Los truenos retumban a lo lejos mientras la lluvia golpea con fuerza los cristales de la casa de Nivis. La tormenta parece calmar la ansiedad que la embarga mientras espera con impaciencia su regreso a la ALMHA. De repente, un golpeteo en la puerta la sorprende, se levanta con curiosidad al ver las flores desde su ventana, al abrir la puerta, una corriente de aire frío entra en la casa, trayendo consigo el sobre con la nota algo mojada.. Intrigada, Nix examina el papel con caligrafía elegante y la sutil fragancia de las flores que lo acompañan:
Nix:
Este año será diferente para todos, pero aún más lo será para tí.
Nivis se encontraba perpleja mientras se disponía a ingresar a su hogar; sin embargo, una figura encapuchada bajo la intensa lluvia captó su atención, repentinamente, se acercó al individuo y le arrebató la capucha, revelando la figura de Borea, completamente empapada.
-Que hace aquí?- un trueno estremesedor agitó el cielo
- te estaba buscando Nix- respondió con nerviosismo
-Vamos, entra, estas empapada
En el acogedor ambiente de la casa rural, los padres de Nix se afanaban en preparar una reconfortante taza de chocolate caliente para compartir con su invitada,
-Así que tú eres la famosa Borea -expresó
la señora Moonwisper, con su tono amable extendiendo una sonrisa cálida que invitaba a la conversación, el repiqueteo persistente de la lluvia en el tejado.
-Sí, señora, su hija Nix y yo somos amigas desde el primer día, incluso chocamos varitas.
-¿De qué hablas, Borea? Tú eres mucho más que una simple amiga; eres mi mejor amiga- resaltó.
Cuando Borea y Nivis se encontraron a solas en el tranquilo dormitorio, la atmósfera se impregnó de una sensación de confidencialidad y cercanía, iluminada por la suave luz que se filtraba a través de la ventana entreabierta.
-Sabes, por un momento pensé que eras Orión - comentó Nivis con una expresión de nostalgia o quizás de melancolía en sus ojos. Recibí una nota y...
-Oye, Nivis, ¿confiarías en mí para guardarte un secreto, por difícil que sea?- inquirió con seriedad- Borea, tomó uno de los peluches de Nivis y lo acarició con suavidad.
-No lo dudes ni por un instante. - respondió tomando sus manos. Antes de que Borea pudiera responder, el sonido del timbre las interrumpió.
-Es mi tío- informó Borea mientras se ponía en pie y se dirigía hacia la puerta
Al abrir se encontraron con un hombre de impactante presencia, su cabello largo y una prominente nariz.
-Vine a llevarte a casa- anunció el recién llegado con una sonrisa cálida
-¡Orfeo!- exclamó Persival al reconocer al visitante, el padre de Nivis, se abrazó al recién llegado con sorprendente efusividad, como si el tiempo no hubiera transcurrido entre sus encuentros.
-Fuimos compañeros- reveló el señor Moonwisper.
-¿Qué fue de ti después de terminar ALMHA?- preguntó Astra secando sus manos en el delantal y envolviendo a Orfeus en un abrazo revelando la cercanía que aún perduraba entre ellos.
-Valla, hola Asta - Saludó con emoción- Fui a la universidad, estudié Dragología- reveló con orgullo.
-Siempre fuiste muy hábil con esas criaturas- elogió Persival.
Después de despedirse, Nivis quedó sumida en un estado de introspección, sintiendo una sensación de incompletitud que turbaba su tranquilidad, arrullada por el murmullo de la lluvia y las gotitas que resbalan por el cristal de la ventana como lagrimas fugaces.
El cristalino tintineo de la jarra de leche vertiéndose en el vaso acompañado por el suave murmullo de la mañana que despertaba lentamente era la evidencia de su inquietud, se sentó frente a la mesa del comedor, donde reposaba un fino reloj de corte elegante, traído con esmero desde su habitación, observó las agujas moverse hasta que, finalmente, marcó las seis en punto. Era el momento de prepararse para regresar a la Academia Lunar de Magia y Hechicería Antigua.
El tocar tres veces el escudo, el puerto y finalmente el Astrea, los ojos de Nivis estaban húmedos de la emoción; estaba parada en la cubierta del barco, su mirada seguía el vaivén de las velas del Astrea y del horizonte lejano que tanto ansiaba, el viento azotaba su rostro y el sonido de las olas rompiendo contra el casco del barco la emocionaba, un iceberg se vislumbraba a lo lejos, un paisaje imponente e hipnotizante, justo en ese momento, unas manos cubrieron sus ojos.
-Ya basta, Borea- murmuró Nivis sonriendo
-No, creo que no- respondió Jasper con una voz profunda, liberando los ojos de Nivis quien enseguida hizo un gesto de seriedad. -¿Me extrañaste? Porque te confieso que yo sí lo hice- añadió con una mirada penetrante mientras la lluvia empezaba suavemente a caer, mezclando el sonido de los truenos con el crujir de la madera envejecida del Astrea.
-¿Jasper, qué estás haciendo aquí? ¿No siempre subías al ultimo viaje del Astrea?- preguntó Nivis, sintiendo cómo su corazón se aceleraba al ver las gotas de lluvia deslizándose por el cabello ensortijado de su amigo.
-Por ti- respondió Jasper en un susurro, haciendo que Nivis contuviera el aliento ante la intensidad de su mirada.
En ese instante, una figura conocida se acercó por la cubierta, Marcellus Stardrift, quien los observaba con una expresión sorprendida al ver a Jasper junto a ella.
-Nivis, ¿todo está bien?- preguntó Marcellus, notando la tensión en el aire.
Nivis se limitó a asentir, sin apartar la mirada de Jasper.
-Deberíamos resguardarnos de la lluvia- sugirió Marcellus, rompiendo la intensa conexión entre ellos dos.
Jasper asintió con gesto serio, pero sus ojos no abandonaron a Nivis en ningún momento mientras se dirigían hacia la cubierta principal.
Una vez llegaron a la arena, Nivis se sintió más calmada, pero la presencia de Jasper quien no tardó en acercarse continuaba provocando emociones en su interior.
-Nix, ¿Como has estado?
Se quedaron en silencio por un momento, solo el sonido de la lluvia. Nivis se sintió abrumada a pesar de la incomodidad de la situación, no podía evitar recordar los momentos compartidos en el pasado, la complicidad de su amistad que parecía haber quedado suspendida en el tiempo.