El frío me recorría el cuerpo, se metía por mi armadura y me quemaba los huesos. Las montañas eran enormes y estaban llenas de nieve. Empezamos a caminar hacia ellas, costaba y mucho. La nieve caía con furia y el avance se hacía casi imposible debido a que la capa del manto blanco era muy gruesa.
— ¡Hace un frío del carajo!— le grito a Jack debido a que el viento ruge con enfado. Él asiente y me extiende la mano, ya que me estoy quedando atrás.
Seguimos luchando contra la tormenta de nieve que se levantó, que suerte de mierda tenemos. Me pregunto cómo es el Jurian, es decir, Jack dijo que cambia de forma dependiendo a quien tenga en frente, pero, ¿Cuál es su forma original? Todo en este lugar era extraño. Me tropiezo y caigo en la nieve. Mierda, esta fría. Jack se me acerca y me ayuda a levantarme.
— ¿¡Estas bien!?— Yo asiento quitándome la nieve del pelo— ¡Ya casi llegamos!
Dejamos de vacilar y continuamos, esta vez con cuidado, no quiero caer de nuevo. Estas montañas están lejos, parecían cerca cuando atravesamos el bosque. Después de una larga caminata, por fin llegamos a unas escaleras de piedra. Me siento cansada, siento la mugre sobre mí y el cabello se me pega al cuerpo, sin mencionar el frío. Me tomo un breve descanso, levanto mi vista hacia el cielo y con dificultad, diviso una extraña ave de color negro. Nos observa. Le golpeo a Jack y señalo al ave. Él se acerca más y muestra expresión de miedo.
—Ven, rápido— me jala del brazo y nos escondemos detrás de unas rocas. El ave baja, más que ave es una especie de dragón. Es grande y olfatea el suelo. Comienza acercarse a nosotros.
—Eh Jack...— le susurro y él hace un gesto con la mano de que me callé.
—No va encontrarnos, él viento es indeciso y perderá el rastro— me musita con la vista al frente.
El dragón-ave vacila unos segundos y sí, Jack tiene razón, pierde el rastro y se echa a volar. Esperamos unos segundos y salimos.
— ¿Qué quería esa cosa?— pregunto apuntando con mi dedo pulgar.
—A nosotros— se acomoda su espada— viene de Oscuridad, seguro lo enviaron...— su tono es preocupante.
—Te refieres a que, saben que estamos aquí y que planeamos— digo con un poco de duda.
—No creo que sepan que estamos planeando, pero sí a dónde vamos— me calma y yo suspiro.
—Bien, eso es algo bueno. ¿Ahora qué?— me encogí de hombros.
—Ahora...— señala las escaleras de piedra— Debemos subir.
—Carajo...— me quejo, las piernas me duelen.
—Vamos, no pasamos la nieve para nada— le hago una mueca, suspiro y le sigo.
Empezamos a subir, yo a paso lento. Los escalones son altos y me cuesta subir, en cambio Jack, lo hace sin problemas.
—Los escalones son muy altos, ¿El Jurian es alto?— jadeo.
—No lo sé, jamás vi al Jurian— me informa. Yo suspiro y continuamos el camino en silencio. Me pongo a pensar en mi tía y los demás, ¿Qué harán ellos? ¿Sabrán que desparecí? ¿Me buscaran? Por primera vez extraño las charlas aburridas y tontas de Darling y las chicas, cuando regrese las tratare mejor, debo ser menos egoísta y más amable. ¡Vaya Alice, que cambio tan positivo! Al carajo, después de que casi me condenan a ser devorada, me quieren secuestrar y más de una criatura ha tratado de matarme, empiezo a valorar más la vida. No es un pensamiento filosófico, es algo de moral.
—Ya llegamos— me comunica Jack, alejándome de mis pensamientos.
—Mis palabras favoritas del día— río exhausta. Él sonríe.
Frente a nosotros hay una casa, sí una casa en medio de las montañas. Esta escondida dentro de las piedras, se ve normal, nada tétrico ni fuera de lugar.
—Aquí vamos— me dice Jack y yo asiento. Nos acercamos a la puerta y Jack vacila antes de golpearla, lo hace en tres golpes. No pasa nada. Jack vuelve a golpear y se oyen ruidos en el interior, objetos caídos y quejas, nos miramos confundidos.
— ¡Visitas!— grita una voz muy peculiar y al abrirse la puerta, veo un niño. Un niño de unos ocho o diez años. Me quedo atónita, sabía que podía esperar cualquier cosa pero, ¿Un niño?, ¿Por qué un niño? Es de estatura baja, lleva un abrigo a cuadros y tiene poco cabello.
—Hola— sonríe Jack. Yo hago un gesto con la mano
— ¡Pasen, no se queden afuera, hace mucho frío!— exclama en emoción y nos toma las manos, jalándonos hacia adentro. El interior es normal, totalmente normal, nada fuera de lugar. Muy hogareño. Una chimenea ardiendo, una pequeña mesa con dos sillas. Platos sucios y un librero.
— ¿Vives aquí sólo?— me volteo hacia él.
— ¡Oh sí! La soledad es mejor compañía— aclara sonriente— siéntense, siéntense— nos lleva hacia un sofá, que juro no estaba ahí antes. Jack y yo tomamos asiento, él se acerca una silla, nos sonríe con ganas—. No he tenido visitas desde hace milenios— ríe.
— ¿En serio?— me acerco.
—Sí, mis últimos invitados fueron un hombre y una mujer, esperen... ¡Cómo ustedes!— sisea— Les serviré algo, espérenme— sonríe y se dirige a la chimenea, de ella cuelga una gran olla. Otra cosa que no estaba ahí antes. Yo paseo mi vista por el lugar... me detengo cuando veo unos cráneos, dos cráneos y un par de huesos debajo de una alfombra. Me quedo helada, pueden estar ahí hace años.
—Jack...— le susurro entre dientes. Él me mira y le señalo con discreción los huesos. Él frunce el ceño y yo musito— ¿Son el hombre y la mujer...?
—A veces me siento sólo— dice Jurian acercándose—, pero está bien, las montañas son buena compañía— trae una bandeja con dos tarros sucios. Yo vacilo—. Adelante— nos persuade y tomamos la taza, a mí me tiemblan las manos.
—Gracias— sonríe Jack, yo igual. Él empieza a beber el líquido, yo con miedo lo imito. Tiene buen sabor, debo decir.
—Es una bebida que yo mismo hago, sabia de árbol llorón con sangre verde de las ninfas— asiente y yo me atraganto.
— ¿Sangre de ninfas?— toso un poco y frunzo el ceño.
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Editado: 20.11.2021