¡y sufrió un gran apuro!
Todos los caballos del Rey,
todos los hombres del Rey,
¡ya nunca más pudieron
a Humpty Dumpty sobre su alto muro
tronando ponerle otra ver!
--Esa última estrofa es demasiado larga para la rima --añadió, casi en voz alta, olvidándose
de que Humpty Dumpty podía oírla.
--No te quedes ahi charloteando contigo misma --recriminó Humpty Dumpty, mirándola
por primera vez-- dime más bien tu nombre y profesión.
--Mi nombre es Alicia, pero...
--¡Vaya nombre más estúpido! --interrumpió Humpty Dumpty con impaciencía. --¿Qué es
lo que quiere decir?
--¿Es que acaso un nombre tiene que significar necesariamente algo? --preguntó Alicia,
nada convencida.
--¡Pues claro que sí! --replicó Humpty Dumpty soltando una risotada: --El mío significa la
forma que tengo... y una forma bien hermosa que se es. Pero con ese nombre que tienes,
¡podrías tener prácticamente cualquier forma!
--¿Por qué está usted sentado aquí fuera tan solo? --dijo Alicia que no quería meterse en
discusiones.
--¡Hombre! Pues por que no hay nadie que esté conmigo --exclamó Humpty Dumpty. --¿Te
creiste acaso que no iba a saber responder a eso? Pregunta otra cosa.
--¿No cree usted que estaría más seguro aqui abajo, con los pies sobre la tierra? --continuó
Alicia, no por inventar otra adivinanza sino simplemente porque estaba de verdad
preocupada por la extraña criatura. --¡Ese muro es tan estrecho!
--¡Pero qué adivinanzas tan tremendamente fáciles que me estás proponiendo! --gruñó
Humpty Dumpty.
--¡Pues claro que no lo creo! Has de saber que si alguna vez me llegara a caer... lo que no
podría en modo alguno suceder... pero caso de que ocurriese... --y al llegar a este punto
frunció la boca en un gesto tan solemne y fatuo que Alicia casi no podía contener la risa. --
Pues suponiendo que yo llegara a caer --continuó-- el Rey me ha prometido..., ¡ah! ¡Puedes
palidecer si te pasma! ¡a que no esperabas que fuera a decir una cosa así, eh? Pues el Rey
me ha prometido..., por su propia boca..., que..., que...
--Que enviará a todos sus caballos y a todos sus hombres --interrumpió Alicia, muy poco
oportuna.--¡Vaya! ¡No me faltaba más que esto! --gritó Humpty Dumpty súbitamente muy enfadado.
--¡Has estado escuchando tras las puertas..., escondida detrás de los árboles..., por las
chimeneas..., o no lo podrias haber sabido!
--¡Desde luego que no! --protestó Alicia, con suavidad. --Es que está escrito en un libro.
--¡Ah, bueno! Es muy posible que estas cosas estén escritas en algún libro --concedió
Humpty Dumpty, ya bastante sosegado. --Eso es lo que se llama una Historia de Inglaterra,
más bien. Ahora, ¡mírame bien! Contempla a quien ha hablado con un Rey: yo mismo.
Bien pudiera ocurrir que nunca vieras a otro como yo; y para que veas que a pesar de eso
no se me ha subido a la cabeza, ¡te permito que me estreches la mano!
Y en efecto, se inclinó hacia adelante (y por poco no se cae del muro al hacerlo) y le ofreció
a Alicia su mano, mientras la boca se le ensanchaba en una amplia sonrisa que le recorría la
cara de oreja a oreja. Alicia le tomó la mano, pero observándolo todo con mucho cuidado: -
-Si sonriera un poco más pudiera ocurrir que los lados de la boca acabasen uniéndose por
detrás --pensó-- y entonces, ¡qué no le sucedería a la cabeza! ¡Mucho me temo que se le
desprendería!
--Pues sí señor, todos sus caballos y todos sus hombres --continuó impertérrito Humpty
Dumpty --me recogerían en un periquete y me volverían aquí de nuevo, ¡así no más!
Pero..., esta conversación está discurriendo con excesiva rapidez: volvamos a lo penúltimo
que dijimos.
--Me temo que ya no recuerdo exactamente de qué se trataba --señaló Alicia, muy
cortésmente.
--En ese caso, cortemos por lo sano y a empezar de nuevo --zanjó la cuestión Humpty
Dumpty-- y ahora me toca a mí escoger el tema... (--Habla como si se tratase de un juego--
pensó Alicia)... así que he aquí una pregunta para ti: ¿qué edad me dijiste que tenías?
