Capítulo 10
El cuidador del faro:
En un nublado fin de semana, las grandes puertas de Almha se abrieron de par en par, invitando a los estudiantes a ir a los pueblos. Una docena de imponentes armaduras se alineaban protegiendo la entrada, desafiando a el curioso Puck que intentaba patearlas sin éxito, recibiendo al final un gesto de burla por parte de los guardias quienes hacían muecas con sus manos metalicas.
—¿Porque son los día siempre tan grices? —preguntó Nixia pero no parecía muy disgustada
—Nix, el clima aquí funciona de una forma diferente —explicaba Borea—. El invierno y el otoño son realmente largos, la primavera es impredecible y el verano es prácticamente inexistente.
—Me gusta —dijo Nixia contenta con el descubrimiento— odio el verano —añadió
Nixia estaba emocionada por visitar los pintorescos pueblos vecinos, era su primera vez en aquel mágico lugar.
—Yo vivo en el pueblo del este —comenzó Borea entusiasmada —justo al lado de los Nightingale. Orión probablemente creció en el pueblo del oeste, donde se encuentra el orfanato de brujos.
—No entiendo mucho lo que dices Borea
—Veras, el pueblo del este se encuentra próximo al río entre las colinas verdes que lo rodean. En cambio, el pueblo del oeste está en lo alto de los imponentes acantilados, mirando hacia el mar.
Orión apresuró el paso junto a ellas y se detuvo de repente, su mirada seria denotaba un interés particular:
—El otro día escuché que hablaban del faro —manifestó con seriedad—. ¿Puedo acompañarlas?. La verdad es que no tengo nada interesante que hacer.
Borea, sorprendida, respondió: —Pero en realidad íbamos al pueblo...
—Entonces, buena suerte —dijo Orión, retomando su camino, pero Lumar intervino enérgica, haciendo que se detuviera. —¡Vamos al faro! —confirmó.
—Está bien, iré con ustedes —expresó Orión, pasando una mano por su cabello desordenado.
Juntos, fueron camino hacia el faro, pasando el portal y luego por el bosque donde escucharon algunas voces que parecían salir de los árboles
—Al parecer los árboles están inquietos —comentó Borea
—No podemos entender lo que dice sin la posión de Vox —comentó Orión haciendo que Nixia recordara algo, pero no sabía muy bien que era.
A medida que se acercaban, el sonido de las olas rompiendo contra las rocas se hacía más intenso y la brisa marina agitaba sus capas, haciéndoles sentir la energía del océano hasta que finalmente llegaron a la costa. Caminaron por el sendero polvoriento y al llegar a la base del faro se encontraron frente a una vieja y desgastada puerta de madera. Orión tocó la puerta varias veces pero nadie respondía, mientra que Nixia con tan solo un ligero empujoncito logró abrirla con un tenebroso crujido, dejando ver la oscuridad del interior, no podían distinguir ni un solo detalle
—¿Hola? —susurró Borea con un dejo de temor en su voz.
—No creo que sea buena idea estar aquí. Sería mejor irnos —sugirió Orión, justo en ese momento en que numerosas antorchas al pie de una escalera de caracol se encendieron repentinamente, iluminando la estancia en una luz parpadeante.
Sin que ellos se percataran, un tentáculo que sostenía el farolillo de la entrada serpenteó desde la pared, revelando lentamente la criatura completa. Borea sintió un estremecimiento de temor al percibir algo frío que se enroscaba alrededor de su pierna. Al dirigir su mirada hacia abajo, se encontró con los ojos curiosos del pulpo que, en lugar de provocarle miedo, le arrancó un suspiro de alivio.
—¡Mira Nix!, parece que he encontrado a tu intrépido amigo —exclamó Borea con una sonrisa siguiendo con la mirada al pulpo ágil que se deslizaba escaleras arriba.
Los tres jóvenes lo persiguieron, la escalera parecían interminables y empinadas como lenguas de dragón hasta alcanzar la cima. Sus pulmones ardían y sus piernas temblaban exhaustas. En la cúspide, se encontraron con un anciano de espaldas que observaba con melancolía las aguas danzantes del océano desde el mirador.
—Señor Carver Lumar —musitó Borea con voz solemne, notando cómo un pulpo curioso se aferraba a la espalda del anciano como si fuera su camarada.
Lumar se giró lentamente, apartando con cuidado los tentáculos. Cuando vieron su rostro iluminado por la luz los jóvenes se quedaron boquiabiertos al percatarse de un asombroso parecido con el capitán del Astrea, lo que les hizo abrir los ojos de la sorpresa y desatar un torbellino de preguntas.
—Hola Nix —dijo el anciano con una sonrisa cálida mientras el pulpo descendía al suelo
—¿Me conoce? —preguntó la muchacha
—Claro soy tu tío abuelo —respondió con calma—. Supongo que el hecho de que estés aquí es culpa de Evenin —dijo el anciano mirando al pulpo con desconfianza, y este se escondió dentro de una cubeta con agua revolviendo algunas caracolas que estaban en el fondo.
—¿Entonces el capitán del Astrea es mi abuelo?
—Así es. Ese viejo debe estar orgulloso de que estés aquí —dijo mirando su propio reflejo en el cristal con nostalgia
—¿Por qué no me dijo nada? —preguntó, confundida
—Está protegiendo a tu abuela, ella también está aquí —confesó mirando al pulpo que asomaba tímidamente la cabecita.
—¿El pulpo? —preguntó Orión confundido
—¿Como va a ser un pulpo la abuela de la chiquilla? —respondió el anciano con una ceja arqueada —Lo siento, aun no puedo decirte nada más. —Entonces escucharon el canto de una ballena proveniente de muy lejos y luego el aullido largo y grueso de un lobo —Están a aquí —dijo el anciano— tienen que irse. ¡Pronto! —dijo entregándole secretamente un grimorio a Nixia —esto te ayudará —le dijo —Váyanse, la Omis no pueden verlos aquí —dijo con urgencia extrayendo unos viejos y pegajoso dulces de su bolsillo, se los dio a los tres para que lo comiera, aunque Nixia miró el extraño color verde con repulsión.
Pronto terminaron apareciendo en la entrada de la casa de los Eldermage, conformada solo por un lobo siberiano muy cariñoso lllamado Opoc y la tía de Borea, una mujer de mediana edad con un vestido de parches circulares, que combinaba con el báculo, hecho a partir de madera de la deriva y cristales pulidos por el mar. Allí pasaron un rato agradable, era humilde y acogedor.
En la habitación de Borea los chicos, junto a la compañía de Opoc, que se acercaba como si quisiera ofrecer ayuda, intentaron desvelar los secretos del grimorio de Lumar, pero no había forma de leer el grimorio de un brujo sin su consentimiento.
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Editado: 10.09.2024