Austin.
¿Novia de Simón Holdan?
¿Qué?
Es la cosa más ridícula posible. Ella con alguien tan inferior como él, jamás.
—No te creo —camino los pasos que ella retrocedió —. En el fondo sabes que todavía me quieres.
—Puede ser que sí, puede ser que no —Actúa de esa manera que me molesta, su modo de defensa es cuando se cree superior, cuando se siente atacada —. Pero lo soy, y estoy bien por eso.
—¿Un idiota cómo él?
—Creo que te estás definiendo a ti mismo.
—Di la verdad —le ordeno, pero no lo hace, cosa que me molesta —Él es un estúpido y nunca te va a dar lo que quiere, te gusta la adrenalina, te gusta las personas que no le temen a nada.
Se queda pensativa un segundo, antes de sonreír con ternura.
—Es cierto, y precisamente me estoy dando cuenta que esa persona lo está trayendo de diferentes formas.
Aprieto mis manos y me aguanto de no explotar, el ahora novio de mi madre no necesita saber que me escabullí por su casa para ver a su hija.
>> Él me trata bien, me hace sentir que al final puedo cometer errores, no me juzga a la primera, ni mucho menos se deja guiar por lo que dicen de mí. Me hace sentir protegida, me hace sentir que en tan poco tiempo puedo confiar en él ciegamente.
>>Esas son las razones por lo que lo acepte.
—Eso es mentira —Hago que choque contra su escritorio —. Porque por más cosas buenas que tenga, me quieres a mí. Y eso, te jode, Aitana.
—No se a quien le jode más, a mí o a ti —sus ojos bajan a mis labios —. Digo, porque eres tu quien esta acá, eres tu quien me está acorralando de tal forma. No soy yo quien está mostrando que cada parte de su ser grita celos.
La tomo del cuello y la acerco a mi cara. Mis labios buscan los suyos de forma necesitada, pero no dura mucho, cuando pone sus manos en mi pecho y me aparta.
—No hagas eso más —me dice dolida —. Vete, si no quieres que grite.
—¿Por qué?
—Porque me lastima tu manera de ser, me lastima el hecho de que te creas que cuando quieres puedes venir y besarme, de que cuando quieres me tratas a las patadas y luego sencillamente ni las disculpas recibo —Me quedo paralizado ante su respuesta —. No merezco que me traten como un pedazo de nada.
>> Escuchaste muy bien, estoy de novia con Simón y no le pienso fallar por más que siga sintiendo cosas por ti.
—No estás hablando en serio —No quiero demostrarle lo mucho que esto me enoja, por lo que trato de mantenerme sereno —. Además, fuiste tú quien falló primero.
—¡Si, joder! —exclama ya molesta —. Pero eso no quiere decir que no te haya pedido disculpas y que me arrepienta. Pero pasa y acontece que no tengo una máquina de tiempo para regresar y hacer que esa apuesta nunca hubiera existido.
—No sé si vaya a poder perdonarte —Le soy sincero.
—Y yo no sé si voy a estar esperándote mientras eso ocurre.
La miro sin creer lo que está diciendo. Pero al verla dolida, solo puedo darme la vuelta y huir.
Tal vez si existiera esa máquina de tiempo ninguno hubiera cometido tantos errores.
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—Austin… Levántate —escucho la voz de Mateo, me sigue moviendo el hombro, pero me siento más allá que acá — ¡Vas tarde al instituto! —me grita en todo el oído.
Me levanto asesinándolo con la mirada y llevándome una mano a la oreja. Ya se bañó y ya está listo para irse a la universidad, lo que me indica que esta tarde. Pero lo que pude dormir anoche, fue muy poco.
—No pienso ir al instituto, ahora no me molestes y sigue con tu vida —
Me vuelvo acostar, cerrando los ojos y esperando escuchar la puerta al él salir —Cosa que nunca sucede—. Siento como me quita el edredón.
—Mira, Austin, levántate antes que lo haga yo por las malas —Quiero gritar que no dormí anoche y que me deje en paz durmiendo, pero ninguno de ellos sabe que estuve en la casa de los vecinos.
—Eres tan insoportable cuando te lo propones —gruño, mientras me levanto de la cama.
—Muchas personas me lo han dicho. Ahora báñate y muévete si quieres que Santiago te lleve—explica —Todos tenemos trabajos que entregar y no vamos a llegar tarde a clases por ti, Austin. Ni mucho menos sabiendo que fuiste ayer a acosar a Aitana.
—¿Cómo lo sabes? —pregunto.
Nadie debía saber de mis planes.
—El hecho que le hayas pedido a mi novia el dejarte pasar me hace merecedor de esa información —Abro la boca indignado, Sofía no me podía fallar de tal manera.
—Bueno, sabes mis motivos, deberías dejarme en paz.
—Mira tú actitud de últimamente alteran demasiado mis nervios, porque te juro que me dan ganas de golpearte por ser tan imbécil —Expresa muy molesto, y me doy cuenta lo sincero que se ha vuelto a través de estos meses —. Ahora, no se que haya pasado anoche entre tu y la vecina, pero de que sepas que todo esto te lo has ganado por tu actitud de mierda.
—¿No deberías apoyarme? Ella fue la que utilizo como una apuesta.
—Si, cosa que siempre he dicho, no estoy de acuerdo con eso. Pero no por eso debes no dejarla continuar —Abro la boca, dispuesto a replicar, pero continua —. Si te molesta tanto que este con el estudiante nuevo, pues ponte las pilas, si no deja que se enamore de alguien que si la valore.
¿Dejar qué se quede con Simón?
Pfff… ¡Eso jamás!
Mateo sale de mi habitación y decido ir a tomarme un baño como flash. Siempre he tenido el problema que siempre me demoro, por eso acostumbro levantarme primero que todos. Mis hermanos me suelen molestar con el hecho que puede demorar lo mismo que mamá. Pero un ser como yo necesita salir oliendo delicioso.
Al salir del baño, escucho los gritos de mis hermanos desde el primer piso por lo que me pongo rápido la ropa, al ponérmela decido llevarme la cartuchera donde tengo mi peinilla, con la colonia y cepillo de dientes. Tomo mi mochila, y al estar al frente de la puerta, dispuesto abrirla, recuerdo que nunca aliste los cuadernos para hoy.
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Editado: 20.05.2021