Capítulo 03: La fuerza de la guerrera
Ryan Gardner divisó la cabellera rojo zanahoria que caracterizaba a su novia: Jasmine Evans, y se dirigió hasta ahí evadiendo por los pasillos a todos esos adolescentes que caminaban apurados para tomar sus clases. Y la joven, como instintivamente, se giró hacia él para abrazarlo y saludarlo con un tierno beso en los labios.
–¿Qué pasó ayer? –inquirió la pelirroja de orbes grises a su novio, quien nervioso se rascó la nuca– Ryan –insistió.
La chica no era tonta. Conocía demasiado bien a su novio como para saber que estaba nervioso ante su pregunta. Algo estaba ocurriendo y ella iba a averiguarlo. Por otro lado Ryan no sabía muy bien a cómo responder a eso, los enormes ojos grises de la de apellido Evans lo miraban expectante a lo que estaba a punto de decir. No podía mentirle a esos hermosos y enormes ojos que tanto le encantaban, no a Jasmine. Pero tampoco podía contarle la misma historia que inicialmente contó a sus padres porque era obvio que ella iba a pensar igual que ellos: que era un tremendo loco y que necesitaba atención médica de inmediata.
–¿Ayer? –trató de ganar tiempo para inventar una mentira creíble.
–Sí, ayer me llamaste y luego colgaste de repente. Estabas histérico.
–¡Ah! Ya lo recuerdo… bueno es que un… un mapache estaba asustando a los caballos –Jasmine frunció el ceño, no del todo convencida–. Hubieras visto el tamaño de ese animal.
Jasmine decidió dejar de lado el tema porque consideraba que no era algo de importancia, no por lo que Ryan le había dicho porque sabía que eso era una reverenda mentira, sino porque Ryan no le había dicho la verdad y ella sabía de lleno que él le contaba todo lo importante que ocurría.
–No te has olvidado de mi ensayo con el equipo de porristas hoy ¿O sí? –la chica se colgó de los hombros de su novio y ambos quedaron uno cerca del otro.
–Por supuesto que no… –él le devolvió la sonrisa y luego comenzaron a andar hacia su salón de clases– Estaré ahí todo el tiempo que sea necesario. Además –agregó–, no quiero que ningún chico del equipo de fútbol te vea.
Jasmine soltó una risita divertida, encantada por lo que su novio decía. Le gustaba que fuera sobreprotector con ella pero sin llegar al extremo. Creía que se había ganado la lotería por tener a un chico como Ryan de novio. Lo amaba demasiado que no podía imaginar su vida sin él y aunque fuera un poco alocado ya hasta pensaba en su futuro con él y nunca se lo había dicho porque pensaba que a él le iba a parecer una locura pensar en su futuro de ese modo a tan temprana edad. Además, a pesar de apartar siempre un tiempo para Jasmine, Ryan siempre pensaba primero en la escuela y en sus calificaciones. No era muy bueno y por eso trataba de mantenerse al margen para poder entrar a una buena universidad por méritos propios y no por el dinero que sus padres tenían.
–Mis padres van a dedicarme el sábado –sonrió.
Jasmine lo miró con ternura. Él le había contado tantas veces que anhelaba obtener un poco de atención por parte de sus padres porque la mayor parte del tiempo nunca estaban con él, pues se mantenían más ocupados en sus estúpidos trabajos que en su propio hijo.
Ella también sonrió sintiendo la misma felicidad que él sentía porque era su novio y se consideraban uno solo contra el mundo.
–¿En serio? ¿Cómo ocurrió eso?
Ryan titubeó un poco antes de empezar a hablar.
–Por una charla que tuvimos precisamente ayer.
–Me alegro –sonrió y besó su mejilla con delicadeza.
A decir verdad, Ryan era el único que disfrutaba de los gestos tiernos de Jasmine porque ni siquiera con sus padres era tan cariñosa.
Mia y Pam aparecieron de repente frente a la pareja enamorada. Ambas chicas tenían una enorme sonrisa pintada en el rostro. Jasmine no esperó a que dijeran algo si quiera porque ellas sabían que no tenían permitido arruinar sus momentos con Ryan.
–Son muy inoportunas en estos momentos, chicas –masculló enojada con una sonrisa cínica.
Ryan puso los ojos en blanco al verlas. La única que le caía más o menos bien era Mia porque pensaba que no era plástica como Pam, la creía una chica más sincera e interesante. El joven suspiró aburrido y concentró su vista en la ventana que estaba a un lado de ellos; en esos instantes se estaba llevando a cabo un partido durante la clase del profesor de deportes.
–Los zapatos que tanto querías ya llegaron a Sweet’s –sonrió Mia.
El semblante serio de Jasmine se transformó cuando una amplia sonrisa se hizo presente en él. Ella podía hacer una excepción si se trataba de rebajas y zapatos en Sweet’s porque no había otra tienda de ropa que tuviera prendas de tan buena calidad a bajo precio.
–¿Ah, sí? –inquirió interesada.
Y ahí era cuando Ryan era olvidado por su novia. Cuando estaba junto a sus amigas se la pasaban hablando durante horas sobre ropa y zapatos y hasta a veces de los chicos guapos de las nuevas películas que se estrenaban en los cines, películas que estaban en boca de todos pero a pesar de ello no tenían buenas tramas y ni mucho menos buenos actores. Una porquería para la industria del cine, en pocas palabras, pero que aun así vendía mucho… ilógico.