<<Almas entrelazadas, pensó Alex, mientras caminaban de regreso al pueblo, sus manos exactamente así: entrelazadas.
Encajando perfecto entre ellas. Desde aquel primer momento en que los ojos azules de Alex se habían cruzado con los de plata de aquel desconocido, él había notado que eran el uno para el otro. Su corazón retumbando fuerte en su pecho, cada latido golpeando por él, su alma agitándose y susurrando lo que Alex ya sabía: "Es él. Es él. Es su alma."
Era Michael Owl quien fue hecho para Alejandro Stevens, era su alma la mitad de la suya. Predestinados.
Alex sonrió y apretó con fuerza la mano de Michael entre la suya. Suspiró, pensando en la promesa de aquel desconocido, deseando que fuera verdad. Alex había querido la posibilidad de entregar su alma también a Michael, él ya tenía la de él, quería darle lo mismo. En cierto modo, Michael ya la tenía, tenía todo de Alejandro, sólo quería hacerlo literal.
Que atrapara su alma también, que la aceptara. Intercambiar almas como si esa fuera su promesa de amor. Así como los simples mundanos solían intercambiar alianzas y votos, Alejandro le daría algo más especial: su propia alma.
Michael no podría dudar que lo amaba. No sólo iba a tomar su alma y su amor, él también le daría los suyos.
Pero Alejandro no sabía cómo hacerlo. Él tomaba almas, era su don, pero era uno que él no pidió. Él no sabía cómo funcionaba, no tenía nadie a quién preguntar, nadie que le enseñara a controlarlo, tal vez sólo atrapar las almas que quisiera. O, al contrario, dar la suya.
Pero este hombre de mirada oscura, una plata fría, lo miró y le sonrió, ofreciendo algo mucho mejor: -¿Y si uniera sus almas en una sola?
Alejandro había sentido sus propios ojos abrirse demasiado. -¿Es eso posible?
-Para un brujo como yo lo es.
Alex habría querido reírse, pero, después de su propio don, ¿cómo iba a poner en duda la magia?
-¿Y por qué lo harías?
El hombre había murmurado algo entredientes, sonó como "Algún día lo entenderás", y después en voz alta: -A cambio de un pequeño favor, obviamente. Hay magia en ti, Alejandro Stevens, y yo la necesito ahora que no puedo estar en ningún lugar. Es difícil de explicar, pero estoy viajando en el tiempo, sin quedarme realmente en ningún lugar. Tú tienes, además del don de atrapar almas, el poder de la vida y la muerte en tus manos. Lo sabes, por eso te temen estos mundanos débiles e ignorantes.
Alejandro se había sentido avergonzado. Eso era cierto. Él podía tomar las almas y la vida si quería, pero él nunca lo hacía, ni siquiera por curiosidad había hecho algo así.
-No te culpo -el hombre había puesto una mano en su hombro, y Alex quiso sacudírsela al instante-, ni te juzgo, sólo señalo los hechos. Voy a atar tu alma a la de mi herm... A la de ese hombre, tu amante, a cambio de una pizca de tu propia magia.
Alejandro pensó entonces que tal vez si él tenía magia, una que este brujo quería, el mismo podía entrelazar sus almas. Tal vez si averiguaba cómo...
Pero entonces el hombre dijo: -Viajo en el tiempo, Alejandro, y tú y él no tienen futuro si no aceptas. No voy a revelarte nada, pero confía en mí. Vas a perderlo si no lo haces.
Alex dudó un poco más, pero la sola idea de perder a Michael era horrible, así que al final cedió: -Pero, si hago esto, será sólo un poco, ¿cierto? No voy a perder mi don ni esta "magia" de la que tú hablas. Y vas a cumplir tu parte, mi alma y la de Michael...
-Quedarán unidas -el hombre lo aseguró-. Almas entrelazadas, ni siquiera la muerte podrá romper ese vínculo. Y tú no perderás tu don, seguirás atrapando almas en esta vida y las siguientes. Tomaré de ti una mínima parte... Aunque si no quieres, yo puedo buscar a alguien más...
-No, no, yo acepto.>>
Alejandro gruñó, en parte por el maldito sueño, en parte por haber sido despertado, y en parte por el horrible dolor de cabeza que tenía.
Su cuerpo giró de lado, buscando uno que ya no estaba. Sus manos tantearon el espacio vacío.
-¿Owl...?
El sonido del teléfono le impidió seguir.
Era Theo.
Y sus palabras trajeron un torrente de recuerdos de la noche anterior. Su corazón dolió recordando. Puso una mano en su pecho, tratando de sentir su alma, su única conexión con Michael.
"Alex, es urgente que vengas. No sé qué demonios sucedió, pero esta madrugada murieron decenas de presos. Todos casos nuestros. Sin razón aparente..."
Alex dejó de escuchar, mirando a su alrededor. En algún momento debió volver a la habitación de Owl. A su cama.
Owl ya no estaba, pensó, recordando todo.