VIOLETT CARTTER.
—Y esa es la verdad, debía ser yo la que te lo dijera. —Mi madre pasa saliva amargamente, mateniendo esa fría y calculadora seriedad que no demostraba hacía mucho tiempo. —Te pediré un favor... —Desvío mis ojos de la pared para mirarla discretamente, no me esperaba una solicitud en este momento. —Cuando él llegue intenta sonar sorprendida.
—¿Por qué? —Logro vocalizar, sin salir aún del asombro. Me observa especulante todavía desde el otro lado de la sala. —¿Por qué ahora? —No entiendo sus razones, haber pasado por mí tan repentinamente fue un indicio de malas noticias, pero no me esperaba algo así.
—No fue mi decisión, fue algo que sucedió, pensabamos mantener el secreto, pero no contabamos con este pequeno incidente. —Aprieto fuerte el puño. —Comportate como debes, no es que quiera que reprimas todo el odio y dolor que sientes en este instante, es más, te permitiré gritarme luego, pero ahora intenta tranquilizarlo, lo suficiente como para poder contarle la verdad. —Tocan el timbre insistentemente, ya llegó, esperaba tener algo más de tiempo. —Lo dejamos en tus manos. —Mi madre sube a su habitación, pasando por alto el hecho que pudo haber abierto la puerta.
Tomo aire y abro la puerta, sonriendo como si nada sucediera, como si fuera un día normal en mi trágica existencia. —Oh, Allan, que sorpresa. Te escribí, pero... —Eso estuvo más forzado de lo que desearía.
—¡Ahora eso no importa! —Exclama agresivamente, está realmente molesto. —¿Está todo bien? Te ves más pálida de lo normal.
—Sí, solo que es raro que vengas hasta mi casa únicamente a gritarme, me tomas por sorpresa. —Me encojo de hombro, haciendome a un lado para que pase y podamos hablar más a gusto. —Y dime... ¿A qué has venido?... Es por lo del peleador de la UFC, lamento informarte que... —Fijo que no se nada de nada.
—No sé de qué hablas, pero necesito contarte algo. —Abre sus ojos algo acelerado. Mi corazón late apresuradamente y mis manos tiemblan, y al parecer Allan está igual que yo. —Es solo una sospecha, aún no he podido hablar con mis padres, así que es posible que sea mentira... ¡Maldición! —Golpea el sofá con el puño. —Debe ser mentira... Sí, es lo más seguro. Pero igualmente, quiero compartir mi peso contigo. Y entiendo que tal vez te moleste igual que a mí.
—¿Compartir tu peso? —Intento ignorar cada palabra que dice, pero no funciona, al parecer a la única que le hace feliz la noticia es a mí. Aunque reconozco que es extraño que me quiera decir algo después de que me ha ignorado por mucho tiempo.
—Sí, eres la única que me podría comprender. La única que puede comprender mi molestia, impotencia y rabia al saber que... Posiblemente... Seamos... Hermanos... —En un arranque sin vuelta atrás, lo dice, arrepintiéndose en el último segundo.
—¿Qué? ¿Es broma? ¿Cierto? —Su sonrisa me hace sentir peor, es más que obvio que él nunca podría aceptar un hecho tal "Lamentable" como este.
—Ojalá, la verdad ni me lo imagino. Sería una total estupidez, es más ni lo soportaría. No podría aceptar el hecho de tener que perderte, menos ahora. Pero no logro aclarar mis ideas, así que preferí venir aquí... No planeo demorarame, Victoria anda en el hospital y es de vital importancia que vaya a verla, es obvio que debo estar para ella en cualquier ocasión, llueva truene o relampaguee. A veces creo que es lo único bueno que me ha pasado en tantos años... —Quisiera gritarle que se calle, que ya no puedo soportarlo, pero en cambio reprimo las lágrimas, tal vez ahora perdí importancia para él.
—¿Tienes pruebas? —Me estremezco ante el débil hilo de voz que sale de mi boca.
—Por supuesto, mira. —Saca una foto de su bolsillo. Somos él y yo de bebes, en el mismo lugar, en el mismo momento y en brazos de mi padre. La fecha, menos de un año antes de que yo naciera oficialmente.
Examino su expresión, puedo notar que no me quiere como hermana, no en este momento. Tal vez antes me apresiaba como tal, pero esos tiempos ya se han esfumado y lo que queda de ese vinculo que compartiamos al ser mellizos, se ha desvanecido. Es doloroso verlo actuar de esa forma, la verdad duele bastante. Creo que si eso es lo que quiere, dar por hecho que realmente no somos hermanos y que entre ambos no existe nada más que un débil hilo de sangre que nos identifica como primos, no me puedo oponer.
—¿Esto? ¿En serio? —Enarco una ceja, intentando sonar casual y despreocupada.
—¿A qué te refieres con "Esto"? —Pregunta indignado y ofendido.
Ya había pensado en una mentira, para poder cubir la más grande, y creo que es la primera vez que mi cerebro funciona velozmente. Aquí voy... —Pues si, ¿No? ¿Te acuerdas que cuando estabamos a penas iniciando la secunadaría le dijimos a todos que eramos hermanos? —Asiente. —¿Que algunos no nos creyeron? —Afirma con la cabeza. —Pues busqué a alguien para que me hiciera el favor de crear evidencias, y pues la chica es faltastica, hasta hizo que la foto se viera cien por ciento real.
—¿Está queriendo decir que es Photoshop? —Niega no muy convencido. El lógico, no se convencerá tan facil, pero ya no puedo dar marcha atrás.
—Así es, yo lo mandé hacer. Mejor que nadie sabe que no me agrada el hecho de perder, ¿Por qué crees que al final si nos creyeron?... —Esta mentira podrá caerse muy rápido, debo cubrir todos lo puntos débiles. —Si quieres puedes preguntar, aunque estaría complicado, fue hace mucho tiempo, es posible que lo hayan olvidado. Además, no todos los compañeros de ese entonces viven aún en la ciudad y... Solo se la mostré a algunos, ya sabes, los escepticos. —Poor su expresión deduzco que está a punto de ceder.
—No te creo, la encontré en...
—¿En el ático? —Lo interrumpo. Creo que es bueno usar la información que me brindó mi madre. —Sí, en la caja que decía, "Recuerdos", ¿O era "Memorias"? No lo recuerdo muy bien. Solo sé que la puse en un album algo antiguo, me parece que era zul pastel, la mayoría eran fotos antiguas, así que no le vi inconveniente. —Me esfuerzo por convencerlo.