JAY
Salgo del edificio y el refrescante frío de Miami me recibe. La noche está en su mejor esplendor y las calles solitarias, son las diez de la noche así que no están tan concurridas. Camino hasta la parada de autobuses con la mano en mi bolsillo y cuestionando si de verdad voy a ir ese lugar. Me costó tanto salir de eso para que ahora en un arranque de enojo decida ir.
Me detengo en la parada y cambio mi decisión. Escribo un rápido mensaje.
"No iré, lo siento"
Llamo a otra persona que si me apetece ver y sobre todo escuchar después de estos casi dos años.
-¿Aló?-contesta su dulce voz
-Alice, soy Jay-digo y la línea se queda en silencio un rato, hasta llegó a pensar que colgó pero la llamada sigue en curso.
-¿Jay?-pregunta sorprendida, me aclaro la garganta.
-Sí, quisiera hablar contigo, ¿Estás ocupada?-pregunto. Alice tarda en responder, considerando su respuesta.
-No creo que sea buena idea Jay.
-Tal vez, pero nos debemos esta conversación y lo sabes.
Suelta un largo suspiro a través de la bocina.
-Está bien, pero no puedes venir aquí.
-¿Nos podemos ver en el muelle 495?-pregunto.
-Está bien, te veo ahí.
Y sin esperar una respuesta de mí parte cuelga. Suspiro y comienzo a caminar hacia el muelle, no queda muy lejos del edificio y me sirve todos estos minutos para pensar que le diré a la chica que dejo a mi hermano destrozado llevándolo a la muerte.
Si, llevándolo a su muerte.
O eso creí durante un tiempo.
Jacob, mi hermano mayor. Fue la persona más optimista que he conocido en mi vida y el único que ha apoyado todos mis sueños. Desde pequeños, el siempre recibió toda la presión de nuestro padre, de hecho cumplió todas sus exigencias. Pero aunque el hiciera de todo, nuestro padre nunca estaba conforme. Llegó hasta estudiar algo que odiaba por complacerlo y aun así no fue suficiente. Un día Jacob se cansó de hacer todo y no recibir nada de su parte, se cansó de esperar siempre su aceptación. Se reveló, se tatuó, dejó crecer su cabello y comenzó a frecuentar personas para nada buenas, transformándolo en una persona que no era. Por más que el intentará ser rebelde, había algo dentro de él que siempre esperaba cariño de nuestro padre. Todo esto llevó a Jacob a esconderse en el alcohol y no fue hasta que conoció a Alice que se detuvo.
Cuando ellos comenzaron a salir, creí que mi hermano estaba mejorando, había dejado de beber, se veía más feliz, había hasta entrado a la universidad nuevamente y alquilado un pequeño departamento para ellos. Hasta que un día tiro todo lo bueno por la borda y volvió a sus malos hábitos, pero esta vez era tres veces peor. Muchas veces estuvo a punto de golpear a Alice y tuve que meterme a defenderla. Nunca supe la razón de su cambio tan repentino, el jamás me quiso decir y hasta ahora no la sé todavía.
Un día, Alice simplemente se fue sin siquiera decir adiós. Ese día yo había acompañado a Jacob a comprar unas rosas. Él le quería pedir disculpas por como la había tratado la noche anterior y fue a buscarme en la universidad para pedirme ayuda.
-¿Crees que le gusten?-había preguntado indeciso cuando llegamos a la puerta de su edificio.
-Alice ama las rosas y son las más bonitas y caras que encontramos, créeme le gustaran-dije confiado en que mi cuñada lo perdonaría y todo volvería a la normalidad.
Mi hermano sonríe y entramos. Cuando llegamos al ascensor Jacob se aclara la garganta nervioso.
-La amo, ¿Sabes?-dice-Ni siquiera sé cómo ha aguantado tantas cosas que le he hecho, soy un idiota por haberla lastimado-comenta con la mirada perdida.
Coloca mi mano en su hombro y lo apretó.
-Nadie dijo que sería fácil, pero lo importante es que eres consciente de tu error y vas a repararlo-digo y él sonríe.
El ascensor llega a su piso y salimos hacia la puerta de su departamento. Jacob abre y me deja pasar primero. El apartamento está sumido en un enorme silencio que me hace pensar que Alice no está. La sala está un poco destrozada gracias al arranque que mi hermano tuvo anoche pero de resto todo está en su lugar.
-Iré a ver si está en la habitación-avisa mi hermano yendo hacia el pasillo que da hacia las habitaciones.
Por mi parte voy a la cocina en busca de agua y algo para comer. Si ella está ahí deben estar hablando y sé que tardarán. Tomo un poco de jugo de naranja, una manzana y voy hacia el único sillón que no está en el piso. Definitivamente mi hermano debe arreglar su temperamento, todo está como la mierda.
Un fuerte golpe hace que me levanté rápidamente del sillón. ¿Enserio Jacob? Quedamos en que no ibas a hacer ninguna estupidez, voy rápidamente hacia la habitación y entró. Mi hermano está como loco destrozando todo lo que encuentra a su paso, las flores se encuentran tiradas en una esquina de la habitación, destrozadas. Lágrimas ruedan por sus mejillas y murmura un sin fin de cosas que no logro entender.