All I Want For Christmas

Única parte

All I Want for Christmas

(Todo Lo Que Quiero Para Navidad)

 

- TENÍAS QUE JODERME LA NOCHE, SIEMPRE HACES LO MISMO, ¡MALDITA SEA!

- ¡¿DE QUÉ DEMONIOS ME ESTÁS CULPANDO AHORA?!

- ¡¿SABES QUÉ?! LÁRGATE CON ELLA SI QUIERES, PUEDEN IRSE LOS DOS AL INFIERNO Y A MÍ DÉJAME EN PAZ DE UNA MALDITA VEZ.

La miré con incredulidad mientras repasaba en mi cabeza toda la noche para intentar descifrar que era lo que había hecho mal esta vez. Ambos nos quedamos en silencio mirándonos fijamente, ella tenía una mirada llena de odio y reprobación y yo de confusión total, no entendía ni una mierda que había pasado. La noche estaba siendo perfecta, la decisión de salir a cenar fue genial, hablamos cómodamente de nuestro día y de lo que haríamos ahora que empezara diciembre y tuviéramos vacaciones de nuestros trabajos, podía sentir que las cosas iban bien, pero de repente todo se había ido al carajo y no tenía la razón del por qué.

Respiré profundamente intentando tranquilizarme para no decir alguna estupidez que empeorara más todo esto.

-Por favor, Valerie, ¿Puedes explicarme por qué estas comportándote de esta manera? – me quede quieto enfrente de ella sin dejar de mirarla fijamente.

- ¿Por qué no revisas tu celular y lo averiguas por ti mismo? – espetó golpeándome en el pecho con el aparato que al parecer era el causante de su repentino cambio de humor.

Encendí la pantalla y vi la notificación de un nuevo mensaje, corto, simple y demasiado malintencionado.

 

De: Nahomí

Puedo ser tu regalo de navidad ;)

 

Parpadeé y volví a leer el mensaje unas 4 veces más comprendiendo la situación en la que me encontraba, era asombrosamente desastroso todo este escenario y claramente nada estaba a mi favor, sentí tanto enojo en mi interior, ¿Por qué la vida me odiaba tanto? Nahomí había sido un dolor en el trasero desde que había llegado a mi vida desde hace aproximadamente 8 meses cuando el editor de la revista en la que trabajo había decidido que necesitaba una compañera para tomar fotos, vaya estupidez. Eso había sido mi condena, la chica desde el primer día se había abalanzado a mi como león a su presa, y por más que le dije que no estaba interesado en absolutamente nada no dejaba de joderme la existencia y podría decir que gracias a ella mi relación se estaba yendo al infierno.

Y lo peor fue cuando Valerie la conoció hace unos 4 meses cuando me acompaño a una sesión de fotos para la revista, Nahomí no se despegaba de mí en ningún momento haciéndome insinuaciones y por más que le explique a mi novia que ella no me interesaba y que no debía preocuparse, ella no aceptaba el hecho de que estuviera conmigo 40 horas a la semana. Según sus palabras Nahomí era una zorra que haría lo que fuera por meterme entre sus piernas y yo como hombre que soy caería redondito en su cama. Me dolía que pensara eso de mí.

No sabía desde cuando la inseguridad de Valerie había llegado a esos extremos, nunca se había comportado de esta manera, pero últimamente era el pan de cada día cada vez que se mencionaba la susodicha. Era pelea tras pelea desde hace 2 meses y me estaba hartando esta situación. Yo no le reprochaba cada vez que ella se iba a ensayar con los tantos sujetos que trabajaban con ella, a pesar de que a veces la cercanía que su trabajo le exigía con ellos me molestara un poco, ella era bailarina y era feliz siéndolo, no sería yo quien matara sus sueños, no era tan egoísta.  

Pensé rápidamente como poder solucionar esto, pero mi mente se negaba a ayudarme, conocía a la perfección a la chica que estaba enfrente de mí, sabía que no me la pondría fácil y que no dejaría pasar esto, así como así.

Mi vista pasaba de la pantalla de mi celular a ella, su postura me daba a entender que su enojo iba aumentando ante mi silencio, yo no era el culpable de esto, pero el temor de decir o hacer algo inequívoco me hacía quedarme callado.

- ¿No dirás nada, Jonathan? – volvió a acercarse a mí, salía vapor de su boca a causa de la baja temperatura y eso sólo hacía que me sintiera más frustrado – Bien, me largo de aquí entonces.

Caminó furiosa por la calle, maldije en voz baja y comencé a correr detrás de ella mientras la llamaba para que se detuviera.

-Valerie, por favor, detente – la sujete del brazo para que se detuviera, pero rápidamente se soltó bruscamente como si mi contacto le quemara.




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