Capítulo XX

        —¿Entonces que tenemos? —inquirió el policía de regreso a la escena del crimen, una cinta amarilla que marcaba "Trabajo policiaco" lo separaba del cuerpo sin vida del maestro Robert Lombardo, al otro lado.

       La mujer de bata blanca, pelo recogido y libreta en mano se giró luego de su pregunta, aun en cuclillas—Asfixia—soltó a secas; llevaba unos guantes desechables y con ellos puestos abrió lentamente la boca de la victima.

       —¿Con que exactamente? —preguntó el hombre poniéndose de cuclillas junto a ella.

       —Eso es lo extraño, esto que ve aquí—señalaba a una masa blanquecina que decoraba dentro de la garganta del hombre y que sobresalía un poco hasta su legua—, esto es un pegamento básicamente utilizado por industrias de construcción , se coloca en el área a adherir y se espera que desintegre una pequeña parte de esa zona para que la pegadura sea más efectiva y precisa, pero, en el caso de contacto con una base tan sensible como la piel humana puede causar incluso quemaduras de cuarto grado, y en el caso de este hombre ha sido aplicada dentro de toda su boca y garganta, que son texturas en extremo sensibles, por lo que el material no solo asfixió a la víctima, sino, que también desintegró las áreas desde la lengua hasta el tórax

       El policía volvió a ponerse de pie y acarició sus sienes con frustración—¿Y hay alguna pista del asesino? —se cruzó de brazos.

       La experta se levantó y volvió hacia atrás en las páginas de su libro de anotaciones—Señor, no hemos encontrado nada, pero es porque la persona que ha hecho esto no es nada más y nada menos que el mismo Sr.Lombardo

       El uniformado arqueoo una ceja con incredulidad—¿El mismo?

       Ella asintió—Si, todas las huellas son suyas, y es más que evidente que haya sido quien ha ingerido este químico, de forma voluntaria, al parecer el hombre tenía un serio problema con las golosinas, especialmente la goma de mascar, y la textura de este pegamento que le he explicado es muy parecida a la de la goma de mascar.

       —¿Pero por qué haría eso? No tiene ningún jodido sentido —preguntó el adulto

      —Hay varias teorías, pero una de ellas es la más sensata, al parecer este hombre tenía sospechas de ser un pedófilo en potencia, nuestros oficiales dicen que es posible de que él haya sido el asesino de Lina Greaves, han encontrado fotografías de varias de las niñas en su casa, tal vez lo de la niña Grevaes salió mal y decidió terminar con su vida.

       —Vida que no va a hacer demasiada falta, maldito depravado

       —Y como este hay muchos mas señor

       —Ni uno más ni uno menos, que más da, el mundo seguirá lleno de porquería —resopló el hombre culminando.

. . .

        Alissa jugueteaba en el patio de la casa, cuando la llamada de que las clases estaban suspendidas apareció en el teléfono de su hogar, para su suerte y personalmente para suerte de Dereck Moore él fue quien contestó el teléfono, Laura Wells se alistaba para ir a sus labores y el hombre aprovechó para irse al patio trasero.

       —Hora de ir a la escuela Lissa —gritó a la chiquilla que contaba las abejas de un panal tras la casa. Se giró de pronto al castaño y con rostro serio corrió dentro para ir por sus cosas.

       Alissa miraba con tranquilidad a través del retrovisor, los ojos del hombre que fijamente buscaban el camino—¿A dónde vamos? —preguntó la niña notando como el castaño se alejaba del camino de destino.

       —Iremos con la Doctora Becher—soltó serio

       —¿Otra vez con la loquera? —la pelirroja juntó las cejas y se cruzó de brazos. Dereck suspiró agotado y detuvo la trayectoria del automóvil a pocos kilómetros del lugar.

       —Lissa, vamos mírame —pidió en forma de suplica girándose hacia los asientos traseros.

       La pálida puso sus azulados ojos en blanco.

       —¿Qué?

       —Yo tampoco quiero esto, solo recibo ordenes, por eso me pagan, tu lo has dicho antes —reprochó con un tono tranquilo. —, tu padre quiere que hagas esto, solo serán unos minutos

       —¿Mi padre? Ah, ¿Te refieres a Arthur Rowlling? ¿El que me dejó sola y se fue con su zorra y con su mocosita retrasada?

       Suspiró—Ambos sabemos que Arthur no está muy en derecho de tomar decisiones ahora mismo, pero si lo vemos desde otro lado es bueno para ti que veas a la Doctora.

       Abrió los ojos un poco más de lo normal—¿Tu también crees que estoy loca?

       —Claro que no, deja de comportarte como una bebé que hace rato no lo eres

       Ella bufó.

       El castaño enarcó una de sus pobladas cejas—¿Si? —Lissa asintió molesta.

       Dereck compuso una media sonrisa y se recargó del asiento, toqueteando con el dedo índice la mejilla de Alissa—Oye, todo va a salir bien, no te pongas así, enana berrinchuda

       Ella apretó los labios sonrojada e intentando contener su risita.

       —Bien —el chofer rió y se giró de regreso a su posición.

. . .

           El rostro de la doctora Becher parecía sin duda de preocupación, recibió al hombre y a la pequeña con una vaga sonrisa para con un ademán invitarlos a pasar a ambos.

       —Buenos días Lissa, ¿Cómo te encuentras el da d hoy? —inquirioo la mujer ampliando la sonrisa

       —Muy bien—contestó la pelirroja con orgullo en sus palabras, sin darse cuenta componía una enorme sonrisa y se ponía las manos detrás subiendo inconscientemente el pecho.

       —Me alegra mucho saberlo, ¿Alguna razón en particular? —preguntó con tranquilidad.

       La pelirroja no hizo más que negar

       —Comprendo —dijo la castaña—, ¿Te importa si hablo un ratito con Dereck a solas?

       Alissa se encogió de hombros demostrando poca importancia en el asunto y sin mucho dudar se dirigió a unos banquitos de colores que decoraban en el corredor y donde unos cuantos niños jugueteaban distraídos.