¿algun dia dejara de doler?

Nada dura para siempre, nada sigue igual

Era largo el camino hacia la nueva ciudad a donde Stella y su madre Marisse se mudaban y el paisaje a medida que se acercaban se volvía más y más hermoso.

El verde de las montañas era muy hermoso pues gracias a la gran vegetación este se adornaba de distintos verdes, cuando la madre de Stella le dijo que se mudarían y que técnicamente eso sería al otro lado del mundo ella se negó, rotundamente, no le gustaba aquella idea; sentía pánico al saber que lo poco que tenía lo tendría que abandonar. Y no es que fuese mucho, solo que le causaba nostalgia abandonar el único lugar el cual había sido su hogar por 17 años. Aún así su madre no parecía querer cambiar de opinión, aquella idea d seguir cerca de su ahora ex-marido le daba una repulsión total quería alejarse y olvidar todo lo vivido de los últimos años y meses.

Stella conocía muy poco sobre Gales, aunque nació allí, desde los dos años hasta la actualidad los vivió en California, el cambio de verdad era brusco, pues de vivir en un lugar cálido a pasar a un lugar muy frío, era demasiado al menos para ella.

Una vez su hermano le contó lo hermoso que era vivir en Gales, el había nacido ahí y vivió por más tiempo que ella ahí, justo en Gobaith, pues los padres de Eris eran Galeses al igual que su madre, a excepción de su padre, pues el era Norte Americano.

 

A lo mencionado por su madre el lugar donde vivirían era la antigua casa de sus abuelos maternos, según su madre era bellísima y cerca del el había un lago mágico y por lo poco que ella sabía, en uno de sus libros favoritos era mencionado, Cassandra Clare se ambiento en ese lugar en su libro Princesa mecánica. Si Stella era sincera era la única razón por la cual se animaba a vivir en Gales, y bueno ahí estaba a unos kilómetros de distancia para llegar a ese pueblo, sentada en el asiento del copiloto pegada a la ventanilla sacando vapor de ella para juguetear garabateando dibujos en la ventanilla con lo empañado del vidrio. Estaba un poco impaciente, la carretera la ponía un poco triste, ya que desde que llegaron todo el cielo estaba nublado y así seguía; y parecía no querer cambiar.

—Este seria un buen lugar para que los Cullen vivieran— Pensó Stella.

Hubo un cambio de panorama, un cambio brusco pero hermoso; de un momento a otro el paisaje cambió volviéndose aún más verdoso, los árboles ahora cubrían la mayor parte de su alrededor, inclusive el clima se sintió distinto, se volvió aún más frío, Stella no supo en qué punto de la carretera inició a ver luces colgadas en el camino, en su mente le recordó un lugar de fantasía, era verdaderamente hermoso.

Llegaron a la entrada del pueblo y un cartel grandísimo las recibió.

“Welcome to Gobaith Side” el cartel estaba adornado con flores de colores muy vivos y el musgo le cubría una parte de él.

—Ma, ¿viviremos en un cuento de hadas? — Stella no pensaba intencionar aquel comentario, pero por costumbre lo termino haciéndolo inconscientemente sonando como sarcasmo.

—Stella comportate quieres, el pueblo es bonito, te va a gustar. —Dijo su madre con un tono un poco autoritario.

—¿Que?, es una simple expresión. sabes a lo que me refiero.—Stella se encogió de hombros tratando de no darle importancia.

—Pues tus expresiones requieren siempre gran cantidad de negatividad.—Eris le dirigió una mirada de soslayo.

—Supongo que tienes que agradecerle a papá, digo soy tan parecida a el ¿no?

Eris la miro con la cara roja de coraje, ese tema era casi imposible de tocar, pero Stella se las amañaba para hacerlo, no intencionalmente.—Cuantas veces te lo voy a repetir Stella, tu padre está prohibido mencionarlo.—Stella se la pensó seriamente en volver a contestarle, pero mejor optó por quedarse callada mirando el bonito panorama, una parte de ella se seguía sintiendo muy sentimental. Tenia que adaptarse más a todos los cambios que estaba pasando, pero era tan difícil.

En cuestion de minutos el auto aparco frente a una casa de dos plantas, la fachada externa daba a entender que por dentro aquel lugar era frío, la casa era grandísima y por lo poco que miro Stella tenían un gran patio también. La casa era muy hermosa, tenia un acabado muy rustico y a la vez moderno, y por supuesto estaba llena de plantas

Parecía un cuento de hadas, aquel que la pequeña Stella le hubiese hecho muchísima ilución estar ahí.

Stella hecho un vistazo a las casa de su alrededor y de verdad empezaba a amar todo lo que miraba todo era increíblemente hermoso a sus ojos, aun que la belleza es subjetiva, ella estaba segura de que cualquier tipo de persona amaría esta lugar.

Entrando a la casa iba recordando los lugares por las fotografías que esta tenia de pequeña, también recordó que cuando era un pequeña adoraba que su hermano le contara historias sobre aquel lugar, el siempre hacia que todo lo que viera lo hiciera de manera mágica, un sentimiento de tristeza la envolvió, aun le extrañaba y mucho.

El grito de su madre la saco del pequeño trance en el que estaba.

—¿Desempacaras tus cosas o me ayudaras aquí?—Marisse, su madre pregunto.

Después de aquel incidente con el padre de Stella la relación con su madre se volvió afectada, y aún no entendía el porque. Su madre cambio mucho, después de todo se divorci-o del padre de Stella y quizó cambiar de aires, volviendo a su lugar de nacimiento.

—Subiré a mi habitación— Stella le respondió y subió por las escaleras al segundo piso.

Al entrar a su habitación un sentimiento de soledad le invadió, estaban empezando de nuevo, viajando desde muy lejos hasta aquí para dejar el pasado atrás, pero era doloroso para ella, un le dolía como una herida abierta sin poder curar.

La habitación era completamente blanca sin ninguna decoración, en ella se encontraba una cama y también un gran ventanal con una gran vista hacia la ventana de los vecinos. Una suave melodía a piano llego hasta los oídos de Stella, se alcanzaba a escuchar poco, quien sea quien fuese, de verdad sabía tocarlo, lo hacía demasiado bien.




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