Alissa

Capitulo XXXI

XXXI

        Tenía las manitas empuñadas y los ojos apretados, tanto que incluso le dolían; esperaba resignada a que ocurriese lo que se suponía iba a pasar, lo que quizás ella deseaba muy en el fondo que pasara.

       Unos pasos lentos se ubicaron delante suyo, con algo a rastras, pero tuvo miedo de mirar, así que prefirió mantener sus ojos aun cerrados, inundada del todo en la oscuridad que eso implicaba. Cuando aquella mano le dio un toque en la nariz sintió como todo su cuerpo se estremeció, dio un brinco involuntario hacia atrás y se encogió de hombros, abriendo los ojos de golpe y topándose con un pelo canoso que en definitiva pertenecía a Raven. La miró por un rato, recomponiéndose y luego se giró para ver aquellos brazos tendidos en el suelo que decoraban tras ella. Una pala había en las manos de peliblanca y un golpe profundo decoraba en la parte trasera de la cabeza de la morena que descansaba en el suelo, ambas niñas se miraron, en cambio no dijeron una sola palabra pero era como si fácilmente pudieran comunicarse a través de su ojos.

       No hicieron preguntas, no soltaron ningún comentario, en cambio caminaron juntas hacia el cuerpo inconsciente; cada una tomó uno de sus tobillos para terminarla arrastrando dificultosamente hacia una especie de bañera vacía que adornaba a un lado del diminuto cuarto. Había un aura tenso alrededor de la peliblanca, su rostro había cambiado, y Alissa lo recordaba con exactitud, era el mismo semblante que tenía justo cuando la pelirroja le vio en el baño del instituto, luego de haber dado fin a la miserable existencia de Riven Mikmaelsson, una mirada desviada hacia ningún lugar en particular, un sonrojo en las mejillas que podía llegar a ser preocupante y una media sonrisa casi notable que creaba mas de un escalofrío.

       —Otra más en bandeja de plata —masculló Raven en un hilo de voz, y aparentemente para sí misma, aunque terminó soltándolo para ambas.

       "...Aparte comenzó a insultarnos a mí y a mi madre, como siempre, creo que se me puso en bandeja de plata."

       La ojiazul recordó con exactitud las palabras de aquella noche a oscuras, y entonces fue en ese momento en el que supo inevitablemente que era lo que iba a ocurrir en esa ocasión. El sonido de la cuchilla incrustándose y cortando pliegue por pliegue la piel morena que cubría el cuello de la mujer la regresó a su realidad y le hizo emplatar sus ojos; aquella viscosa sangre comenzó a salir disparada, la adulta despertó de su inconsciencia exaltada y pensó, pero solo pensó, por un diminuto santiamén, que iba a poder escapar de aquello, hizo unos cuantos forcejeos por salir de aquella bañera sucia, a lo que la peliblanca no se inmutó en lo absoluto, en cambio sonrió para sí misma, satisfecha de la exasperación de la que estaba siendo testigo.

       Los ojos negros y repletos de temor se clavaron directamente sobre la pelirroja mas atrás, como si suplicasen por piedad, y por un momento la pecosa falseó, se acercó a la peliblanca y posó su mano sobre el delgado hombro, como pidiéndole que se detuviese, y lo hizo. Esos faroles oscuros seguían sobre ella, y los azulados sobre la mujer, un hilo de voz salía de sus carnosos y morenos labios, suplicando por perdón, por misericordia. Y entonces los recuerdos vinieron de regreso a la mente de la niña, imaginaba el mismo semblante de clemencia que tenia la mujer, pero en los rostros de aquellos pequeños que caminaban en fila india a lo que claramente era un triste destino. ¿Qué culpa ellos tenían? ¿Quién tuvo compasión de ellos?

       —Nadie —susurró en un soplido y repleta de impotencia por aquellos que ya se habían perdido. Entendió justo ahí el por qué Raven se había referido a Evelyn como "Basura" la primera vez.

       Quitó el bisturí de la mano de la peliblanca y los clavó de manera contundente una y otra vez en el mismo lugar, hasta penetrarlo del todo bajo la piel. Raven le miraba sorprendida, pero no con una sorpresa de susto sino con una sorpresa de satisfacción, compuso una gran sonrisa y miró la sangre salpicar como si de confeti para fiestas se trataba.

. . .

         Ambas se habían escabullido, por separado, la puerta que conectaba con el patio trasero soltó su habitual chillido cuando Alissa la cerró tras suyo, estaba agotada, habían pasado varias horas desde que habia empezado aquello. Se encontraba desconectada de su realidad, en una especie de shock, pero no del todo, puesto que aun recordaba el camino a su recamara. Los pasillos se habían vuelto más largos, la oscuridad se había adueñado completamente del lugar y la luna al fin se había desecho de aquellas nubes que no le permitían brillar libremente.

       Arrastraba sus pies, sentía pesado todo su cuerpo, sus brazos, sus piernas, su torso, hasta su cabello e incluso sus parpados, que se le cerraban de manera inconsciente y casi ineludible hasta el punto de momentáneamente caminar con los ojos cerrados, como si estuviese dormida.

       Comenzó a subir escalera por escalera, y la sensación de que flotaba se le hacía imposible de evitar, arrastraba los dedos ensangrentados sobre el pasamanos dejando una línea roja sobre él, eso le hizo sonreír un poco y continuar su trayectoria, llegó hasta el tope de los escalones se volvió a ellos y les miró, casi como si le hablaran.

       Extendió sus brazos y entonces dio un paso hacia delante, esperando que su cuerpo se dejara caer por sí solo.

        —¿Qué coño estás haciendo? —un mascullo apareció tras ella, justo con un sujetada rápida. Se sintió envuelta en un delgado brazo, que la recargó hasta devolverla a su posición anterior. —, ¡Hey! Mírame—los ojos grises de Eric aparecieron delante de ella a penas iluminados por las enorme reina blanca de la noche. —¿Qué te pasa? ¿Qué haces afuera? —indagaba sin detenerse mientras la sostenía de la barbilla con una mano, agitándola un poco, esperando alguna respuesta, pero era en vano.



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En el texto hay: detective, secretos, paranormal

Editado: 19.05.2020

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