Capítulo 4:
Tragedia
Danna
Thomas mira por tercera vez los dibujos de mi sobrina replegados sobre el comedor. Tiene una mirada plana, poco comunicativa y eso me está volviendo loca. Si hace eso una vez más sin decir nada lo golpearé con algo, lo que sea que se me atraviese en el camino. Aunque lo intento no puedo dejar de pensar en las infinidades de atrocidades que puede causar un fantasma, es posible que este exagerando. Igual no puedo dejar de preocuparme. El miedo fluye a través de mí como una energía invasora dispuesta a torturarme.
¡Ah, caray! Lo está logrando.
—Puede significar cualquier cosa —reflexiona juntando sus manos sobre la mesa y los dibujos.
—Ya lo sé—ruedo la silla y me siento frente a él. —Esperaba algo más revelador por tu parte.
Una media sonrisa expone parte de su dentadura, toma un respiro y sus hombros caen hacia adelante. Tenemos las manos llenas, un devorador de almas libre por el mundo a sus anchas, Cristal en coma y sin certeza de que pueda despertar, Danny exige ser liberada y madre ni aparece ni está dispuesta hablar. Y ahora, Nina tiene una amiga fantasma que puede ser un alma maldita.
—Ser un hijo de la muerte y enviar a las almas malditas a donde se supone deben ir, no significa que pueda descifrar esto. Si queremos saber lo que sucede, se requiere de un trabajo de campo —explica.
Me cubro el rostro con ambas manos. Trabajo de campo. Algo así como ir y fastidiar al fantasma para que nos diga cuáles son sus intenciones. Sencillo. Como tocar la puerta del vecino y pedir una taza de azúcar.
—Solo quiero estar segura de que estará bien —gimo, mi voz es un revoltijo de desesperación.
—Debería. Estela le coloco una protección. Sus protecciones son infalibles, a menos que… la persona decida quitársela —guarda silencio un valioso y agonizante segundo—. Eso me preocupa más. Nina es una niña, y su nueva amiga podría pedírsela prestada. Ya sabes las amigas suelen compartir sus cosas.
¡Oh, por dios! Yo que buscaba una opinión menos negativa que la que yo tenía.
—¿Ahora qué voy hacer?
—Lo único que se me ocurre por el momento es no dejarla sola por mucho tiempo. Mientras descubrimos con qué estamos tratando.
—Ya le di instrucciones a Manuel y Gustavo para que la mantengan vigilada.
—Perfecto.
Su teléfono suena. Él se disculpa y sale hacia la sala. Recojo los dibujos. No hay descansos para mí. Desde que mi vida gira al son de lo sobrenatural los problemas tocan a mi puerta con mucha regularidad.
Sé que mi sobrino estará al pendiente de su hermana. Después de por todo lo que hemos pasado una especie de amiga imaginaria es como para salir corriendo.
Mi mejor apuesta para cuidar de Nina es Danny, y sí, es ilógico dado que ella es la responsable de que mis sobrinos sean huérfanos, por otro lado si necesito de una niñera ella es la indicada. Ahora, ¿dónde estará mi psicópata gemela? Eh allí el dilema.
—¿Acaso piensa quedarse? —por unos pocos minutos creí que me había deshecho de Robert. Tonta de mí por creer en sueños sin sentido.
Cuando llegue a casa me recibió en la sala y en el instante en que vio a Thomas se esfumo.
—Sí. Vino a hacerme compañía —él se desplaza del otro lado del comedor sin llegar a tocar el suelo. Reposa las manos sobre el espaldar de la silla donde Thomas estuvo sentado hace escasos minutos.
—Es él novio de tu amiga —dice como si estuviéramos haciendo algo inapropiado.
Un muerto con pensamientos pecaminosos.
—No es ese tipo de compañía, muerto pervertido.
Él se ríe. Una risa hilarante que rebota en las paredes y me eriza los vellos de todo el cuerpo.
—Sé que lo has traído con la intensión de que me vaya. Eso no va a suceder. Me gusta estar aquí, se es muy tranquilo.
Lo que me faltaba, ahora mi casa es un paraíso para el descanso eterno.
—¿Por qué no vas a reencontrarte con tu mami en el más allá?
Frunce las cejas, su entrecejo se arruga. No tiene un cuerpo físico, eso no lo detiene para joderme la vida.
—Ella no est… ¿Mi madre muerta? —Se pasea por la cocina con la mano sosteniéndose el mentón. Se detiene me da una larga y penetrante mirada. —Esa hermana tuya es malvada.
Se desvanece.
Tuve dos hermanas, ambas muertas, la única que puede entrar en ese calificativo es Danny. ¿Acaso tuvo ella algo que ver? Si solo supiera como encontrarla. Nuestro medio de comunicación es muy preciso, si ella lo desea podemos hablar, sino, no. Me queda esperar a que decida aparecer. Thomas regresa a la cocina. Hace un recorrido con la mirada.
—¿Decidió largarse? —pregunta esperanzado.
—No. Le dije que su madre había muerto y desapareció. Estoy segura de que regresara.