Almas Coloridas

[CAPÍTULO DOS]

 

—¿Estás seguro que ella es una Dark?—preguntó una voz masculina y extrañamente, mi corazón se aceleró.

—Podría ser...—dijo otra voz.

—Pero...Ya van años sin saber de los Dark. ¿19 años?—cuestionó.

—18 años.—dijo pensativo.—¿Es que no lo entiendes?

—¿Entender qué?

—¿Cuantos años crees que tiene?

—No lo sé, es una cría.

¡Hey! Acababa de cumplir los dieciocho o eso suponía.

Toda una adulta, seguro.

Iba en la clase de Amber.—respondió.

¿Por que estas personas conocían a Amber?

—¿Me estás tomando el pelo?

—Ojalá.—se escuchó un suspiro.—Vamos, fuera una Dark, sabes perfectamente que ella no puede irse.

—Pero Yang, voy a parec...

La voy cayó en el momento que me incorporé de golpe, soltando un quejido.

Miré a mi alrededor, buscando algo que conociera para poder ubicarme, pero no encontré nada. Todo era absolutamente blanco, hasta creo que si no fuera por mi ojo izquierdo, que solo tenía pestañas negras, pasaba como una parte de la pared o algo así.

Cuando vi algo conectado en mi brazo y las camillas que habían al rededor de la que estaba sentada, comprendí que me encontraba en una especie de hospital.

Además tenía completamente vendado el brazo derecho completamente.

¿Habían hecho un hospital para incoloros o qué?

Miré a quienes tenía en frente.

Un hombre alto, con muchos músculos, sus ojos eran rasgados y de un dorado intenso iba vestido con un traje de color blanco y dorado.

Cuando vi a su lado, sentí que todo se detenía un segundo, un chico un poco más alto que el hombre, de cabello azul, facciones duras y unos preciosos ojos verde brillante que me miraban expectantes me miraban, pero lo que más me llamo su atención era él alma color azul y verde que lo rodeaba. Vestía completamente de negro.

¿Era...él? Por que no me iba a quejar en lo absoluto.

—No te muevas.—dijo el hombre al ver que yo quería levantarme.

Recién me di cuenta de que ambos dirigían algo de color negro hacia mi cabeza mientras yo me aclaraba la garganta.

—Solo quiero levantarme.—dije con el ceño fruncido.—¿Que es eso?—dije refiriéndome a las cosas negras

¡Woah! ¿Qué pasó aquí?—preguntó un chico de

cabello verde entrando a la habitación, confundiéndome todavía más de lo que ya estaba.

¿Por que también veía su alma? ¿Era el o el chico de cabello azul?

Nuevamente intenté levantarme, cuando el hombre volvió a hablar.

—No te muevas o te disparamos.—dijo aún con esa cosa negra entre sus manos al igual que el otro chico.

—¿Dis...parar?—pregunté extrañada.

—Definitivamente el vocabulario de los Newcoloridos es muy limitado.—anunció el chico de pelo verde.

—¿Que es disparar?

—Pues mira, querida amiga.—dijo acercándose a los hombres que estaban completamente serios mirándome fijamente.—con estos aparatitos negros que ves aquí,—señaló lo que tenían en las manos.—ellos podrían matarte.

Lo miré horrorizada.

—¡¿Matarme?! ¡Pero si no he hecho nada malo!

—Trimy, vete a la escuela.—dijo el chico de cabello azul con voz autoritaria.

Aaaahhh.—se quejó.—No es justo, Amber terminó de estudiar, pero claro, yo debo seguir por que la escuela de aquí es horrible y...

—A la escuela.

—Pero es...

—Nada de peros, ve a la escuela.

—Yang...

No escuché nada más, ¿El era Yang?

Busca a Yang, él te explicará todo.

¡Yang!—grité emocionada.

¡Lo había encontrado sin mucho esfuerzo!

Los tres se me quedaron viendo extrañados.

—Mi madre dijo que tú debías explicarme todo.—le dije al chico de cabello azul.

Emmmm. Yo no soy Yang.—dijo incómodo.

—Yo soy Yang.— dijo el hombre te traje blanco y dorado.

Me aclaré la garganta.

—Mamá dijo que si no me creías te mostrara esto.—dije señalando el collar que tenía en el cuello.

El hombre me quedo viendo sorprendido

—¿De dónde sacaste esto niñita?

—Mama me lo ha dado.—dije como si fuera obvio.—Mira esto ha pasado, estaba en mi graduación cuando Amber comenzó a molestarme, como siempre.—dije rodando los ojos.— Ella dijo que la mirara a los ojos y cuando la vi, ví su alma que por cierto, aquí entre nos,—dije en un susurro.—es verde moco. Entonces cuando me asusté, aparté de la mirada y resulta que podía ver el alma de todos los que estaban en la habitación. ¡Era de locos!

Tomé una bocanada de aire.

>>Luego cerré los ojos y era como si nada hubiese pasado, pero cuando le conté a mis padres, se volvieron locos, papá rompió el piso de mi habitación, mamá tenía una bola de fuego en la mano e hizo mi maleta y al final dijeron que debía ir con los insubordinados. ¿Pueden creerlo? ¡Los insubordinados!

—Somos nosotros.—dijo el tal Trimy, que nombre más raro.

—¿Eh?—respondí confundida.

—Que estás con los insubordinados, Rainbow Dark.—dijo el hombre estirando su mano hacia mí.—Dame eso.—dijo refiriéndose al collar de mamá.

—No.—dije secamente.—No te conozco, ni a ti ni a nadie y estoy es lo único que tengo de mamá.

—Solo debo comprobar algo, mientras puedes quedarte, prometo que nadie te hará daño.—dijo el, acercándose a mí.

—¿Como voy a saber yo si es cierto?

—No tenemos motivos para hacerte daño, además, tú eres la...

—Nadie va a hacerte daño.—dijo el chico de  cabello azul, interrumpiendo a Yang y frunciendo el ceño.

—No lo sé, ¿Como voy a asegurarme yo, de que no me vas a hacer daño?

—Solo deberás confiar en nosotros.—contestó.

Algo comenzó a sonar en los bolsillos de Yang.

—Dios, me están llamando.—dijo tomando un aparato pequeño y plano.—Milos, te quedas con ella.

—¿Por que yo debería quedarme con esta cría?.—dijo frunciéndole el ceño.

—¡Hey!

—Sabes perfectamente la razón, Obinger.—dijo Yang retirándose, pero se dio la vuelta llegando a la puerta.—Trimy, a la escuela o tendrás que limpiar todas las calles de la ciudad.




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