Alicia hizo un pequeno cálculo y contestó: --Siete años y seis meses.
--¡Te equivocaste! --exclamó Humpty Dumpty, muy ufano. --¡Nunca me dijiste nada
semejante!
--Pensé que lo que usted quería preguntarme era más bien «¿qué edad tiene?» --explicó
Alicia.
--Si hubiera querido decir eso, lo habría dicho, ¡ea! --replicó Humpty Dumpty.Alicia no quiso ponerse a discutir de nuevo, de forma que no respondió nada.
--Siete años y seis meses... --repetía Humpty Dumpty, cavilando. --Una edad bien
incómoda. Si quisieras seguir mi consejo te diría «deja de crecer a los siete»..., pero ya es
demasiado tarde.
--Nunca se me ha ocurrido pedir consejos sobre la manera de crecer --respondió Alicia,
indignada.
--¿Demasiado orgullosa, eh? --se interesó el otro.
Alicia se sintió aún más ofendida por esta insinuación.
--Quiero decir --replicó-- que una no puede evitar el ir haciéndose más vieja.
--Puede que una no pueda --le respondió Humpty Dumpty --pero dos, ya podrán. Con los
auxilios necesarios podrías haberte quedado para siempre en los siete años.
--¡Qué hermoso cinturón tiene usted! --observo Alicia súbitamente (pues pensó que ya
habían hablado más que suficientemente del tema de la edad; y además, si de verdad iban a
turnarse escogiendo temas, ahora le tocaba a ella). --Digo más bien... --se corrigió
pensándolo mejor-- qué hermosa corbata, eso es lo que quise decir...no, un cinturón, me
parece... ¡Ay, mil perdones: no sé lo que estoy diciendo! --añadió muy apurada al ver que a
Humpty Dumpty le estaba dando un ataque irremediable de indignación, y empezó a desear
que nunca hubiese escogido ese tema. --¡Si solamente supiera --concluyó para sí misma--
cual es su cuello y cuál su cintura!
Evidentemente, Humpty Dumpty estaba enfadadísimo, aunque no dijo nada durante un
minuto o dos. Pero cuando volvió a abrir la boca fue para lanzar un bronco gruiñido.
--¡Es... el colmo... del fastidio --pudo decir al fin-- esto de que la gente no sepa distinguir
una corbata de un cinturón!
--Sé que revela una gran ignorancia por mi parte --confesó Alicia con un tono de voz tan
humilde que Humpty Dumpty se apiadó.
Es una corbata, niña; y bien bonita que es, como tu bien has dicho. Es un regalo del Rey y
de la Reina. ¿Qué te parece eso?
--¿De veras? --dijo Alicia encantada de ver que había escogido después de todo un buen
tema.
--Me la dieron --continuó diciendo Humpty Dumpty con mucha prosopopeya, cruzando un
pierna sobre la otra y luego ambas manos por encima de una rodilla-- me la dieron... como
regalo de incumpleaños.--¿Perdón? --le preguntó Alicia con un aire muy intrigado.
--No estoy ofendido --le aseguró Humpty Dumpty.
--Quiero decir que, ¿qué es un regalo de incumpleaños?
--Pues un regalo que se hace en un día que no es de cumpleanos, naturalmente.
Alicia se quedó considerando la idea un poco, pero al fin dijo: --Prefiero los regalos de
cumpleanos.
--¡No sabes lo que estás diciendo! --gritó Humpty Dumpty--. --A ver: ¿cuántos días tiene el
año?
--Trescientos sesenta y cinco --respondió Alicia.
--¿Y cuántos días de cumpleaños tienes tú?
--Uno.
--Bueno, pues si le restas uno a esos trescientos sesenta y cinco días, ¿cuántos te quedan?
--Trescientos sesenta y cuatro, naturalmente.
Humpty Dumpty no parecía estar muy convencido de este cálculo. --Me gustaría ver eso
por escrito --dijo.
Alicia no pudo menos de sonreir mientras sacaba su cuaderno de notas y escribia en él la
operación aritmética en cuestión:
365
-1
-----
364
Humpty Dumpty tomó el cuaderno y lo consideró con atención. --Sí, me parece que está
bien... --empezó a decir.
--Pero, ¡si lo está leyendo al revés! --interrumpió Alicia.
