Laura. Viernes 7:00pm
Corro por toda mi habitación buscando mi celular y mis sandalias. Cuando por fin encuentro ambas cosas, me pongo mi calzado y bajo corriendo como si no hubiera un mañana.
—¡Mamá, ya me voy!— Le grité a mi madre desde la puerta de la casa. Ella baja las escaleras y me da un beso en la frente.
—Te quiero aquí a las 12:00am— me recuerda tocándome la mejilla.
—Si madre, lo prometo. Te Amo— le doy otro beso y salgo a la calle en dirección al auto de mi mamá.
Estuve esperando éste día tanto tiempo. Cada año se hace una fiesta en una de las playas privadas de la ciudad. Se celebra justo en los días más cálidos de Phoenix. Pero, para asistir debes tener la mayoría de edad, y he estado esperando toda mi vida para poder ir.
Subo al auto a toda velocidad y conduzco a la casa de Mónica. Ella y Violet están esperando que pase a recogerlas. Solo me toma cinco minutos llegar allí.
—¡Hey!— gritan ambas al unísono y luego se echan a reír.
—¿Listas para la mejor fiesta de la historia?— les pregunto sonriendo de oreja a oreja.
—Por supuesto— Chilla Violet.
—Entonces dejen la cháchara y suban al auto— les espeto.
Ambas se ven fabulosas. Mónica va vestida con unos shorts estilo caquis color blanco, un crop-top amarillo y el cabello negro rizado cayéndole por los hombros blancos como la cal. Su pecho resalta mucho, pero se ve genial.
Violet lleva un vestido corto suelto color verde acuarela, que resalta sus ojos claros. Y lleva el cabello marrón en dos trenzas que le lucen increíble, ella es de las que no necesitan maquillaje para verse hermosa, las pecas en su nariz y mejillas la hacen lucir adorable y atractiva. Yo tengo puesto un lindo vestido azul con lunares blancos, mi cabello está recogido en una cola alta y mi cara la llevo al natural, solo un poco de brillo labial rosado en mis labios.
—Ya estamos llegando— informo a mis mejores amigas. Ambas sueltan un chillido que hace resonar mis oídos.
Llegamos a la playa y está atestada de gente. Lo que no es sorprendente, casi toda la ciudad está aquí hoy. Estaciono en un lugar cerca de la entrada y nos encaminamos a la playa. Puedo escuchar a la gente gritar y reír, es maravilloso.
—¿Crees que haya chicos lindos?— pregunta Mónica con una sonrisa.
—Probablemente hay muchos chicos sexys en este lugar— responde Violet y tengo que evitar reírme. Ambas parecen babear y ni siquiera se nos ha cruzado algún hombre.
—Controlen sus hormonas— les digo a las dos. —Y si se van a besar con alguien, al menos procuren no estar tan borrachas— bromeo.
Llegamos a la entrada y una voz masculina y misteriosa nos detiene.
—Identificaciones— Exige el guardia de la entrada.
Es un hombre alto, de tez bronceada y una mirada inquietante. Va vestido con un traje negro, algo muy formal para estar en una playa.
—Tenga— Digo y le entrego las tres tarjetas. Nos mira durante casi un minuto y siento un escalofrío subir por mi espalda. Traza un recorrido visual desde nuestros pies hasta nuestras cabezas. Es como si nos estuviera estudiando.
—Adelante— Dice al fin y nos deja pasar. Gracias al cielo, comenzaba a sentirme incómoda bajo su mirada.
Cuando por fin entramos, miro hacia atrás y veo al guardia hablando por su celular y mirando en nuestra dirección. Tengo un mal presentimiento, pero no me atrevo a decir nada a las chicas, pensarán que estoy paranoica o loca.
Después de la primera hora en la playa, mi paranoia desaparece por completo. Me concentro en bailar con las chicas y divertirme. La música resuena por los altavoces, la gente enloquece, el alcohol recorre cada rincón de la playa, el calor aumenta, la adrenalina se incrementa... Es todo lo que soñamos.
—Hey, Laura, aquel chico de allá no ha dejado de mirarte— me dice Mónica al oído. Yo sigo la dirección de su mirada.
—Vaya— exclamo sorprendida. Porque claramente me está viendo, y comienzo a ponerme nerviosa cuando lo veo avanzar hacia nuestra dirección.
—Bueno, te dejamos un rato a solas— Dice Mónica guiñándome un ojo y se lleva a Violet a arrastras con ella.
Solo mis amigas son capaces de dejarme a solas con un completo extraño.
—Vaya vaya, ¿Qué tenemos por aquí?— El chico se ha detenido frente a mí. — Primera vez en la fiesta ¿Cierto?— Asiento.
—Sí, y está increíble— Afirmo y bebo lo último que queda de Vodka en mi vaso.
Es alto... Muy alto, posiblemente mida 1.85, es de tez morena y cabello castaño corto, cejas pobladas y labios carnosos. Los músculos de sus brazos se ven perfectos, y la piel de su abdomen se marca a través de la camiseta...
—¿Qué estás bebiendo?— preguntar don desconocido y levanto la vista para ver sus ojos. Se me erizó la piel... Tiene una mirada inquietante, como la del guardia.
—Vo-vodka— Balbuceo, creo que ya estoy algo ebria.
—Si quieres divertirte necesitaras algo más fuerte— Dice y una sonrisa pícara escapa de sus labios.
—Tienes una linda sonrisa— suelto sin pensar, y luego me cubro la boca para callar mis carcajadas.
—Sí, me lo han dicho— Alardea el muy egocéntrico.
—Bueno, iré a buscar a mis amigas— le informo, ya que su compañía no está siendo como esperaba.
—Espera— me toma del brazo. — ¿Quieres bailar un rato?— me mira a los ojos esperando mi respuesta.
—Eh, cla-cl-claro— acepto a medias.
Bailamos casi por una hora, y fue lo más divertido que hice en toda mi vida. Nuestros cuerpos casi totalmente unidos, su perfume inundaba mi nariz y sus fuertes brazos se amoldaban a los míos... Perfecto.
Pero yo era una persona responsable, y sabía que mi madre me estaba esperando, y mis amigas no podían llegar tarde. Sí, sí, llámenme aburrida o aguafiestas, pero primero estaba nuestra protección, 3 chicas solas a media noche no era una muy buena idea.