~¿Aún sientes algo por el?~
Nora Arellano
Llego a una cafetería y me siento en una de las últimas mesas junto a la ventana.
Las palabras de Brianna y la acción de Marc no han abandonado mi mente en ningún momento. Y mucho menos una idea estúpida que ha llegado a mí. Se que es estúpida porque estoy cien por ciento segura de que Marc no es así, él no es esa clase de persona.
La idea es que, Marc tal vez solo me ha traído aquí para ocultar sus sentimientos. Es que, o sea, si el realmente sintiera algo por mí no actuaria así. Se que Brianna siempre ha estado ahí, para él, pero también él debe de poner a cada una en su lugar. El ver que no hace eso, solo me hace pensar que tiene sentimientos por ella y solo los oculta conmigo. Suena horrible lo sé, sin embargo, es algo que puede ser real.
Lo que más me hace sentir mal es que yo soy peor. Siento tanto por David, algo que no debería. Pero, para mi desgracia, existe, existen estos estúpidos y tontos sentimientos.
—Hola, señorita —la voz de la chica de la cafetería me saca de mis pensamientos —, ¿Ya tiene pensado en que va a ordenar?
—¿Eh? —parpadeo un par de veces confundida antes de dirigir mi mirada a el menú que se encuentra frente a mí, busco rápido con la mirada —, un café..., un café americano y una... una tarta de chocolate.
—¿Algo más?
—Eh, no gracias, eso sería todo.
Sonríe amable antes de retirarse.
El estar aquí me hace extrañar aquella cafetería donde trabajo. Quisiera estar en estos momentos, prefiero estar enfadada con todos que estar aquí echa un lio.
No puedo negar que a veces me arrepiento de haber aceptado venir a Monterrey. Aunque a veces no, a veces me alegra el haber venido, pero esas veces es cuando estoy bien, cuando todo a mi alrededor está bien.
Me quedo viendo la ventana y veo que todo afuera tiene un tono melancólico.
Al ver el día así no puedo evitar no recordar a mi madre, ya que ella una vez me dijo que ningún día es completamente triste o feliz, sino que tú le das ese toque, tú eres quien está feliz o triste. Y ahora me doy cuenta de que tiene razón.
—Aquí esta su orden —la señorita pone frente a mí una taza con un líquido humeante y un enorme pedazo de tarta de chocolate.
—Gracias.
Asiente antes de retirarse.
Acerco la taza a mi rostro y disfruto del aroma del café recién hecho.
Devuelvo el café a la mesa y esta vez cojo mi celular. Busco el número de mi madre en mis contactos. La extraño demasiado, más en un momento como este.
—Hola pequeña —sonrió al escuchar su voz a través del celular —, ¿Qué tal va todo?
—Hola mami —intento sonar tranquila, sin embargo, el nudo en mi garganta me lo impide.
—¿Qué pasa, cariño? — trago saliva al escuchar la preocupación en su voz.
Alejo un poco el celular de mí y respiro profundo. Antes de poder hablar.
—No es nada —carraspeo —, es solo que las lluvias en monterrey están presentes y estoy un poco enferma —jamás le he mentido y me siento mal por eso. Aunque sea una mentira a medias, ya que no estoy enferma, pero ya hay días lluviosos.
—Nora —no por favor, esa voz no, sé que no me cree nada —, conozco a mi pequeña, así que dime que es lo que pasa, ¿Tienes un problema con Marc?, ¿Alguien de su familia te ha hecho algo?
Ay mama, si tu supieras todo lo que me ha sucedido en estos días. No me lo creerías. No creerías todo lo que tu hija ha dejado que le pase.
—No mama, no ha pasado nada —trato de sonar feliz —. Todo con Marc va de maravilla y todos..., todos se han portado muy bien conmigo.
—Nora...
—Mejor platícame de cómo van las cosas por allá —me relajo al intentar cambiar de tema y de haberlo cumplido.
—Todo por aquí va bien...
Escucho atenta, y por momentos feliz, todo lo que mi madre tiene por contarme.
No sé cuánto tiempo he pasado hablando con mi madre. Corrección, escuchándola. Mis pensamientos permanecen a Marc, Brianna y David. Aunque yo no lo quiera así, mi mente viaja hacia donde están ellos y no puedo sacarlos de mi cabeza.
Tanto que apenas y he probado la tarta, el café por otro lado ya lo he terminado. El café es otra de las cosas que amo en esta vida.
—Ya te extrañamos, mi pequeña.
Suspiro.
—Yo a ustedes. Ya falta poco para vernos.
Despego el móvil de mi oído y reviso la pantalla para ver si se ha cortado o no. Ya que ella se ha quedado en silencio.
—¿Mama? —la llamo ante su repentino silencio.
—No sé lo que esté pasando Nora —habla por fin —, ni que tan complicado sea. Pero lo que si tengo claro es que a ti te pasa algo. A mí no me engañas.
—No, no pasa nada mama...
—No soy quién para juzgarte ni para juzgar tus motivos para no decirme...
Me da vergüenza contarte que tu hija es una..., una mierda.
—Todos cometemos errores en esta vida Nora —suspiro evitando llorar —, nadie es perfecto. Nadie es un maestro en esto llamado vida. Todos vamos a caer alguna vez, pero, ¿sabes que es lo importante de esto?
No respondo nada, así que ella prosigue:
—Lo importante es seguir, es levantarte. Es no dejarte vencer.
—Gracias mami, pero estoy bien, no te preo...
—Nada está bien, Nora —me interrumpe —, no me vengas con eso que las dos sabemos que no es así. Llevo hablando más de una hora yo sola esperando alguna pregunta de tu parte y no recibo nada. Conozco a mi hija y se lo curiosa que es. Te he contado más de un tema de los cuales esperaba un interrogatorio y nada.
—Perdón, mamá.
—No te preocupes. Solo piensa en lo que te he dicho. Todo va a estar bien, ya verás. Solo se egoísta con tu felicidad. Trata de estar bien contigo misma para estar bien con los demás.
—Lo hare, ya verás.
—No soy buena dando consejos, pero lo único que no quiero es ver a mi hija triste.
Me dice unas cuantas cosas más y después nos despedimos.
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Editado: 04.07.2023