El ángel yacía sobre la mesa de aquel inmenso salón, las heridas cubrían su cuerpo haciendo que necesite dirigir mi mirada hacia la ventana, gotas de sangre habían adornado todo el camino recorrido desde la gran torre. Cada uno de los presentes se abalanzaban sobre él impidiéndome el paso hasta que Anael enmudeció a todos con su presencia.
—¿Qué están haciendo todos aquí parados sin más? ¡Que alguien llame a Marcus! —exclamó abriéndose paso.
—Ana… deben ir por Sam—luchó para hablar.
—¿Dónde está?, ¿Qué ha pasado? —interrumpí.
Ana me dirigió una mirada cargada de tenacidad y la ignoré, en ese momento sólo importaba saber dónde buscar a Sam.
—Nos separamos en Bulgaria, ellos creyeron que yo tenía la llave— Gael tenía su mirada perdida, por un momento me pregunté si la muerte era una posibilidad para los ángeles y eso me llevó a temer por Sam.
—¡Hay que ir por él! —exclamé.
—¡Maddison te necesito! —llamó Anael y la muchacha de cabello castaño corrió hacia nosotras, era realmente hermosa.
—Por supuesto—dijo ella y tomó al ángel de las manos, todos se alejaron de la mesa donde yacía sin quitarle los ojos de encima. Maddie me miró esperando que haga lo mismo.
Junto a mi Blair puso su mano en mi hombro y con un gesto me invitó a mirar lo que estaba sucediendo, las heridas en todo el cuerpo del ángel se cerraban, sus carnes se unían y la sangre sólo manchaba la mesa mientras Maddie tomaba su mano con los ojos cerrados, al terminar la muchacha sonrió y sentí un frío recorrer por mi espalda.
—¿Acaba de curarlo? —susurré hacia Blair, sabiendo que todos podían oírme.
—Cuando abandonamos nuestra humanidad se nos otorga un don, este es el suyo—dijo ella. Entonces eso es lo que era Maddie, una nefilim como la mayoría de los que estaban esa noche en la torre. Asentí con la cabeza como si aquello fuese lo más natural del mundo, ¿Qué otra cosa podía hacer? Al menos podía estar tranquila de que Gael sobreviviría.
—Iremos a buscar a Samuel, asegúrense de cerrar todos los muros— gritó Marcus entrando en el salón junto a dos hombres.
—Por supuesto, yo me encargo—respondió uno de ellos.
—Nadie entra hasta que nosotros estemos aquí—gritó el antes de salir.
—Quiero ayudar a encontrar a Sam—dije y todos clavaron su mirada en mí.
—No podemos permitir que salgas de aquí en este momento, al menos no hasta que vuelva Sam—decretó Ana antes de retirarse.
Todos comenzaron a agruparse y a prepararse, cómo si de alguna forma estuvieran entrenados para esta situación. Avisté del otro lado del salón a uno de los más jóvenes, el muchacho era el único de todos ellos que se veía tan perdido cómo yo, sentí pena por él. Dejó una vieja libreta sobre una silla cuando Maddie lo llamó y supe de inmediato que esa era mi oportunidad para aprender lo que mis guardianes no estaban dispuestos a enseñarme, sabía que aquel muchacho podría tener problemas por perderla y eso me hizo dudar parada en mi lugar por un momento hasta que recordé todo lo que estaba en juego y todo lo que ya había perdido. Me acerqué lentamente y la guardé en el bolsillo de la chaqueta esperando que nadie se haya percatado de eso.
Harvey y Blair se acercaron cuando todos despejaron el lugar y él me explicó que Marcus y los demás llegarían rápidamente donde se encontraba Sam para ayudarlo. Me explicaron que algunos nefilims saldrían con distintas misiones y que el castillo quedaría casi vacío. Entonces, pensé, habría una forma de salir de aquí para los que no podían simplemente desaparecer como los ángeles o algunos caídos. Tenía que descubrir tanto de su mundo como me fuese posible, di una pequeña palmada al bolsillo de la chaqueta para asegurarme de que la libreta siga allí.
Por alguna razón ninguno de ellos se despegó de mí en todo el día, eso me hacía pensar que las cosas andaban peor de lo que imaginaba y el estar incomunicada me estaba volviendo loca. Cada uno me contó como eran sus vidas antes de saber que eran nefilims, cómo se conocieron y cómo decidieron abandonar a sus familias para protegerlas. Por momentos los observaba y sentía pena por saber que sus padres y sus amigos ya estarían nuestros, notaba su soledad, pero también podía ver que habían construido una familia aquí. Por la tarde Blair insistió en entrenarme y eso nos llevó largas horas hasta que mi torpeza me regaló un corte en la frente. Harvey comenzó a carcajear por un momento hasta que brotó sangre de mi rostro y se echó a correr en busca de Maddie.
—No quiero molestarla chicos, no es necesario— intenté convencerlos para que no me lleven con ella. No estaba muy segura de las sensaciones que tenía a su alrededor.
—No te preocupes por ella, sólo es que… está pasando por muchas cosas en este momento— Blair caminaba a mi lado intentando tranquilizarme.
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Editado: 14.07.2019