Almas y Estrellas

Cuando la luz se apaga

AMELIE

"Han pasado más de catorce horas y no he recibido ningún mensaje tuyo, ¿me puedes por favor informar si ya llegaste a tierras coreanas?"

"Amelie, hablo en serio, ¿En dónde estás metida?"

"Ya verifiqué el número de tu vuelo y dice que llegó a la hora que indicaba, ¿dónde demonios estás?"

"Amelie Rose Park, voy a tomar un avión hacia ya ahora mismo, si pierdo mi trabajo pesará en tu conciencia"

No había señal en aquel lugar, los mensajes de Leah me llegaban en diferentes momentos, muchos durante la caminata, algunos ahora mismo, sabía que era ella, pero aquello no me importaba, no ahora cuando no sabía qué le estaba sucediendo a mi padre.

El monje se acercó al cuerpo completamente inmóvil de papá y fue entonces cuando en un rápido movimiento el brazo de mi padre tomó el cuello del monje quien no fue lo suficientemente rápido como para esquivar la agresión. Lo había sorprendido totalmente.

Todos nos precipitamos hacia él, pero mi padre lanzó el cuerpo del monje hacia el lugar donde se encontraba Dowan, Hana y mi madre, haciéndolos caer con fuerza hacia atrás.

—¿En verdad pensaron que se saldrían con la suya tan fácilmente? —Caminó hacia ellos, pero la forma en la que lo hacía no parecía ser el andar usual de mi papá. Lo conocía bien, él jamás hablaría de esa forma, mucho menos lanzaría a alguien tan fácilmente por los aires. Esta persona que se encontraba frente a mí, ya no era mi progenitor.

Quise soltarme del agarre de Karan, pero el permaneció concentrado en lo que sucedía, tan quieto como si de un felino se tratara, listo para intervenir si lo necesitaba.

—Tú —Mi madre se levantó rápido y de forma tan amenazadora que me resultó increíble el grado de valentía que tenía —. Creí que había acabado contigo, maldito. Deja el cuerpo de mi esposo y muéstrate como eres.

Hana tomó a mi madre del brazo, intentando hacerle entrar en razón, retroceder, pero en cambio el acto pareció reavivar su cólera.

—Es Kamael —Karan susurró con suavidad —. Está dentro del cuerpo de tu padre. Me preocupa el grado de daño que pueda sufrir tu papá.

—Amor... Creo que no necesito que me relates lo obvio —Mis palabras sonaron incluso más agresivas de lo que pretendía, pero los hechos me tenían sumamente angustiada.

—No es lo que hago, Amelie —respondió Karan con dureza en su voz y en su mirada —. Estoy preocupado por tu padre, y dada la naturaleza y gran sentido de valentía, por tu madre también.

—¿Y crees que yo no lo estoy? —Mi tono quizás fue una octava más alta, pero podía notar miedo en su energía y no quería volver a ese lugar con él de nuevo.

—Vaya, vaya... —murmuró Kamael dirigiéndose a nosotros. Ahora que lo pensaba, ignoraba si Karan intentaba desviar la atención del ángel caído hacia nosotros para evitar que mamá continuara provocándolo. Al sentir su energía pude sentir miedo, incertidumbre, pero había valentía en aquella acción. Supe entonces que había inducido mi enojo, me había hecho sentir enojada a propósito —. Así que nos volvemos a reunir todos aquí.

—Esta vez será diferente —Karan usó su tono más amenazante. Estaba serio, su mirada completamente concentrada en su interlocutor, podía sentir la adrenalina corriendo a través de nuestro vínculo, lo que me llenó de vivacidad a mí también —. Estás debilitado, por eso tuviste que recurrir a un cuerpo.

—No te recordaba tan valiente, Khalid —Soltó socarronamente. La sonrisa de mi padre, la dulce, la divertida había desaparecido por completo, en su lugar había maldad en sus facciones, como si una versión macabra de mi padre estuviera presentándose.

—Sal del cuerpo de mi esposo —Ordenó mi madre desde su lugar, se estaba acercando peligrosamente al pergamino —. Y dinos qué es lo que quieres, vinimos aquí a-

—¿Destruir la maldición? —preguntó Kamael con una pequeña risa —. Querida Dalila, ya lo has intentado antes, más de treinta años antes y aquí estoy frente a ti otra vez... ¿de verdad eres tan ingenua como para creer que derrotaría el vínculo con sólo quemar el pergamino?

El monje se levantó entonces y antes de que mamá se acercara al pequeño exhibidor él se acercó. Comenzó a orar en voz alta, era un idioma que desconocía completamente, no era coreano, mucho menos inglés. Cuando la voz del monje se elevó, Dowan y Hana se unieron al cántico. Ambos estaban en un rincón, sus ojos cerrados repitiendo las mismas palabras.

Karan pareció sorprendido, incluso mi madre lo hizo, pero el fuego en sus ojos no se extinguió, todos estaban cooperando para debilitarlo con la información que se tenía. El monje entonces abrió sus ojos y se dirigió a Kamael, quien estaba sonriendo de manera casi diabólica mientras se arrodillaba con lentitud. Parecía que la fuerza de la oración y la unión de otras dos personas lo habían acribillado.

Karan tomó mi mano con fuerza, cerró los ojos y entonces sentí su voz dentro de mi mente. No sabía si había aprendido de sus padres a hacer todo este tipo de cosas, dado lo mucho que ellos parecían saber.

Debemos hacer que Kamael abra el pergamino, mis padres y el monje están debilitándolo, pero es muy poderoso, así que la única forma de abrir ese maldito trozo de papel es que él lo abra u obligarlo a hablarnos sobre la maldición.

Asentí, si mi madre había podido quemar el pergamino y eso causó debilidad en este ser, entonces, mientras el monje y los padres de Karan rezaban, nosotros tendríamos que ayudar también. Me llené de valor y juntos corrimos hacia el exhibidor. Mi madre estaba allí y cuando nos acercamos nos observó.

—Aléjate de aquí, Amelie, no puedes tocar el pergamino.

—Lo sé, pero es mi padre el que está en peligro, mi vida y la de mi novio, así que no intentes detenerme —repliqué con firmeza. Pocas veces en mi vida me había sentido tan poderosa. Había miedo e inseguridad dentro de mí, pero parecía ser un estímulo para actuar.



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En el texto hay: romance, espiritual, romance acción magia

Editado: 02.02.2021

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