--¡Anda! Pues es verdad, ¿quién lo habría dicho? --admitió Humpty Dumpty con jovial
ligereza mientras Alicia le daba la vuelta al cuaderno. --Ya decía yo que me parecía que
tenía un aspecto algo rarillo. Pero en fin, como estaba diciendo, me parece que está bien
hecha la resta... aunque, por supuesto no he tenido tiempo de examinarla debidamente...
pero, en todo caso, lo que demuestra es que hay trescientos sesenta y cuatro días para
recibir regalos de incumpleaños...--Desde luego --asintió Alicia.
--¡Y sólo uno para regalos de cumpleaños! Ya ves. ¡Te has cubierto de gloria!
--No sé qué es lo que quiere decir con eso de la «gloria» --observó Alicia.
Humpty Dumpty sonrió despectivamente.
--Pues claro que no..., y no lo sabrás hasta que te lo diga yo. Quiere decir que «ahí te he
dado con un argumento que te ha dejado bien aplastada».
--Pero «gloria» no significa «un argumento que deja bien aplastado» --objetó Alicia.
Cuando yo uso una palabra --insistió Humpty Dumpty con un tono de voz más bien
desdeñoso-- quiere decir lo que yo quiero que diga..., ni más ni menos.
--La cuestión --insistió Alicia-- es si se puede hacer que las palabras signifiquen tantas
cosas diferentes.
--La cuestión --zanjó Humpty Dumpty-- es saber quién es el que manda..., eso es todo.
Alicia se quedó demasiado desconcertada con todo esto para decir nada; de forma que tras
un minuto Humpty Dumpty empezó a hablar de nuevo: --Algunas palabras tienen su
genio... particularmente los verbos..., son los más creídos..., con los adjetivos se puede
hacer lo que se quiera, pero no con los verbos..., sin embargo, ¡yo me las arreglo para
tenerselas tiesas a todos ellos! ¡Impenetrabilidad! Eso es lo que yo siempre digo.
--¿Querría decirme, por favor --rogó Alicia-- qué es lo que quiere decir eso?
--Ahora sí que estás hablando como una niña sensata --aprobó Humpty Dumpty, muy
orondo. --Por «impenetrabilidad» quiero decir que ya basta de hablar de este tema y que
más te valdría que me dijeras de una vez qué es lo que vas a hacer ahora pues supongo que
no vas a estar ahí parada para el resto de tu vida.
--¡Pues no es poco significado para una sola palabra! --comentó pensativamente Alicia.
Cuando hago que una palabra trabaje tanto como esa explicó Humpty Dumpty-- siempre le
doy una paga extraordinaria.
--¡Oh! Dijo Alicia. Estaba demasiado desconcertada con todo esto como para hacer otro
comentario.
--¡Ah, deberías de verlas cuando vienen a mi alrededor los sábados por la noche! --continuó
Humpty Dumpty.
--A por su paga, ya sabes...(Alicia no se atrevió a preguntarle con qué las pagaba, de forma que menos podría decíroslo
yo a vosotros.)
--Parece usted muy ducho en esto de explicar lo que quieren decir las palabras, señor mío --
dijo Alicia-- así que, ¿querría ser tan amable de explícarme el significado del poema
titulado «Galimatazo»?
--A ver, oigámoslo --aceptó Humpty Dumpty-- soy capaz de explicar el significado de
cuantos poemas se hayan inventado y también el de otros muchos que aún no se han
inventado.
Esta declaración parecía ciertamente prometedora, de forma que Alicia recitó la primera
estrofa:
Brillaba, brumeando negro, el sol,
agiliscosos giroscaban los limazones
banerrando por las váparas lejanas,
mimosos se fruncían los borogobios
mientras el momio rantas murgiflaba.
--Con eso basta para empezar-- interrumpió Humpty Dumpty-- que ya tenemos ahí un buen
montón de palabras difíciles: eso de que «brumeaba negro el sol» quiere decir que eran ya
las cuatro de la tarde..., porque es cuando se encienden las brasas para asar la cena.
--Eso me parece muy bien --aprobó Alicia-- pero, ¿y lo de los «agilisco- sos»?
--Bueno, verás: «agiliscosos» quiere decir «ágil y viscoso», ¿comprendes? es como si se
tratara de un sobretodo..., son dos significados que envuelven a la misma palabra.
--Ahora lo comprendo --asintió Alicia, pensativamente. --Y, ¿qué son los «limazones»?
-Bueno, los «limazones» son un poco como los tejones..., pero también se parecen un poco
a los lagartos..., y también tienen un poco el aspecto de un sacacorchos...
--Han de ser unas criaturas de apariencia muy curiosa.
--Eso sí, desde luego --concedió Humpty Dumpty-- también hay que señalar que suelen
hacer sus madrigueras bajo los relojes de sol..., y también que se alimentan de queso.
