Almas cautivas

Capítulo 15

Tara

 

Mi respiración es agitada, las palmas de mis manos están sudadas y heladas. Hoppes rodea una de ellas con la suya y me da una sonrisa sin despegar los labios, y es lo que necesitaba para poder empezar.

—Como ya sabes, crecí en un orfanato, junto con mi hermana, Megan— digo y vuelvo a tomar aire para continuar. —Éramos muy unidas, siempre estábamos haciendo bromas, y jugando por todo el patio del orfanato— recuerdo con una sonrisa de nostalgia.

—Suena estupendo — dice Hoppes, yo cierro los ojos un momento, asiento y continúo con la historia.

—Ella era un año menor que yo— añado. —Cuando yo cumplí 17, me sentía tan eufórica que quería salir del orfanato para conocer el mundo— se me escapa una risa seca. —Se lo comenté a Megan y dijo que no me preocupara por ella, que se quedaría en el orfanato preparando algo para mí— susurro y dejo de hablar.

—Tranquila, respira un poco— me dice Hoppes y yo hago lo que me dice. Bien, puedo seguir.

—Después de rogarle a la directora del orfanato, me dejó salir, pero con la condición de que volviera antes de las 8 de la noche, accedí, me despedí de Megan y salí como alma que lleva el diablo— intento bromear pero no sale como pensé.

Hoppes se mantiene en silencio, su mano sigue en la mía y es lo que hace que no me derrumbe y me vuelva añicos mientras dejo que el recuerdo me destroce desde adentro.

—No hice mucho cuando salí, nada me parecía interesante si no tenía a mi hermana conmigo, así que solo bebí algo en un pequeño lugar cerca del orfanato y di un paseo por una de las plazas del lugar— suspiro y se me hace un nudo en la garganta.

— ¿Qué hora era cuando volviste al orfanato? — pregunta Hoppes con suavidad.

—Me retrasé por 30 minutos— respondo con un hilo de voz. —Me di cuenta de la hora y corrí al orfanato. Cuando faltaba una cuadra para llegar, noté que las personas  se amontonaban intentando ver algo que estaba pasando, y escuché sirenas de patrullas policiales— mi corazón está latiendo muy rápido, y mi pecho quema.

—Tara… — Daniel toma mi mejilla con su mano y seca una lágrima que se me escapa.

—Corrí en dirección a esa calle y frené en seco cuando vi a los policías salir del orfanato— me detengo para tomar aire. —Había una cinta amarilla rodando todo el lugar, y un par de camillas en el suelo. Lo primero que me vino a la mente fue Megan— digo su nombre en un susurro casi inaudible.

El recuerdo llega a mi mente…

El sonido de las sirenas inunda mis oídos, los murmullos de la multitud me hacen sentir escalofríos, y la presencia de los policías hace que mi cuerpo tiemble.

—Megan— digo en voz baja mientras parpadeo para aclarar mis ideas. — ¡Megan! — grito, mis pies se abalanzan a la calle y corro lo más rápido que puedo para llegar al orfanato.

Un brazo rodea mi cintura para detenerme cuando estoy por cruzar la cinta amarilla, me sacudo pero no me suelta.

— ¡Suélteme! — grito al oficial que me sujeta. — ¡Mi hermana! ¡¿Dónde está mi hermana?! — pregunto sacudiéndome entre sus brazos.

—Jovencita, soy el oficial Torres, necesito que guarde la calma— me dice el oficial y me da vuelta para que lo mire. — ¿Eres de este orfanato? — me pregunta frunciendo el ceño.

— ¡Sí! — respondo gritando, me giro hacia el lugar y lo señalo con un dedo. — ¡Mi hermana también! ¿Dónde está? — las lágrimas ruedan por mi rostro mientras la preocupación me invade.

El oficial palidece por un minuto y se inclina para estar a mi altura.

—Eres una chica con mucha suerte— susurra y me ve a los ojos. —Encontraremos a tu hermana, te lo prometo— me asegura y mis pulmones dejan de funcionar, expulsando el aire que tenía contenido.

—Tara— me llama Hoppes y sacude mi hombro.

—Asaltaron el orfanato, asesinaron a varias mujeres que estaban ahí, y secuestraron a la mayoría de las jóvenes de mi edad— añado con la mirada perdida. —Incluyendo a mí hermana—.

—Demonios…— vocifera él y se acerca a mí.

—Pasaron 2 semanas y no supimos nada de ninguna de las chicas, hasta que reportaron unos cuerpos en algún lugar del pueblo en el que vivía— le sigo contando intentando mantener firme mi voz. —Le supliqué al oficial Torres que me dejara ir con él, y accedió—.

— ¿Qué encontraron cuando llegaron al lugar? — pregunta Hoppes y mis ojos se cierran.

—Encontramos los cadáveres de todas las jóvenes que habían secuestrado en el orfanato, estaban igual que las víctimas que encontramos en la casa de los Morales. Sus cuerpos estaban mutilados y quemados, las torturaron de una manera atroz y enfermiza— me estremezco. —Pero el cuerpo de mi hermana no estaba ahí— suelto y mis ojos se cristalizan.

— ¿Qué? — la cara de Hoppes refleja confusión.

—Megan no estaba entre las víctimas, y después de 1 año la policía dejó de buscarla— me tiembla el labio inferior. —Después de diez años mi hermana sigue desaparecida— añado con un hilo de voz.

—Tara, lo siento mucho— me dice él en voz baja y me acerca a su pecho mientras las lágrimas bajan por mi rostro. —No fue tu culpa— añade y me besa en la coronilla.

—Luego de eso juré que protegería a todas las niñas y jóvenes. Por Megan y por todas las que murieron ese día— digo con fuerza y seco mis lágrimas.

—Tengo una corazonada— farfulla él luego de unos minutos de silencio y me mira.

—Cuéntame— lo apremio con el ceño fruncido.

—La persona que está detrás de todo este caso, supo dónde darte para atacarte desde adentro, así que, presiento que quien haya matado a esas jóvenes y secuestrado a tu hermana, tiene algo que ver con todo esto— responde y su ceño está fruncido también.

Me pienso un momento lo que dice, y tiene lógica. Métodos de homicidio similares, secuestros, niñas y adolescentes, y ahora este último cuerpo con la descripción casi idéntica a la de mi hermana.




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