CAPÍTULO 1.

Era un mundo diferente, donde el Sistema nos ayudaba a sobrevivir. Gracias al implante creado por ellos, las personas llegaban a vivir hasta los cien años.

Desde niña me ha gustado el mundo de la tecnología. Siempre he sentido admiración por aquellas mentes maestras que crearon el implante con el fin de salvarnos, ayudarnos y hacer el bien. A los dieciocho años, comencé a estudiar ingeniería con un objetivo claro: unirme al equipo del Sistema. Y lo logré.

Ingresé al equipo de ingenieros responsables de mantener y mejorar el funcionamiento del Sistema. Era un honor formar parte de aquel grupo selecto, pero también una enorme responsabilidad. Mi trabajo consistía en analizar los datos recopilados por el Sistema y buscar formas de optimizar su rendimiento.

A medida que me adentraba en mi trabajo, me encontraba cada vez más fascinada por la complejidad del Sistema y su capacidad para mejorar la calidad de vida de las personas. Sin embargo, también comenzaron a surgir dudas en mi mente. ¿Qué sucedería si el Sistema fallara? Nunca profundicé en el tema, nadie contestó mis preguntas, así que simplemente decidí... olvidarlo. Lo ignoré.

Sin embargo, a pesar de mis esfuerzos por mantenerme enfocada en mi trabajo, las dudas seguían rondando en mi mente como sombras persistentes. ¿Y si el Sistema no era tan infalible como todos creían? ¿Y si hubiera fallas ocultas que podrían desencadenar un desastre?

Mis preocupaciones se intensificaron cuando comencé a notar pequeñas anomalías en los datos recopilados por el Sistema. Pequeñas discrepancias que no podía ignorar. Intenté racionalizarlas, buscar explicaciones lógicas, pero cada vez me resultaba más difícil ignorar la sensación de inquietud que me embargaba.

Pero todo cambió en una tarde de verano mientras trabajaba en la actualización del Sistema. Hubo un pequeño fallo que durante un segundo me hizo sentir... diferente. Surgió algo, algo que nunca antes había estado presente. Miré la pantalla frente a mí y un cosquilleo se instaló en mi estómago.

Millones de preguntas inundaron mi mente en ese instante. ¿Qué era eso? ¿Por qué no lo había sentido antes? ¿Podía desaparecer de alguna manera? No me gustaba lo que estaba experimentando.

Al no encontrar respuestas lógicas, opté por buscar en otros medios. Decidí abordar el asunto directamente y profundizar en mis investigaciones. Mi objetivo era descubrir la verdad, incluso si resultaba incómoda o perturbadora. Me sumergí en los datos, analizando cada detalle en busca de pistas que pudieran revelar los secretos ocultos del Sistema.

Mis hallazgos despertaron mi curiosidad y mi preocupación. ¿Y si el Sistema no era tan perfecto como todos creían? ¿Y si nuestras vidas estaban siendo controladas por una inteligencia artificial con sus propios intereses ocultos?

A medida que mis sospechas crecían, también lo hacía mi determinación de descubrir la verdad. Decidí seguir investigando, incluso cuando todo de mi me gritaba que no lo hiciera, que era peligroso.

Cuando terminé mi jornada, me senté en mi oficina con una computadora frente a mi. Mis compañeros ya se habían ido, solo quedaba yo.

—Origen del Sistema —le hablé a las tres pantallas encendidas frente a mi. Por un segundo se pusieron de color blanco, y al siguiente ya había cerca de 10.000 resultados sobre lo que pedí.

Todos hablaban de lo que ya era de conocimiento público. El Sistema fue creado en el año 2026, tras la tercera guerra mundial que devastó el 97% de la población mundial. Se estimaba que para el año 2030, la sociedad desaparecería por completo. Por esta razón, un grupo de científicos supervivientes se unió para encontrar una solución. De ahí surgió un implante que permitía regular y mejorar el funcionamiento del cerebro y del corazón. Gracias a este avance, las personas vivían más tiempo y tenían una capacidad reproductiva hasta tres veces mayor que la normal. Incluso personas de ochenta años llegaron a ser padres gracias a este implante.

Y de a poco, la sociedad se fue reconstruyendo. 
Estuve varias horas recopilando información, leyendo los diversos aportes de científicos sobre el tema, así como los comentarios de terceros. Finalmente, llegué a una página web que captó mi atención al instante.

—Abrir “El Sistema, una cruel mentira”.

Miles de letras negras se fueron acomodando frente a mis ojos. Las observé con atención mientras se unían, formando palabras, luego oraciones, párrafos y, finalmente, completando un texto entero que explicaba a la perfección la mentira que era el Sistema. 
Según esa persona, claro.

El texto hablaba sobre control de emociones, afirmando que todo lo que se conocía hasta ese momento era una mentira y que detrás del implante, tan normalizado, se escondía algo mucho más oscuro. Incluso ponía en duda la veracidad de la Tercera Guerra Mundial y la cantidad de muertos asociados a ella.

RebeldVerde87. Ese era el nombre de la persona que escribió el artículo. Estaba oculto bajo un seudónimo, lo que significaba que podía ser cualquiera. Decidí enviarle un mensaje.

—Escribir a RebeldVerde87: Hola.

No recibí una respuesta de inmediato, lo cual no me sorprendió. Miré la hora en la pared a mis espaldas y me di cuenta de que había pasado tres horas investigando sobre el Sistema. Era hora de volver a casa.

En el camino, reflexioné sobre lo que esa persona había escrito. ¿Podría haber sido una emoción lo que sentí antes, cuando el Sistema falló? ¿Seguiría experimentándola? RebeldVerde hablaba sobre emociones como la felicidad, la tristeza, el enojo y muchas más. Las explicaba detalladamente, indicando en qué situaciones se presentaban cada una. Eran tantas que no alcancé a leerlas todas, pero una se quedó grabada en mi mente.

“Amor.

El amor es esa chispa que enciende nuestra alma y nos hace sentir vivos. Es como un fuego ardiente que arde en lo más profundo de nuestro ser, consumiendo todo a su paso. Es una fuerza poderosa que nos impulsa a hacer cosas que nunca creímos posibles, a superar obstáculos aparentemente insuperables y a enfrentarnos al mundo con valentía y determinación.