Crecí con los cuentos de hadas... Nunca creí en ellos. Porque en el mío, la bruja mala y el lobo malo estaban dentro de mí. Y mi caballero apareció un día montado en un caballo negro y con el pelo sin brillo. Adornado con una belleza salvaje que no le llegaba al alma. Inesperadamente, fui amada. ¡Mucho! Y el cuento de hadas comenzó a tener un significado diferente ahora. Y pasé de ser un lobo y una bruja a ser otra bella durmiente.
Una princesa por la que el caballero prometió dar su vida para salvarla. Al final, resultó que la princesa se despertó muy, muy tarde.