Almas Unidas

CAP 14

Estar en familia es lo mas gratificante porque compartes

 bonitos momentos que solo quedaran atrapados en tu memoria y

no podrás revivirlos mas en formato en vivo sino mental.

 

El sol acapara con sus rayos entrando por la ventana de la casa, a medida voy abriendo mis parpados y dar vía libre a que los rayos den reflejo de mis ojos cafés oscuros a unos más claros.

—Ya despertaste dormilona — bromea.

Río a pesar de todo, sus ojos se ven hermosos bajo la luz del sol, son tan hermosos que me quedaría todo el día viéndolo a los ojos.

—Perdiste algo en mis ojos —dice con arrogancia.

—Si —murmuro atontada —me perdí en tu mirada, en el amor que trasmites al mirarme y esos hermosos ojos que me hipnotizan.

La sinceridad, ante todo.

—Te amo mi muñeca, siempre ten en cuenta eso, te amo y eres una gran mujer una en la que siempre pienso confiar, querer, mimar, hacerla sonreír, acaparar toda tu atención y un montón de cosas más que te profeso.

Sonrió y dejo un piquito en sus labios, él sonríe dejando ahora un pequeño y corto beso, acaricio su mejilla con sus suaves caricias.

Si esto puede ser lo más cursi, pero no te sentirías bien que te mimaran, te dieran amor como este, donde te quedas mirando a la otra persona, acaricias su rostro, lo detallas y se profesan amor.

—Tenía pensado algo —comenta.

—Dime.

—Qué tal si nos vamos de vacaciones a Cartagena o cualquier lugar que te guste —cuestiona

—Me encantaría, ¿qué tal San Andrés? —pregunto

—Claro que sí. Nos vamos hoy mismo —vocifera divertido.

Deposita un último beso en mis labios y otro la punta de mi nariz para salirse de la cama y caminar hacia el baño. Río, pareciera un niño pequeño cuando le dicen que le compras el regalo que quería.

Lo bueno de mi trabajo es que el hotel lo puedo manejar desde mi computador, las cuentas y cada inconveniente que suceda.

Me levanto yo también y salgo de la habitación en busca de la recamara de los niños, tropezándome con Steven, que esta solo con su pantalón de pijama, dejando su torso al descubierto. No me incomodaba, ya me había acostumbrado a verlo así.

—Buenos días Stev —saludo

—Buenos días enana —bromea

—Muy chistoso —refiero con sarcasmo.

—Está bien no te vuelvo a llamar así, ¿por qué tan feliz y radiante? —pregunta.

—Solo te digo que te bañes, cámbiate, comes, arma tu equipaje porque nos vamos a San Andrés —digo con entusiasmo.

El me mira asombrado además de no creerse lo que digo.

—¿Estás hablando en serio? —pregunta

—Claro que estoy hablando en serio —respondo dejando palmaditas en su hombro y seguir caminando hacia la habitación de mis dos angelitos.

Al abrir la puerta de su habitación, tengo una gran imagen en mi recuerdo que nunca se borrara de él. Los dos durmiendo juntos en una sola cama abrazados.

Ashley a veces tenía pesadillas, gritaba, se asustaba y lloraba. Me acerco con cautela y beso las dos frentes que están ahí. Ashley es mas de sueño ligero. Se despierta con una gran sonrisa y bosteza.

—Buenos días cariño —saludo contemplándola con amor.

—Buenos días mamá.

—Eric, príncipe despierta —susurro con tranquilidad.

—Mamá, yo sé cómo despertarlo —añade con travesura.

La miro con mi ceño fruncido, esperando que cometa su acto. Sopla en la oreja de Eric, haciendo que este se sobresalte.

La chiquilla traviesa empieza a reírse y yo igual, después se nos une el.

—Buenos días tía, buenos días Ash — saluda todavía con soñoliento.

—Buenos días —decimos a la vez Ash y yo.

—Se van a levantar, arreglar sus camas, bañarse, desayunar y.... empacar ropa para clima caliente, porque nos vamos de vacaci... —No dejaron que terminara la frase.

Saltaron los dos encima mío felices y contentos por esta noticia, además de que se lo merecían. Saltaron fuera de la cama y empezaron a corretear para realizar cada detalle ordenado.

Sabía que estas vacaciones nos caerían bien a cada uno de nosotros, nos ayudaría a reflexionar y por un momento compartir con quienes queremos.

Salí de la habitación para ir a la cocina y empezar a preparar unos huevos pericos, tocineta, queso y jugó de naranja.

Mientras voy realizando el desayuno escucho los gritos de emoción de mi hija y sobrino, Stev hablando con la aerolínea para nuestro vuelo y Matt ayudando a los chicos.

Sirvo en cada plato su porción correspondiente y lo dejó encima de la mesa de vidrio que tenemos de comedor.

—¡¡A desayunar!! —grito.

Término de servir el jugo mientras los veo a cada uno bajar las escaleras y sentarse en sus respectivos puestos.




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