Y, ¿qué es «giroscar» y «banerrar»?
--Pues «giroscar» es dar vueltas y más vueltas, como un giroscopio; y «banerrar» es andar
haciendo agujeros como un barreno.
--Y la «vápara», ¿será el césped que siempre hay alrededor de los relojes de sol, supongo? -
-dijo Alicia, sorprendida de su propio ingenio.--¡Pues claro que sí! Como sabes, se llama «vápara» porque el césped ese va para adelante
en una dirección y va para atrás en la otra.
--Y va para cada lado un buen trecho también --añadió Alicia.
--Exactamente, así es. Bueno, los «borogobios» son una especie de pájaros desaliñados con
las plumas erizadas por todas partes..., una especie de estropajo viviente. Y en cuanto a que
se «fruncian mimosos», también puede decirse que estaban «fruncimosos», ya ves, otra
palabra con sobretodo.
--¿Y el «momio» ese que «murgiflaba rantas»? --preguntó Alicia. --Me parece que le estoy
ocasionando muchas molestias con tanta pregunta.
--Bueno, las «rantas» son una especie de cerdo verde; pero respecto a los «momios» no
estoy seguro de lo que son: me parece que la palabra viene de «monseñor con insomnio»,
en fin, un verdadero momio.
--Y entonces, ¿qué quiere decir eso de que «murgiflaban»?
--Bueno, «murgiflar» es algo así como un aullar y un silbar a la vez, con una especie de
estornudo en medio; quizás llegues a oír como lo hacen alguna vez en aquella floresta..., y
cuando te haya tocado oírlo por fin, te bastará ciertamente con esa vez. ¿Quién te ha estado
recitando esas cosas tan dificiles?
--Lo he leído en un libro --explicó Alicia. --Pero también me han recitado otros poemas
mucho más fáciles que ese; creo que fue Tweedledee..., si no me equivoco.
--¡Ah! En cuanto a poemas --dijo Humpty Dumpty, extendiendo elocuentemente una de sus
grandes manos-- yo puedo recitar tan bien como cualquiera, si es que se trata de eso...
--¡Oh, no es necesario que se trate de eso! --se apresuró a atajarle Alicia, con la vana
esperanza de impedir que empezara.
--El poema que voy a recitar --continuó sin hacerle el menor caso-- fue escrito
especialmente para entretenerte.
A Alicia le parecío que en tal caso no tenía más remedio que escuchar; de forma que se
sentó y le dio unas «gracias» más bien resignadas.
En invierno,
cuando los campos están blancos,
canto esta canción en tu loor.
--Sólo que no la canto --añadió a modo de explicación.--Ya veo que no --dijo Alicia.
--Si tu puedes ver si la estoy cantando o no, tienes más vista que la mayor parte de la gente
--observó severamente Humpty Dumpty. Alicia se quedó callada.
En primavera,
cuando verdean los bosques,
me esforzaré por decirte lo que pienso
Muchísimas gracias --dijo Alicia.
En verano,
cuando los días son largos
a lo mejor llegues a comprenderla.
En otoño,
cuando las frondas lucen castañas,
tomarás pluma y papel para anotarla.
--Lo haré si aún me acuerdo de la letra después de tanto tiempo --prometió Alicia.
--No es necesario que hagas esos comentarios a cada cosa que digo --recriminó Humpty
Dumpty-- no tienen ningún sentido y me hacen perder el hilo...
Mandéles a los peces un recado:
«¡Qué lo hicieran ya de una vez!»
Los pequeños pescaditos de la mar
mandáronme una respuesta a la par.
Los pequeños pescaditos me decían:
«No podemos hacerlo, señor nuestro, porque...»
--Me temo que no estoy comprendiendo nada --interrumpió Alicia.
--Se hace más fácil más adelante --aseguró Humpty Dumpty.
Otra vez les mandé decir:
«¡Será mejor que obedezcáis!»
Los pescaditos se sonrieron solapados.
«Vaya genio tienes hoy», me contestaron.
Se lo dije una vez y se lo dije otra vez.
Pero nada, no atendían a ninguna de mis razones.
Tomé una caldera grande y nueva,que era justo lo que necesitaba.
La llené de agua junto al pozo
y mi corazón latía de gozo.
Entonces, acercándoseme me dijo alguien:
«Ya están los pescaditos en la cama».
Le respondí con voz bien clara:
«¡Pues a despertarlos dicho sea!»
Se lo dije bien fuerte y alto;
fui y se lo grité al oído.
Editado: 21.12.2022