Dylan.
¿Qué hubiera pasado si todo en N.Y hubiera sucedido de manera diferente?
Esa es la pregunta que no soy capaz de hacerme nunca a mi mismo. Aquella que escondo en el interior de mi ser, a la que no le permito salir. Algunas veces por la noche sueño con ella, recordando N.Y. Me la imagino en frente de mí, esa tarde en el Central Park. Yo besándole pidiéndole que no se aleje nunca, ella aceptando y quedándose junto a mí. Pero como verán, eso no fue así.
Flashback.
—Me voy a N.Y—Digo feliz a mi grupo de apoyo.
Sí. Fue totalmente necesario. Entre las quimioterapias, los malestares y la situación en mi casa me comencé a hundir en una depresión. Pude darme cuenta cuando poco a poco mis ganas de pintar se comenzaron a esfumar también. Zach, un chico de apenas 15 años con cáncer de garganta subió sus manos y me puso los pulgares arriba en señal de buena suerte. Desgraciadamente, debido a la enfermedad estaba perdiendo la voz.
—Que gran noticia, Dylan.—Me dice en voz alta el jefe de grupo, Victor.—¿A qué se debe esa situación?
—¿Estás dejando el tratamiento?—le interrumpe Molly, una chica de 20 años que también está sentada en el círculo.
—No, claro que no.—Le tranquilizo y puedo ver como su mirada se aligera. —Voy a intentar exponer mis cuadros en una galería de artes. —Algunos chicos susurran y otros me animan pero el que vuelve a retomar la palabra es Victor.
—Eso es muy interesante e importante, Dylan.—Me sonríe y miro a mis lados. Soy muy afortunado de poder hacerlo. Zach no puede hablar, Molly cada día está peor, perdimos a Jacob hace unas semanas. Los grupos de apoyo pueden ser un arma de doble filo sino sabes interpretar bien las palabras del jefe de grupo.
—¿Cuánto tiempo piensas ir?—Me pregunta Molly, que deja el pequeño libro de sus manos en sus piernas para prestarme atención.
—No lo sé. —Admito.— El tiempo que sea necesario para poder lograr mi objetivo.
—Recuerda que tienes otro objetivo.—Dice ella enarcando una ceja.
—Eso es cierto, Dylan.—Señala Victor a Molly. —Lo que dijo ella es verdad pero Molly.—Llama su atención.—Recuerda que la enfermedad no debe hacernos esclavos de ella, nunca.
—¿Ah sí?—Responde ella frunciendo el ceño.—¿Y qué hay de Zach?—El nombrado dirige su mirada a Molly.—No puede hablar por causa del cáncer.—Le recuerda y veo como el pequeño niño pone sus manos sobre su barriga incómodo.—O Jacob.—Continúa.—Sufrió hasta el último minuto.—Victor intenta calmarla pero la chica de gorra no para de hablar. —Agatha perdió la pierna. Y tú.—Se levanta de la silla hecha furia.—No crees que te salvarás de lo mismo yendo a N.Y a cumplir tus sueños.
¿Agatha perdió su pierna? Un nudo se hace en mi garganta y bajo la mirada a mi rodilla derecha. Paso mis manos temblorosas y sudorosas por ella como si fuera a perderla. No, yo sé que a mí no me pasará lo mismo.
—Molly. —Interrumpe Victor por fin.—Todo lo que has dicho es bastante hiriente. ¿No crees que debes disculparte?—Le pregunta mientras que ella vuelve a sentarse encogiéndose de hombros y cruzándose de brazos. Pasan unos cuántos segundos y todos oímos unos sollozos.
—¿Qué sucede, Molly?—Le vuelve a decir Victor dándole un paño para que seque sus lágrimas. —Hoy estás distinta al resto de los días.
—¡Es porque todos vamos a morir!—Dice desesperada llorando.—¡Esto es una verdadera basura! ¡Yo estaba mejorando y de repente me dicen que empeoré y que ya no tienen un tratamiento que sea efectivo conmigo!—Ahora comprendo el por qué de su actitud.
Etapa terminal. No puede hacerse nada. Solo esperar a morir. Es ahí a donde todos los del grupo de apoyo tenemos miedo de llegar. Aunque pensándolo mejor, no tenemos tanto miedo de llegar ahí como ese pensamiento recurrente de que ya hayamos llegado sin saberlo y nos vayamos de este mundo pensando que estábamos bien. Eso es lo más difícil. Justo lo que le sucedió a Jacob y lo que Molly tanto teme.
Al llegar a mi casa me encuentro a mi madre.—¿Cómo te fue en el grupo, querido?—Me pregunta. No soy capaz de responderle y subo a mi ático, el único lugar seguro.
—¿Qué haces aquí?—Melissa se sobresalta con mi llegada. La veo tocando uno de los cuadros que tengo hechos y la alejo rápidamente.—¡Cuidado!—Alzo la voz.
—¿Qué te pasa? no te tienes que poner así, bobo.—Me responde mientras come su chupeta.
—No entres a mi habitación.—Le reprocho. Ella me mira por unos segundos y luego al cuadro que estaba tocando.
—Este es el ático de la casa.—Responde con indiferencia.—Y tú habitación. —Se sienta junto a mí mientras revisa su teléfono.
—¿Qué quieres?—Digo obstinado cuando ha pasado demasiado tiempo junto a mí.
—Eres mi hermano mayor, que tiene cáncer.—Recalca y volteo los ojos.—Quiero pasar tiempo calidad hermano. —La jalo por el brazo obligándola a salir.
—Lárgate.—Una vez que le cierro la puerta en la cara me aseguro de que no le haya hecho nada al cuadro. Ellos son mi única forma de pago de todo el tratamiento que necesito, por eso los atesoro como nada.
Abro mi laptop para revisar mi correo electrónico y me encuentro con el mensaje que tanto estaba esperando.
"Estimado Señor Wilson es muy agradable para nosotros informarle que la 3 obras que ha mandado han sido aceptadas exitosamente para formar parte de nuestra galería de arte..."
Mi corazón late a mil por hora mientras leo el mensaje. ¡No puedo creer que lo logré! ¡Me van a pagar y puedo conseguir quién los desee comprar!
" ...Han estado expuestas solo por una semana y hay varios interesados en su compra.