Alisson.
Día de navegación I parte 3.
Esa tarde en el Central Park perdí otra parte de mí. Intenté convencerme de que lo que me había dicho Dylan era mentira, que estaba siendo un estúpido orgulloso al que le costaba admitir sus sentimientos. Lloré viéndole partir, pensando que más nunca le vería. Recordando sus besos impregnados en cada parte de mi cuerpo, rememorando como pintó un hermoso amanecer en mi espalda, uno tan hermoso como la manera en que él me veía a mí, queriendo que todo fuera mentira, deseando que al abrir los ojos él volviera. Me hizo el amor, quería que me lo hiciera siempre.
Mientras caminaba hacia él viéndolo sentado en la banca recibió una llamada de teléfono, su expresión se volvió fría. Nunca pude averiguar qué lo puso así. Dijo cosas muy hirientes que recordé durante un par de meses pero que no me creí. No estaba dispuesta a arrojarme al precipicio de nuevo, no por él ni por nadie. Regresé a casa, sola de nuevo pero para mi sorpresa ahí estaba Ezrael.
—¿Quién era ese tipo con el que estabas?—Preguntó y yo me paralicé al verlo en mi cocina, tomando un pco de té.
—Vete de aquí.—Elevé la voz y corrí rápido hacia la puerta, pero él me alcanzó y la cerró tras de él. Intenté agarrar mi celular para llamar a la policía pero me lo arrebató.
—Te amo, Alisson, discúlpame por favor.—Me dijo Ezrael antes de darme un fuerte golpe en la cabeza. Todo a mi alrededor se puso negro y yo quedé inconsciente.
Desperté una semana después en el hospital, de milagro. Caí en un coma del que los médicos no tenían mucha esperanza de que me liberara, pero lo logré. Mi padre fue lo primero que vi, preocupado y llorando de la emoción de ver que logré despertar, salvarme.
—Hija mía... dios, por favor recupérate.
Todas las noches que estuve en el hospital pensé en Dylan. Se volvió el centro de mis pensamientos. Una parte de mí tuvo la esperanza de que me fuera a visitar, de que se enterara, de que volviera. Lo único que no supe hasta mucho tiempo después, justo aquí, en este viaje de 7 días, es que mientras yo estaba recuperándome a Dylan le estaban amputado una pierna. Por eso se fue y me dejó.
Recibí mucha terapia, grupos de apoyo, cariño del resto de mi familia y amigos. Contraté un guardaespaldas al enterarme de que Ezrael había logrado salir libre. Los primeros meses tuve mucho miedo, nunca me sentí del todo segura pero al volverlo a ver en este crucero... todo el miedo se fue. ¿Cómo lo logré perdonar? Tenía que hacerlo, más no olvidar lo que sucedió. Son cosas distintas. Sino lo hacía, me iba a consumir, nada quedaría de Alisson Rockfeller.
No volví a saber nada de Dylan pero me encargué de que sus cuadros estuvieran expuestos. Hablé con muchas personas, contactos pero al final me interesé personalmente de todas sus ventas... sin que él lo supiera, por supuesto. Sabía que Dylan necesitaba ese dinero, no exactamente para qué pero lo podía ver en sus ojos. Si esa era la única manera de que su vida fuera un poco más sencilla lo haría, no lo dudé, siempre supe valorar obras de primera calidad. No me importó amar todas sus obras a pesar de cómo me trató esa tarde en el Central Park. ArtWalk tuvo muchos ingresos con sus magníficas obras, vendiendo toda su colección por un valor de 70 mil dólares, compradas por mí. Algunos cuadros los coloqué en mi casa de Florida, otros en mi departamento de N.Y, unas pocas en los establecimientos de mi fundación y a otras les elevé su público, mandándolas a más prestigiosas exhibiciones de arte y demás. En los últimos meses, aunque no hablara con él, supe que su fama creció notablemente y me hizo muy feliz saber que yo se lo permití. En algún momento, adecuado, se lo diría para que viera cómo marcó mi vida. Lo que nunca me llegué a enterar fue de su amputación hasta este viaje.
—Está bien.—Me responde Dylan sujetando mi mano. —Hablaremos de lo sucedido en N.Y pero después de comer.—Yo asiento feliz y caminamos hasta la mesa donde están nuestros amigos.
Puedo ver la incomodidad de Melissa por mi cercanía con Dylan y Alonso... él no dice nada.
—¡Ya era hora de que llegaran!—Nos dice Alessia sentada junto a Alex.—Estábamos esperando a Dylan para desayunar.—Hace una pausa.—¿Comerás con nosotros?—Me pregunta.
—Sí. Ya he hablado con mi padre.
—Genial. Vamos al buffet. —Alessia se para de manera brusca soltando a Alex y me jala de la mano unos metros más allá.
Caminamos en silencio pero su mirada penetrante me dice que quiere respuestas. Veo de reojo hacia la mesa donde hemos dejado a los demás pero nos han seguido, solo que con algo de distancia. Todos vamos a servirnos. Agarro un plato de entre muchos y los olores del perfecto desayuno desatan mi hambre.
—Yo quiero algo de frutas.—Le digo a Alessia quién está agarrando arepas, empanaditas, carne mechada, caraotas, jamón, queso. ¡Se va a comer todo el buffet ella sola!
Río al ver como está desaforada y me volteo para ver a Alex riendo. La ve con ojos de cariño pero presiento que no todo irá bien entre ellos dos.—¿Me vas a decir que demonios sucede entre Dylan y tu?—Me susurra Alessia en la fila para agarrar fruta.
—No sucede nada.—Digo sin importancia.
—No me mientas. Desde esta mañana han estado raros. —Ella agarra un poco de piña y yo manzana.—¿Te gusta? Pensé que lo odiabas.
—Hay cosas que nunca te dije Alessia. —Ella con sus dos platos en la mano se voltea a verme.
—¿Qué cosas exactamente, Alisson?—Enarca una ceja y menea sus caderas de un lado a otro.— ¡Estoy esperando una respuesta!
Le hago una mirada con los ojos de que vayamos a la mesa para contárselo ya que el resto del grupo sigue en cola. Caminamos unos metros y vuelve a preguntar.—¡Dímelo todo!
—Dylan y yo nos vimos hace un tiempo en Nueva York.