Amanda

Capítulo 23

Apenas desperté, no pude dejar de pensar las razones por las que Amanda había abandonado la casa de sus padres, intenté darme algunas respuestas pero eso solo me enredó más y mi curiosidad aumentaba junto con mis ansias de saberlo. No podía más, se lo preguntaría en cuanto despertase, necesito saber todo si pretendo ayudarla. Esperé paciente a que diera las primeras señales de lucidez para abordarla con el tema, no tardo mucho tiempo cuando se levantó y fue al baño, luego regresó y se sentó en la orilla de la cama tapándose el cuerpo con las sabanas. Pensé una manera de entrar de manera delicada para no molestar o ponerla a la defensiva.

– Nunca me has contado nada de tus padres – confesé mientras formulaba cada palabra que diría a continuación - ¿Me podrías contar sobre ellos?

Amanda de inmediato mostro incomodidad sobre el tema, además tenía entendido que desde que se marchó de su hogar no había tenido contacto con ellos, lo cual me parecía sumamente extraño de un relación de un hijo hacia sus padres y esto me dejaba un gran hueco en la historia que sin duda era más importante de lo que imaginaba. Amanta titubeó por un momento y finalmente comenzó a hablar.

– Es cierto nunca te conté de mi mamá y tampoco sobre mi papá – la tristeza se vislumbraba en su rostro – primero te contare un poco sobre mi mamá, ella es del mismo pueblo de donde tu vienes – vaya me sorprendió un poco pero seguiría escuchando para no interrumpirla – ella y ni padre se conocieron y emigraron a la ciudad según por nuevas oportunidades, al poco tiempo nací yo. Soy hija única como sabrás ya, con mi madre y yo teníamos muy buena relación, caminábamos juntas, nos íbamos al centro a comer en los locales – en este punto las lágrimas le corrían por las mejillas, tenía ganas de decirle que detuviera el relato pero debía que saberlo, debía saberlo – siempre me encantaba ir con ella por flores para adornar la casa. Por otro lado mi padre, él era frio conmigo, al principio se comportaba como un padre amoroso y fue cambiando con el tiempo, comenzó a consumir alcohol y cada vez que bebía llegaba a casa y maltrataba a mamá, intentaba detenerlo pero no tenía la fuerza para detenerlo. Además… cuando… mamá no estaba me miraba distinto y una de las noches entro a mi habitación y pronuncio la frase “si quedas embarazada no es mi culpa” llena de miedo me levanté y no supe como pero lo eché a empujones del cuarto y lo cerré con llave. No pude dormir en toda la noche, al llegar mamá le conté, pero no me creyó y me abandonó, mi madre me abandono. Seguí viviendo con ellos soportando a mi padre que llegaba borracho y seguía maltratando a mi madre. E igual que la primer vez espero una noche donde mamá no estuviera en casa para volver a meterse a mi recamara y volvió a pronunciar “si quedas embarazada no es mi culpa”, me resistí de nuevo pero esta vez no lo pude sacar, me arranco pedazos de la blusa y una parte del short, alcancé a huir y salir de la habitación, salí a la calle con la ropa rasgada, estaba muy frio, temblaba. Pase esa noche en una esquina de un callejón. Al siguiente día regrese mientras muchas personas me miraba, la parte del short que destrozó mi padre, que dejaba ver mi ropa interior. Llegué al lugar donde vivía y me quedé escondida detrás de un carro, ahí espere hasta que salió de la casa. En cuanto se perdió de vista corrí hasta la puerta y saqué la llave que escondían en una de las macetas. Entre y de manera inmediata le marque a una amiga de la universidad y le conté lo ocurrido, ella me entendió y me dijo que tomara mis cosas y me fuera a vivir con ella. Así que empaque y me fui.

Cuando terminó su relato estaba enfadado, esperaba encontrar ese tipejo y golpearlo hasta que me sangraran los puños. Por otro lado Amanda estaba llorando, tirada en una esquina de la cama. Juré que cuando lo conociera lo destruiría por lo que hizo. Intenté acercarme a Amanda y tratar de calmarla, al tocar su espalda reaccionó violentamente.

– ¡Aléjate, no me toques! – gritó, estaba confundido no sabía qué hacer.

– ¿Por qué? – pregunté.

– ¡Estoy sucia acaso no le vez!, ¡Aléjate, déjame sola! – Seguía llorando desenfrenadamente – ¡vete, márchate y déjame sola!

Sentía todo su dolor en cada uno de sus gritos, mi pecho se estrujaba al verla así y no poder ayudarla. Estaba perdido, ¿Qué podía hacer para que se sintiera mejor?, me quedé quieto sin saber que decir, sin saber cómo actuar. Solo la imite y comencé a llorar junto con ella, poco a poco me acerqué y nos entrelazamos en llanto.



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En el texto hay: romance, amor, traición.

Editado: 09.12.2020

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