Jugaba sola.
Aunque tenía todos los útiles, nadie quería acercarse a mí, ya que decían que era rara. La profesora dijo que el trabajo en grupo, pero yo me encontraba sola. Ni siquiera me paré para buscar un compañero, solo veía como todos se divertían, sin embargo, dos chicos se acercaron a mí con una gran sonrisa. Por más loco que suene, uno de ellos no traía los materiales, Liam. Él venía de una familia en la que sus padres trabajaban sin parar para poder pagar el colegio.
El otro niño se llamaba Mario, alguien que por más alegre que lo vieras, estaba triste por dentro. Su familia era disfuncional. Su madre era dependiente del padre de Mario, era sometida a hacer cosas que no quería hacer y también era agredida por el padre.
Al acercarse a mí, los dos preguntaron si podían hacer grupo conmigo. No sabía que responder, así que, Liam me dijo que pestañee dos veces si era no y una si sí. Me puse tan nerviosa que pestañeé cuatro veces. Ellos dos se rieron y me dijeron que no habían entendido, que qué significaba eso, que sí o que no. Me armé de valor y sin darme cuenta grité con los ojos cerrados:
—¡Sí!
Todos voltearon a verme. Yo me sentaba al fondo.
Liam y Mario se rieron de nuevo, me propusieron ser amigos. Liam estiró su brazo, yo dudé, pero acepté.
Los años pasaron, todo era felicidad entre los tres. Aunque, pasé más tiempo con Liam. Mario decía que no había ningún problema ya que supuestamente tenía cosas que hacer.
Al crecer, a la edad de 14 años, fuimos a una feria. Esta tenía una cabina de fotos, Mario insistió para ir, pero yo no quería. Luego de eso, Mario se fue a traer bebidas. Mientras iba a hacer eso, Liam me rogó para tomarnos fotos. Acepté. Pensé que sería divertido.
Había olvidado que Mario se había ido.
—Y hacemos... caras extrañas, en tres, dos, uno...
Luego de eso paseamos por todo el lugar. Fuimos a los juegos y nos divertimos. Hasta que... Me detuvo. Recordé que Mario fue por las bebidas.
—Liam. —Volteé a verlo.
—¿Qué pasa?
—¿Y Mario?
—¿Mario? No lo sé.
—Ja, oh por Dios. Hay que regresar. —Caminé hacia la dirección contraria.
—No. Él se fue.
—No, lo dejamos.
Convencí a Liam para ir a buscarlo. Pensé que estaría en el mismo lugar en donde lo dejamos.
—¿Qué fue?
—Nada, solo...
—Te demorabas demasiado, no podíamos esperarte.
—Eso... —dije en voz baja.
—¿Entonces es mi culpa?
—Claro, siempre te demoras.
—Ja, ¿qué mierda?
—Chicos... Es solo un malentendido.
Mario dirigió su mirada a mi mano. Vio las fotos.
—Ja, esto tiene que ser una broma... ¿Qué es eso? —Señaló a mi mano.
Escondí mi brazo, lo puse detrás de mi espalda.
Recordé que Mario quería hacer eso.
—Solo es...
—Nos tomamos fotos, ¿qué tiene eso? —dijo Liam de mala manera.
—Yo fui el que lo propuse —dijo Mario mientras se señalaba.
—Pero yo lo ejecuté.
—Ja, vamos —Mario volteó a ver a otro lado—. Liam, sabías que yo quería hacer eso, ¿por qué mierda lo hiciste? Se supone que somos amigos.
Liam cerró los ojos y suspiró. Abrió los ojos y se acercó a Mario. Le susurró:
—Lo siento mucho, amigo.
—Chicos, ¿qué pasa? Se supone que hemos venido a divertirnos.
—Lisa, por favor, no te metas —dijo Liam.
Fue la primera vez que sentí que eso era real, vi la tensión generada.
Respiré profundo y caminé entre ellos. Quería que toda estar mierda se acabe. ¿Por qué pelearon en ese momento?, aún me lo pregunto. Miré al cielo, estuvo azul ese día, se podían ver las estrellas en su máximo esplendor.
Seguí recto. Y mientras seguía con la mirada al cielo, no me di cuenta y choqué con Sebastián.
—Oh, lo siento. —Retrocedí.
—Ja, ja, no te preocupes, Lisa. —Sonrió.
—¿Sebastián?
—Sí, ¿qué haces por aquí?
Sebastián había ido con algunos amigos. Él me propuso irnos juntos, como vivíamos al lado, acepté y dejé a Liam y Mario parados.
Cada vez que salía de mi casa para ir al colegio, Sebastián me acompañaba, pero eso no era motivo para que Liam y Mario también vayan a recogerme. Un día nos cruzamos. Recuerdo que ese día me levanté temprano por eso Sebastián no tuvo que esperar por mucho tiempo. Mario y Liam vieron como Sebastián cargaba mi mochila. Recuerdo aún sus expresiones.
Eso fue algo que nunca había dejado hacer a ninguno de los dos.
El tiempo pasó rápido, ya era Halloween, Liam y Mario querían vestirse en pareja, sin embargo, yo no quería. Les dije que me daba vergüenza, que eso era para niños. Los dos lo afirmaron. Aunque cuando Sebastián fue a mi casa para preguntarme si quería celebrar Halloween con él y vestirnos en pareja. Acepté.
Solo acepté porque Sebastián tenía un buen convencimiento.
Liam y Mario vieron las fotos que me tomé con Sebastián y su hermana en las redes sociales. Sebastián fue quien las subió. No sabía que se enojarían por unas fotos... Me parecía algo tonto.
—Ahora se supone que uno cancela sus planes para que vaya con otra persona.
—¿De qué hablan? ¿Algún chisme? —Sonreí.
—Vamos, vamos, Mario. —dijo Liam y puso su brazo sobre su hombro de Mario. Hizo un susurro que parecía gritado—. ¿Estás seguro de hacer esto?
—No lo sé. Tú lo propusiste.
—Bueno, tienes razón, pero tú me seguiste.
—¿Y eso qué?
—¡Chicos, puedo escuchar todo! ¿Qué pasó?
Liam se acercó.
—Pasó esto. —Me mostró las fotos de esa noche.
—Oh, sí. Me olvidé decirles, me disfracé de...
—Lo sabemos, lo estamos viendo —dijo Liam.
—Explicaciones, señorita —dijo Mario mientras golpeaba la mesa.
—Solo pasó y ya. No lo planeamos.
—¿Y nosotros?
—Vamos, ustedes querían que yo decida con qué conjunto ir, si el tuyo o el de Mario. Ustedes tienen familia, yo no.
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Editado: 10.06.2022