Almas y Estrellas

Dos gotas de agua

KARAN

Las ramas de los árboles se mecían con el compás del viento, podía sentir la brisa, respirar la tierra y ver el hermoso cielo azul contrastando el intenso verde de las hojas. Me incorporé despacio estudiando mis alrededores, intentando discernir en dónde me encontraba. Habíamos pasado por tantas dimensiones y escenarios, que simplemente ya no podía decir qué era real y qué no lo era.

Cuando observé a mi costado vi a Amelie completamente dormida, nuestras manos estaban unidas. Me apresuré a ella y la tomé entre mis brazos, debía cerciorarme de que siguiera respirando, debía enfrentar la realidad en este preciso instante.

La energía llegó a mí, pude sentir la fuente, era casi nula, pero la percibí de todas formas. Dejé mis dedos con suavidad sobre su cuello para asegurarme de que tuviera pulso. Efectivamente lo tenía, pero era débil. La acerqué a mí, como si pudiera unirme a ella, necesitábamos todo el contacto posible. En ese momento me di cuenta que mi suegra se encontraba sólo a unos cuantos pasos lejos de mí. Abrazaba a su esposo con sus ojos repletos de lágrimas. Mi corazón se detuvo en ese instante.

—Señora Clarisse... —La llamé, no quería interrumpirla, pero necesitaba saber si el padre de Amelie seguía con vida.

—Me cercioré de que mi hija estuviera bien, los uní a ustedes dos por las manos mientras despertabas... —Explicó Clarisse sin dejar de ver a su esposo —. Christopher ha sufrido mucho, está muy débil, pero sigue con vida. Necesitamos salir de aquí cuanto antes.

—¿En dónde estamos? —pregunté, el lugar me resultaba familiar.

—¿No lo recuerdas? —Ella me dirigió una rápida mirada—. Aquí fue donde inició todo, el portal de fuego celestial creado por el monje fue realizado en este lugar. Volvimos porque la energía aquí es fuerte. Chamuel cumplió su palabra...

Tenía mucha razón; a dos metros más adelante el suelo presentaba algunas quemaduras, señal inequívoca de que en ese lugar había aparecido aquella enorme llama de fuego azulado. Ahora que lo observaba con más detenimiento me daba cuenta de que efectivamente me encontraba allí. Quizás fue la angustia por el estado de Amelie y su padre la que no me permitió recordar con claridad.

—Señora Clarisse, no tenemos cómo pedir ayuda, así que tendremos que caminar —dije sumido en mis cavilaciones, teníamos que encontrar el modo de llevar dos cuerpos inconscientes estando bastante débiles nosotros mismos.

—Podría llevar a mi hija... pero en estas circunstancias es mejor que ninguno de ellos cese contacto con su gemelo, sus vidas penden de un hilo y podríamos perderlos en cualquier momento. 

Asentí, ella tenía razón, la situación era difícil, pero tendríamos que buscar la manera de conseguirlo. 

—Escuche, ayúdeme con Amelie, yo llevaré a su esposo, tomaremos descansos cada diez minutos para que ambos podamos alimentarlos de nuestras fuentes. Si necesita descansar por favor, dígamelo —Pedí con seriedad, sabía lo terca que podía llegar a ser Clarisse, así que hice hincapié en el descanso.

Ella se levantó, su barbilla aun cubierta por aquella sustancia negruzca. Los cuerpos que teníamos en este momento eran exactamente los mismos con los que luchamos en la cueva, lo que explicaba el porqué sentía aquellas palpitaciones constantes en mi cabeza, la herida continuaba allí. Vi a Clarisse tomar el cuerpo de Amelie, le costó un poco, pero logró levantarla. Tomé el de Christopher y juntos nos dirigimos hacia el pequeño camino selvático que nos separaba del templo.

La señora Clarisse necesitó descanso casi de inmediato

La señora Clarisse necesitó descanso casi de inmediato. No podía culparla, todos estábamos en condiciones lamentables. Había cansancio en nuestra energía y la preocupación por mantener la fuente alimentando el cuerpo de Amelie y Christopher era una constante zozobra. Estaba ahora abrazando a mi novia mientras mi suegra hacía lo mismo con el cuerpo de su esposo. Estábamos hambrientos, sedientos y muy cansados, pero debíamos llegar al templo lo más rápido que nos fuera posible.

—¿Sabes, Karan? —La voz de la señora Clarisse me obligó a verla —. Estoy muy orgullosa de ti, has pasado por tanto... Todos lo hemos hecho, pero el miedo en tu energía se convirtió en fortaleza, y eso, mi Niño, es una evolución gigante. Mi hija es muy afortunada de tenerte, no hay nadie mejor que tú.

Haber luchado contra mí mismo durante todo este tiempo era lo más exigente que había hecho durante toda mi vida. Luchar contra tus sombras y miedos no era tarea fácil; pero el amor me mostró otro camino, y aceptarlo, con todo y sus tropiezos, definitivamente me ayudó a encontrar el valor que necesitaba para enfrentar todo lo que vivimos. Escuchar esas palabras e hizo sentir muy bien.

—Gracias... —murmuré —. Lamento que todo se nos diera de esta forma. Lo que le ocurrió a Christopher quien también fue muy valiente, es algo que jamás olvidaré. Estoy seguro que él vivirá para contarlo. Tengo la fe. 

Ella asintió, su mirada viajaba entre su hija y su esposo. Había sido un golpe duro para ella teniendo en cuenta que dos miembros muy importantes de su familia estaban en peligro. Se llevó las manos al rostro y se permitió llorar. Ya no era la persona fuerte que había visto en aquella dimensión, ahora era sólo una madre y una esposa preocupada por sus seres queridos.

Voces se elevaron a lo lejos con tal familiaridad que fue como si otro milagro se llevara a cabo frente a nuestros ojos.



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En el texto hay: romance, espiritual, romance acción magia

Editado: 02.02.2021

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