Después de aquella noche en la que jugamos el juego de las 100 velas, mi vida cambió por completo.
Murazaki no era el único chico del orfanato que era perseguido por un espectro, también me perseguía uno y era de los más horribles en ese entonces. Los primeros días trataba de ignorarlo y sus intentos por llamar mi atención con balbuceos y apariciones repentinas, fueron cada vez más molestas.
Cuando no pude soportarlo más, solté un grito al aire.
"¡¿Qué quieres de mí?!", exclamé con enfado hacia el fantasma.
El espectro se señaló a sí mismo y respondió con dificultad, con una pregunta: "¿Quién... soy?"
"No sé quién eres.", afirmé. "Ni siquiera sé quién soy."
"Ayúdame." El espectro murmuró.
¿Qué podía hacer un joven que estaba por cumplir 15 años la semana que viene y que vive aparentemente cautivo en un orfanato? Mi juventud no sería un buen aliado para ayudar al pobre espectro, no podría meterme en asuntos pata adultos con tanta naturalidad. Mi apariencia tampoco ayudaba demasiado.
Caminé acompañado del espectro hacia el árbol en donde había conocido a Murazaki y lo observé de pies a cabeza; los rayos del sol que iluminaban el triste jardín del orfanato, atravesaban el traslucido cuerpo del espectro.
"Me imagino que no tienes un nombre", comenté.
El fantasma bajó la cabeza.
Era tiempo de pensar en un nombre. Jamás imaginé que estaría en la misma situación que Isabelle cuando me conoció.
"¿Qué te parece Nanashi?", propuse.
El espectro levantó su cabeza. Aquel rostro que lucía irreconociblemente hinchado en nuestro primer encuentro, ahora lucía diferente; la hinchazón de la parte inferior de su pálida cara había desaparecido y una tenue sonrisa hacía el intento de embellecer el rostro del espectro. Creo que él y yo no éramos tan diferentes. Su sonrisa era más original que una respuesta asertiva.
Recuerdo que después de que Isabelle me diera un nombre, ella explicó su propio por qué. ¿Debería hacer lo mismo?
"¿Te digo por qué te llamas temporalmente Nanashi?", pregunté.
El espectro asintió con la cabeza.
"No es tan original como piensas que es", respondí. "Murazaki es japonés, su nombre lo delata si sus rasgos te crean dudas. Él habla dos idiomas a la vez y me enseñó que 'Nanashi' significa 'sin nombre', al igual que otras palabras. Me encantó esa palabra cuando la escuché, planeaba nombrar así al perro que adoptaría cuando cumpliera dieciocho y saliera de aquí".
Los días que faltaban para mi cumpleaños cada vez se reducían. En el orfanato acostumbrábamos a festejar los cumpleaños con una pequeña tarta, a las espaldas de la señora Blair y en compañía de la señorita Elizabeth. Cuando el día llegó, fue entre semana.
Isabelle me pidió la última vez que nos vimos, que fuera a su casa tan rápido como fuera posible el día de mi cumpleaños. Según ella, haría todo lo posible para sacar a su padre y a los profesores de su casa.
Todo salió a la perfección. La señora Blair tuvo que salir desde muy temprano del pueblo para arreglar asuntos que tenían que ver con el orfanato y le rogué a la señorita Elizabeth que me dejara ir con Isabelle a cambio de la tarta, ella finalmente accedió.
Isabelle me recibió en la puerta de su mansión, Nanashi vino conmigo.
"Un día como hoy, 4 de junio, nació mi felicidad."
Dijo Isabelle con una sonrisa de oreja a oreja y se lanzó de su silla hacia mis brazos.
"No nací exactamente hoy, Isabelle. ¿Esto sería como un segundo nacimiento?", cuestioné.
"¿Es tu novia?", preguntó Nanashi y continuó "¿Por qué no me dijiste que era tu cumpleaños? ¡Habría preparado algo!"
"Solo somos amigos", volteé a ver a Nanashi "No sentí que fuera necesario decirte que hoy es mi cumpleaños."
La cara de Isabelle aquel día, cuando me vio conversar con Nanashi, nunca la olvidaré. Lo lamento, pero fue realmente gracioso y fue complicado mantener mi seria postura.
"¿Con quién hablas?", preguntó Isabelle al dejarla reposar sobre su silla de ruedas.
"¿No puedes verlo?", crucé miradas con Nanashi. "Es verdad. Que estúpido soy, nunca te lo dije."
"¿Decirme qué?", Isabelle frunció el ceño.
"Desde que tengo memoria, puedo escuchar las voces de los seres que alguna vez pisaron la tierra del mundo de los vivos y cuando me resigné a este destino, comencé a verlos". Expliqué.
"¿Eso quiere decir que...?", La cara de Isabelle palideció.
Nanashi estalló de la risa, esas carcajadas eran tan llamativas que fue inevitable voltear a verlo. Su rostro estaba completamente desinflamado y sus ojos podían abrirse y cerrarse con normalidad.
"¡Dios!", Nanashi Exclamó. "¿Por qué nunca le dijiste? ¿Eso quiere decir que soy el primero en saber tu secreto?"
"¿Por qué debería contarle algo así? Obviamente eres el primero en saberlo.", respondí.
"¡Pero soy tu amiga!", Isabelle frunció el ceño.
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Editado: 03.09.2020