Una hora después, Dafne se estaba colocando uno de sus vestidos, hasta el momento no tenia dudas que todo en su vida estaba mal, ella estaba mal.
Respecto a lo que sentía, muchos sentimientos la invadían, pero el mas pesado de todos ellos, aquel que la hacia sentir tan mal, al punto de hacerse comparar con su hermana. Todos amaban a Maggie, ella era una chica de carácter fuerte, algo que ella no era, a diferencia de Dafne, la melena de la menor era de color castaño, ojos marrones claros que, aunque era un color común, ella hacia la diferencia, de piel morena clara y de estatura mas alta que Dafne. Cualquiera podría caer bajo sus pies con su belleza. Pero Dafne era rubia, de ojos verdes. Era un estereotipo de mujer que, hacia llamar la atención por su belleza, pero entonces, ¿Por qué se sentía inferior a Maggie? ¿La belleza no era suficiente?
La respuesta siempre estuvo allí, en su reflejo. Sus huesos eran notorios, podía describir sus pequeños pechos como dos pequeños limones, su estatura se podía comparar como los pitufos. Dafne no tenia labios carnosos, ni un cutis perfecto como Maggie. Pero eso no la hacía sentir menos hermosa hasta el momento, hasta que paro a compararse por primera vez con Maggie, pero si algo que la rubia no sabía, era que todo en ella era perfecto por palabras de un árabe, un hombre que había estado obsesionado con ella desde que la vio por primera vez, un hombre que podía hacer todo lo posible por tenerla y perderla. Pero Dafne no lo veía ni lo sabía, su obsesión por un hombre que no se fijaba en ella, era tan mayor que no podía ver que detrás de ella, una sombra que podía convertirse peligrosa si lo quería, la seguía.
¿Qué más podía hacer una mujer enamorada? Se cuestionó, cada vez que veía a Wilson, deseaba estar con el como pareja y no como su mejor amiga. Debería alejarse, pero aquello no servía, aunque estuviera lejos, el siempre estaría en sus pensamientos permanentemente.
Tomó la foto que tenia de ambos y la rompió en miles de pedazos. Debía pensar en solo ella, no era de egoísta sentir amor propio.
—Relájate Dafne —murmuró, golpeándose con suavidad su mejilla.
Decidida, tomo una de sus maletas y comenzó a empacadas todas sus prendas y cosas de valores. Su rostro se sonrojo al ver aquella cosa tan intimida, su cuchilla. Había sido tan ilusa en pensar que no rasurarse podía detener a su esposo a completar el matrimonio. A pesar de la situación, comenzó a reír con gracia al imaginarse a Keren detenerse al ver lo poco higiénico que se veía con algo de vellos en su parte intima. Pero eso nunca sucedió.
De igual manera la tomo, ella sabia que no necesitaba tener intimidad con un hombre para rasurarse. Era parte de la higiene personal, se dijo.
Tomo ambas maletas y con esfuerzo las bajo por las escaleras. Podía ser independiente, se animo una y otra vez, con cada paso que daba hacia la salida—no recordaba haber tenido tantas cosas como para que sus maletas pesaran.
—¿Dafne? —pregunto extrañada, Maggie.
Dafne dio media vuelta y la observo con indiferencia, no podía odiarla; era su hermana menor, pero tampoco podía hacer como si nada hubiera pasado.
—¿Qué sucede, Maggie?
—¿A dónde vas? No tienes marido, ni ahora dinero. ¿Dónde iras? —indago, acercándose a ella y viendo el pequeño maletín que, hasta ahora, entendía que lo tenía desde que había llegado—. ¿Qué llevas allí, Dafne? —señalo el maletín.
Dafne siguió su mirada y inconscientemente lo escondió detrás de ella. Maggie enarco una ceja al ver el acto que hizo su hermana.
—Nada—mintió.
—¿Y porque lo cuidas con tanto recelo? —Volvió a preguntar, acercándose a ella, al momento que Dafne volvía a tomar sus maletas y caminaba hasta la puerta principal.
—No te incumbe, pero si quieres saber algo; No te culpo, puedo entenderte cuando me dices que sientes atracción por Wilson. Eres mi hermana, y no puedo pelear contigo por un hombre, Maggie.
Maggie la miró en silencio, y sin pedírselo, tomo una de las maletas y la ayudo a salir de la casa.
—¿No nos olvidaras verdad? —preguntó en un hilo de voz.
—No lo hare, pero espero que tu seas quien cuides de Noah y Eliana, ellas aun son pequeñas y necesitan atención.
—No te preoc…
—¿Dafne? ¡Dafne! —Exclamó una voz masculina detrás de ella, su frágil cuerpo se tenso ante aquella ronca voz. El rostro de Maggie palideció al verlo allí.
Wilson estaba detrás de Dafne, con una sonrisa mientras miraba el rubio cabello de su amiga y a la vez a Maggie. Dafne se sentía desolada al escuchar su voz, no estaba preparada para verlo, pero no podía hacer nada, cuando su corazón ya estaba bombeando con fuerza y sus manos temblando. Solo era su voz, se dijo, una voz que erizaba su piel, entonces no podía imaginar cuando lo viera.
Mientras que Maggie, su rostro solo estaba pálido. No contaba con ver a Wilson, si hubiera sabido, hubiera entretenido a Dafne hasta que el saliera y no ocasionar el encuentro entre ambos. Al fin y al cabo, después de todo, ella había hecho negocios con Keren y no podía perder ochocientos mil dólares por un pequeño error de cálculos.
—¿Keren? ¿Qué haces aquí? —pregunto Maggie, dejándolo pasar. Keren, con su inigualable traje hecho a medida y porte elegante. Miró todo a su alrededor hasta posar sus ojos en ella.
—Disculpa la hora, Dafne no sabe que estoy aquí y espero que no lo haga.
Maggie lo observo con extrañes y asintió.
—Dime que sucede.
—Se que Dafne vendrá aquí, y tu impedirás que ella este con Wilson. —demando con autoridad. Maggie no sabía si reír o llorar, no podía impedir aquello, Dafne amaba a Wilson.
—No lo hare, ella ama a Wilson, además ¿Por qué hacerlo? Es tu esposa, suprime sus sentimientos por ti.
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Editado: 15.02.2022