IAN
"Hola Dalia" Saludo a la pequeña jovencita cuando termina de bajar las escaleras. "¿La ropa te queda bien?" Pregunto, tratando de hacerla que hable.
Una rápida vista a su ropa, y luego un asentimiento me indica que si, en efecto. Al fin lograba obtener algo bueno de aquella situación donde el pantalón preferido de Sean se quedó más tiempo en la secadora y se encogió a tallas extraordinariamente chicas, al menos le queda a Dalia.
Una pequeña victoria.
"Ven para acá bonita." La incito a acercarse. "Hablaremos de unas cosas antes de cenar"
DALIA
"Sean te revisará" El señor Ian dice.
No puedo evitar sentirme sorprendida… yo… ¿Cómo que me revisara? Siento las fracciones de mi cara tensas ante sus palabras. No quiero. No quiero que me toquen. Yo… yo no quiero que me toquen.
"¿Recuerdas que te mencione que es médico?" Pregunta. Levemente asintiendo con la cabeza tratando de procesar todo lo que está sucediendo. Sí, él en el carro habló sobre eso.
"Bien" indica "Necesitamos estar seguros de que… te encuentres bien" fórmula en un tono de voz moderado, un tanto bajo. "Sean, solo comprobará tus signos vitales, temperatura, presión arterial y escuchará tus pulmones" Balbucea. "Debemos estar seguros de que no necesitas ayuda de urgencia. Al menos eso nos dejará tranquilos por hoy." Vocifera "¿Estás bien con eso Dalia?" Su pregunta me toma por sorpresa.
No puedo evitar estremecerme. Tal vez si no accedo ellos no me dejarán dormir en este lugar, se darán cuenta de que no valgo la pena, que no acato órdenes y me pedirán salir de su propiedad.
El terror de volver a las calles donde estoy completamente expuesta a que maestro me encuentre es mucho mayor al que siento por el hecho de que el señor Sean me revise. Él… él es un desconocido, igual que Ian… el señor Ian. A él lo conozco hace un poco más que al señor Sean, aún siguen siendo desconocidos… pero no es un completo desconocido, trato de justificarme. Yo sí soy una desconocida para ellos.
Cuando menos lo espero me encuentro asintiendo nuevamente, accediendo a lo dicho por el señor Ian, pero eso no quita que me sienta intranquila, mi corazón golpetea contra mi pecho.
Cruzo los dedos para no tener que exponer mi piel, no quiero que vean las marcas que vivir en el mismo techo que maestro me han generado en la piel, no quiero que vean las marcas que no se fueron con el agua y jabón, y que de cierto modo sé que no se van a ir, aunque anhelo que sí.
Espero a que el señor Sean termine lo más pronto posible.
SEAN
"Bien, Dalia. Te voy a explicar" Voy hablando mientras saco un estetoscopio negro "Esto de aquí se llama estetoscopio" señaló el artefacto. "Funciona para que se pueda escuchar los latidos del corazón" Trato de que mi explicación sea lo más sencilla y entendible para ella. Desde aquí a unos centímetros de donde se encuentra sentada puedo notar un ligero temblor. No quiero asustarla.
Esto no es la base, esto no es la base, estamos en casa y tengo todo el tiempo del mundo. Repito una y otra vez. No quiero ser tosco y que por esa razón tenga miedo de mí. "Pondré esta parte justo aquí" Tomo la campana y la posicionó en mi propio pecho. "Tal vez la mueva un poco a los costados. ¿Está bien?" Procuro seguir el consejo de Ian, siempre preguntar, que sepa que nada es obligatorio, que ella tiene el control de la situación. Si o si tenía que revisarla, pero asustándola no lograría nada, así que opté por permanecer lo más sereno posible.
Otro leve asentimiento me indica que definitivamente está bien con lo que le he dicho. Sosteniendo con mi dedo índice la campana del estetoscopio me estiro para llegar al pecho de Dalia, latidos sanos son los que comienzo a escuchar, procurando que el único contacto que tenga con ella sea mediante el estetoscopio, trato de no tocarla con mis manos. Su corazón está acelerado, pero dado a la situación en la que está es completamente comprensible. No escucho ningún sonido extraño que indique una patología severa, así que al menos puedo respirar con normalidad.
Soy consiente que el suéter que tengo puesto se desliza un poco a la derecha por mi actual posición. Dejando expuesta una pequeña parte de mi cicatriz hecha por metrallas, continuó con mi labor, deteniendo fijamente mi vista en ella, procuro no cohibirme por la sensación de su mirada sobre mi piel magullada.
Dalia tiene curiosidad. Conozco ese brillo en los ojos y por la dirección en la que observa estoy consciente que está viendo la cicatriz o parte de ella. Está bien—. Me digo a mí mismo.
"Ahora, necesito que te voltees un poco. Voy a hacer lo mismo, pero en tu espalda" pido. Ella lentamente se mueve un poco. "Necesito que bajes un poco tu manta, cariño" Ella lo hace sorprendentemente rápido.
"Respira profundo, por favor" pido. "Ahora vótalo" Verificando que todo este normal, doy luz verde con respecto a sus pulmones, me alejo.
"Lo has hecho muy bien, Dalia" Ian mantiene su voz calmada mientras habla. Como si de un pequeño potro recién nacido se tratase.
"Ahora revisaré tu presión arterial con este dispositivo." Señaló el nuevo dispositivo en mis manos "Se llama tensiómetro, funciona apretando esta bolita de aquí" señaló la pequeña válvula "Y esta parte de aquí, se va llenando de aire, vas a sentir que aprieta un poco, pero te prometo que no te hará daño." Explico. "Dejaré la campana del estetoscopio contra tu piel, así podré saber cómo está tu presión arterial ¿Sí?" Un asentimiento más me indica que me ha otorgado permiso para acercarme con el tensiómetro.
Elevando un poco la manga de la camisa que lleva, logro el primero de mis objetivos. Sus antebrazos están limpios, lo que me hace saber que no se droga, al menos no se inyecta estupefacientes.
En medio de la prueba se tensa, lo que ocasiona que sus resultados salgan un tanto alterados, a pesar de eso todo luce bien.