Amargura

Encerrados (Capítulo 1)

En la habitación principal de la casa, la pareja de esposos dormían. La esposa de Narel despertó perturbada por el grito repentino de su marido. 

– ¡Despierta cariño! ¡Solo es una pesadilla!. Susurro algo angustiada. 

 

El soñaba un evento que vivió de niño en el colegio con uno de sus hermanos, en este caso, él más pequeño. 

Su hermano fue acorralado por otros y lo golpearon. Narel al darse cuenta que golpeaban a su hermano corrió hasta ellos y los enfrentó, pero no fue suficiente porque esos niños le cayeron como manada de perros  y golpearon a los dos...

Su padre al ver llegar a su hijo pequeño golpeado y a Narel de la misma manera se enfadó y le gritó. 

– ¡Eres el hermano mayor, debes proteger a tus hermanos!, ¿¡Cómo dejaste que golpearan así a Devrain?!. Gritó lleno de ira dándole una bofetada. 

El fuerte golpe hizo que Narel sangrara por la oreja izquierda, razón por la que perdió la audición de ese oído... 

Su esposa le susurraba desesperada dónde tenía el auricular. 

– Narel, Narel despierta. 

Narel abrió los ojos sobresaltado 

– Estoy bien. Le dijo agitado 

Ella sonrió y acaricio su rostro 

– Estoy aquí cariño. Habló dulcemente.

Narel miró la hora en el reloj que estaba en la mesita de noche y se levantó derrepente tomando por sorpresa a su esposa. 

– Se me quitó el sueño. 

Su esposa abrió los ojos sorprendida 

– ¡Son las 4 de la mañana Narel! 

– ¿¡Y qué!?, Saldré a caminar, ¿¡Tienes algún problema con eso Giulia!?, Dijo molesto

Ella negó sonriendo 

– Está bien, ve tranquilo. Dijo 

Narel se vistió deportivo y salió de su casa, después de caminar unas calles empezó a correr... 

Giulia se cubrió con la cobija y lloro desconsolada, la mayoría de las mañanas eran de esta misma manera. 

Sus pesadillas eran un problema ya que eran constantes y revivían todo su pasado. Niño, adolescente y adulto. 

Todo en Narel era un problema para Giulia ya que tenía que lidiar con sus traumas. Se sentía cansada, agotada, perdida, sin fuerzas de querer seguir manteniendo una relación que no veía que tuviera un avance de solución. Todo era problemas discusión y golpes. 

Su esposo era violento, tenía problemas de ira, no tenía control y todo lo arreglaba con golpes y no media sus palabras, eran hirientes. 

De miles manera intento buscar ayuda, personas que supieran de estos problemas y le aconsejaran pero era necesaria la presencia de él y Narel no estaba dispuesto a sentarse hablar de sus problemas con nadien. 

A las 7 de la mañana Giulia atendía a sus hijas para ir a la escuela, su móvil sonó y atendió la llamada. 

– Buenos días hermana. 

– ¿Cómo estás?. Dijo la voz en la otra línea. 

Le dió besos a su hijas para despedirlas 

– Estoy bien, no pude dormir. Abrió la puerta y vio el bus de la escuela – Narel tuvo pesadilla nuevamente

– Pero vez con la terapeuta o la spicóloga, le aconsejó su hermana

Giulia cerro la puerta 

– No sé si estás citas estén ayudándome en algo, lo que si sé es que ya me estoy cansando de estar viviendo este estilo de vida. ¡Todas mis amigas suben fotos con sus parejas en viajes, salidas! ¿Y yo?. Yo me estoy muriendo en vida Gisselle, ya no tengo energías para seguir un día más, Narel todo me lo pone difícil.

– Entonces toma una decisión determinada Giulia. Le dijo en un tono de voz fuerte – No creo que sea dolorosa porque vives un dolor a diario, pídele el divorcio. Le aconsejó su hermana 

Giulia guardo silencio... 

– Tengo días pensando en eso. Respondió 

– No te preocupes, prepararé hoy mismo los documentos para que él los firme. 

– ¿Cobrarás tus honorarios? 

– El único pago que quiero es que seas feliz con las niñas, soy tu única hermana, nos tenemos la una a la otra. Y por ser tu hermana mayor le debo a mis padres responsabilidad por tí, se los prometí y debo cumplir. Vente cuando puedas, en este momento me pondré en el trabajo de tu divorcio, ¿Estamos? 

– Está bien Gisselle. Agradezco tu apoyo.

Se sentó en el comedor que estaba en la cocina y resopló... 

Vivía atormentada, ya no sentia fuerzas para seguir. Se preguntaba a diario. 

– ¿Que estas haciendo Giulia?. Cubrió su rostro con sus manos. 

Las lagrimas que no podía evitar salían como  gotas de lluvia  no podía contenerlas, sentía que su pecho se abria, se oprimía, un dolor que era diario, abrió la boca para tomar un poco de aire y llenar sus pulmones, quería fuerzas, sí eso queria, ¿pero como las obtendría si ya estaba agotada de tanto luchar y no obtener nada?. Cerró sus ojos y recordó una de las tantas veces que la golpeó. 

La apretó fuerte de las mejillas y así mismo la sacudió. 

– ¡Estoy cansado de tus reclamos estúpidos! ¡No tengo a nadien en mi vida más que a tí, y si así fuera que más diera!. Su aliento era puro alcohol...

Sacudio su cabeza y se levantó del comedor,  miró por la ventana, no había rastro aún de su esposo. Bajo el rostro y exhaló. 

Limpio sus mejillas y camino hacia el lavaplatos. Empezó hacer sus quehaceres domésticos. Está era su rutina diaria. 

Alzó la vista y vio a su vecina y amiga Virginia, está le sonrio. Iba vestida de ejecutiva, trabaja para una empresa. Giulia sonrió al tiempo que se preguntó así misma ¿Que hice por mi vida?. 

Excelente pregunta, y no, ella no hizo nada, tenía un gran futuro, fue una de las mejores estudiantes y con las mejores calificaciones, dejo sus estudios universitarios por la mitad, pues salió embarazada de su hija mayor. 

Pensó que al dar a luz a su bebé su esposo la apoyaría para que terminara su carrera y se encontró con que este no estaba dispuesto a dejarla seguir con su vida. Para él, ella pondría los ojos en uno de sus compañeros y le sería infiel. 

Obvio ella se sintió mal al ver a su amiga, veía en ella a una mujer estudiada y preparada para todo lo que la vida le pusiera en el camino, y ella, una simple ama de casa... 




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