Am-Arte

Te esperaría toda la vida

El inicio de mi nueva relación no sorprende para nada en mi hogar. Mis padres lo esperaban y adoran a Adriano. Su idea en la cafetería ha servido de mucho para aumentar el número de clientes y eso enamoró a ambos. Hoy es sábado y tenemos una cita doble con Georgina y Orso. No tenía muchas ganas de asistir, pero Georgina insistió, y cuando Georgina insiste hay que acudir. Iremos a un cenar a un restaurante que no conozco. Me preparo en mi habitación, Adriano me espera en la sala de estar, jugando Playstation con mi padre. Han logrado llevarse muy bien, aunque siempre tienen discordias y rivalidad masculina.

—¡Uhhh! Eso fue falta—exclamo mirando el partido mientras paso por la sala de estar camino a la cocina.

Amore mio. Tu padre no se cansa de perder—me dice con una sonrisa sin dejar de mirar la pantalla.

Suele posar su lengua sobre el labio inferior cuando está concentrado, es de lo más tierno, como los niños cuando dibujan.

—¿Sabes que puedo hacer que no te vea más, italiano?—comenta papá a modo de broma.

—Golpe bajo, Alex—le responde riendo.

Entro en la cocina, mamá está con una mano en su cabeza y la otra en la encimera, luce cansada.

—¿Mamá?

Alza la vista e intenta sonreír al verme. Quiere disimular pero no funciona, mis alarmas se han activado.

—¿Qué pasa?

—Nada, un dolor de cabeza tonto. ¿Ya te vas? Estás hermosa—hace un cumplido pero lo ignoro.

—Me puedo quedar si te sientes mal.

—No hace falta. Ya tomé unas pastillas y además tu padre está aquí. Ve y pásala bien.

—Está bien. De todas formas no tardaré, será rápido, es solo una cena—digo y me acerco para besarla en la mejilla.

—Dile a tu padre que ya puede venir a cenar.

Salgo a la sala de estar nuevamente, donde Adriano se burla de mi malhumorado padre.

—Solo admite que soy mejor—lo molesta con una sonrisa jocosa.

—Cami. ¿Por qué no te lo llevas de aquí antes de que lo eche?

Adriano se ríe, sacando su móvil del bolsillo trasero y papá se pone de pie.

—Papá, ya puedes ir a cenar. Y tú, vámonos antes de que lleguemos tarde.

No escucha lo que le digo, está absorto en su chat. Me siento a su lado y lo empujo, hombro con hombro.

—¡Adriano! ¿Con quién hablas tanto?

—Mi hermana llega en tres días—en su expresión no hay felicidad, es extraño.

—Vale. ¿Te molesta?—le pregunto y él niega con la cabeza.

—No, la extraño y quiero verla. Pero si se ha tomado el trabajo de dejar su familia y venir a verme, es porque algo anda mal con la empresa. El abuelo no comparte mi forma de dirigirla, así que la envía a ella para hacerme saber su descontento.

—Hay abuelos que son así. Son los resabios de la edad, es normal.

—Él tiene los resabios de la edad, multiplicados por diez—me río un poco y agarro su mano para calmarlo, está tenso.

—Esperemos que llegue antes de sacar conclusiones ¿sí?

Suspira y su mirada cambia hacia mí. Me recorre de arriba a abajo y sonríe.

—¿No te he dicho que estás extremadamente hermosa esta noche?

—Tú también estás muy guapo.

Lo está. Adoro cuando se viste así, de camisa y mocasines. Me da un rápido beso en los rojos labios, dejando restos del labial en los suyos. Lo limpio despacio con mis dedos, sintiendo la suavidad de sus labios. Es casi igual de satisfactorio que cuando me besa... casi.

—Vamos—le digo una vez termino y salimos del apartamento como la pareja perfecta que somos.

                                                   ...

Seguimos la dirección que envió Georgina. El restaurante es un poco lejos, ¡con tantos que hay! ¿No podía elegir otro?

El lugar es resaltante, realmente vale la pena el largo camino hasta aquí. Georgina espera en el frente, junto a Orso en el auto. Nos acercamos a ellos.

—¡Chicos! Hasta que por fin llegan—exclama ella. Intercambiamos besos y apretones de mano.

—Tío, esbueno verte—le dice Orso a mi chico dándole palmaditas en el hombro con una sonrisa.

Orso ha logrado mejorar su relación conmigo. Hemos aprendido a llevarnos bien, pero no le saco el ojo de encima. Tengo la horrible sensación de que le hará daño a Georgie en algún momento, solo estoy esperando que ese momento llegue.

—Georgina, ¿qué lugar es este? Nunca había oído hablar de él—pregunto mirando a mi alrededor.

—Lo inauguraron la semana pasada. Los comentarios son geniales.

—Eso he escuchado—añade Adriano.

—Bueno, vamos a averigüarlo—dice Orso y nos encaminamos dentro.

El lugar en su interior es tan precioso como en el exterior. Muy moderno y elegante, cargado de luces parpadeantes que dan la sensación de estar en navidad, excepto que todas son blancas. Buscamos una mesa para cuatro en un lugar muy bueno, cerca de un antiguo piano. Resulta irónico, en un lugar tan moderno un objeto tan antiguo.

—Es hermoso—comento una vez nos sentamos a la mesa.

—También debe ser caro—señalo un poco preocupada.

Todos los que están aquí son acomodados, sin embargo yo estoy pasando un mal momento con mi familia. Incluso en los mejores momentos, no creo que pudiéramos permitirnos visitar un lugar así

—Si existe relación calidad-precio, vale la pena la inversión—dice Orso observando la carta del menú.

—No quiero que te preocupes por el dinero—me susurra Adriano para que solo yo pueda escucharlo.

No me siento bien con que pague, comeré lo que pueda permitirme. Adriano agarra también una carta de bebidas.

—Tiene botellas de Henri Jayer. ¿Lo has probado?

Me inclino hacia él y observo el precio en la carta. ¡Santo Cielo! ¿Todo eso por una sola botella?

—No creo que me guste—susurro con expresión de disgusto, arrugando mi nariz.

—¿Cómo puedes decir eso si no la has tomado nunca?

—Las personas pueden odiar algo sin haberlo probado nunca—digo y suspira, mirándome muy serio.

—Por favor, dime que no lo haces por el dinero.



#16071 en Novela romántica

En el texto hay: romance, amorverdadeo

Editado: 04.10.2022

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.