—¿Es en serio? ¿Dormirás en el suelo otra vez?
Sean se sentó en la cama al ver a Aria levantar una almohada, entendía que ella fuese extremadamente recelosa, pero de ahí a tener que dormir todas las noches en el duro suelo... No, no lo permitiría.
—Vamos Aria, duerme aquí, no voy a morderte.
«Aunque quisiera»
Ojos de hielo se cruzaron en el camino de su mirada, jamás en su vida habría pensado que llegar al corazón de una mujer podría ser una misión imposible. Tratándose de Aria, Sean apenas rasguñaba la superficie de su corazón de hielo.
—Si tengo que repetirlo mil veces, lo haré —dijo al ver su mirada indiferente—. La dureza del suelo afectará tus músculos y el frío dañará tus articulaciones, no estoy dando órdenes. Si algún día salimos de esta celda, necesitaremos estar al cien por ciento de nuestra capacidad física para lograrlo.
Usar su necesidad de huir en su contra era una movida arriesgada, pero él era un maestro de la palabra, y sabía como hablar a una mujer. Aunque en ella no surtiera sus efectos como en las demás.
—Si pones un solo dedo en mí, te aseguro, que no tendrás hijos por lo que te quede de vida.
Su fría voz acarició su cuerpo, arrancando un escalofrío que por poco sale a la superficie.
—Estoy advertido.
Dio un par de golpes en el lado vacío de la cama y se alejó, con mucho recelo la mujer subió y se acostó boca arriba. Sean cantó su victoria en su mente, contento por tenerla tan cerca, sin embargo, el nuevo desafío sería mantener sus ojos y sus manos lejos de ella.
Porque cuando Aria daba una amenaza, siempre cumplía.
Y el pretendía tener muchos hijos, con ella.
Se deleitó escuchando su respiración, la bestia en su interior tuvo que conformarse con sentir el calor de su cuerpo, con su fresco aroma, desde lejos.
No quería caer en un sueño profundo, quería mantener ese momento eternamente. Era muy egoísta no haber pensado ni un solo momento del día en su clan, en su familia, sus amigos. Pero confiaba en su mejor amigo y por esa confianza, podía darse el lujo de aprovechar cada momento a solas con la mujer de su vida.
"La felicidad del clan es la felicidad del alfa"
Su hermana, Emily, siempre decía que rompía cada una de las reglas del código y él se defendía:
"—Hermanita, si yo tuviera que reformular el código, eliminaría esa estúpida regla"
Sonrió al recordar el rostro de su hermana menor, extrañaba sus bromas, sus ideas, sus nuevos inventos tecnológicos... Deseaba que con don que tenía para piratear ordenadores pudiese encontrar su ubicación.
Al despertar, el murmullo de muchas voces le obligó a salir del cómodo rincón en el que estaba, le había dejado el mayor espacio posible en la cama para que ella pudiese dormir a gusto.
Volteó, y Aria ya no estaba.
"¿Cuando podré despertar a su lado?"
Frotándose los ojos que se negaban a abrirse por completo, Sean se levantó y salió al exterior, los tres jóvenes de "La Triple Garra" se hallaba juntos en un extremo, hablando muy seriamente con Aria. Le pareció muy extraño y sospechoso las reuniones entre ellos, por alguna razón sentía que le estaban ocultando algo.
—Sean —el saludo amable de Kyle detuvo su avance—. Buen día.
—Buen día Kyle.
—El set de cocina está disponible para que ustedes puedan cocinar.
Para cocer los alimentos, tenían cuatro sets de cocina que se repartían por turnos, de modo que, cada individuo solo comía una vez al día.
—Sería genial, tengo hambre.
«De un abundante desayuno» pensó con nostalgia.
—¿Podemos hablar un momento? —la voz del lobo bajó a un débil murmullo—. A solas, es importante.
Kyle tenía su mirada en los tres jóvenes, precisamente en Evan.
—De acuerdo.
Ambos caminaron en silencio, alejándose de todo y de todos, hasta que se hallaron solos cerca de la piscina.
—¿Y bien?
El lobo echó un vistazo a su alrededor y al asegurarse de que nadie estaba cerca, habló:
—Hay sospechas de que entre nosotros vive un soplón.
Inevitablemente, la imagen de William llegó a su cerebro.
—Yo creo que es Evan.
—¿Evan? —exclamó, demasiado fuerte.
—Shhh... Sí, Evan.
—No creo que sea un soplón ¿Por qué piensas eso?
—Cada vez que intentamos algo para fastidiar los Eventos, fallamos, y curiosamente ellos obtienen objetos misteriosos, como ese reloj que ocultan en su celda.
La idea de que aquel joven, que parecía admirar a Aria y cuidar a sus amigos sea un soplón, de alguna forma no encajaba en su mente.
Y sin embargo, al verlos hablar de forma tan confidencial dejaba lugar a las dudas.
—Tal vez sean coincidencias —dijo, no podía juzgar a nadie sin pruebas válidas en su contra.
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Editado: 23.02.2019