de espaguetis.
Molesta me entrega una bandeja con la comida, —Gracias —digo para retirarme con aquella mujer y su hija.
—Aquí tienen, —les entrego la comida.
Toman con delicadeza la sopa, sin cuchara, se la devoran del plato directamente, después el espagueti con ambas manos y desesperación.
Esto me hace pensar en demasiadas cosas, pero las principales son:
1, no siempre se nace con privilegios.
2, ¿habrá sido Dylan quien me dio la dirección para encontrarlo?
3, debo de ayudar a esta señora y a su hija.
—Gracias, por todo señorita, no tengo como agradecerle.
—No tiene que, lo he hecho de corazón.
Me siento a un lado de ellas para que me cuente un poco de cómo es que terminaron aquí, para así poder buscar la manera de ayudarle.
Entre las palabras que compartimos, en ocasiones volteo a Dylan, quien después voltea a mí, y así intercambiamos un poco las miradas.
—Pero para navidad —su voz me hace prestarle más atención —quería que mi hija, aunque sea tuviera donde dormir cómodamente.
—Le prometo que les ayudare. —sonrió y me levanto, cuando me doy la vuelta choco con una persona que me tira algo caliente a la ropa.
—Lo siento tanto.
—¿Rogelio? —me sorprende por completo ver a mi ex aquí, siendo que el siempre estuvo en contra de estos lugares de ayuda a los necesitados.
—Clara, ¿Qué haces aquí?
<<Eso mismo me pregunto>>. Pienso.
—Pasaba por aquí y decidí ayudar.
—Ya somos dos. —dice mientras me entrega su chaqueta para que me la ponga encima de mi ropa mojada.
—Hola. —saluda Dylan acercándose a nosotros.
—Hola. —me sonrojo un poco.
Un momento incomodo se hace presente entre nosotros —trágame tierra y escúpeme en Asgard con Thor. —pienso.