Ella no quiere enamorarse.

Amelia, de 40 años, es exitosa y muy independiente. Se siente contenta con la vida que tiene y no quiere involucrar a nadie más en ella. Está enfocada en su carrera y le disfruta pasar tiempo sola o con los pocos amigos que tiene.

En un evento de trabajo, conoce a Lucas, un joven arquitecto que ha sido contratado por la compañía en la que ella trabaja. Cuando se conocen, inmediatamente, él se sorprende de la seguridad y fuerte personalidad de Amelia. Algunos días después, tienen una cita en un informal café. Es una tranquila tarde de primavera. Hablan durante horas en el café y luego camino al apartamento de ella. Varias citas más tarde, Lucas se siente encantado con ella. Comienza a desarrollar sentimientos hacia Amelia, mientras ella, en cambio, no advierte mayor interés ni se conmueve por los sentimientos que ha despertado en él.

Con el tiempo, continúa relacionándose románticamente con Lucas, no obstante, le deja en claro que no está interesada en mantener una relación romántica de manera formal, ni con él ni con nadie. Aunque Lucas es persistente, ella se mantiene firme en la decisión de no dejarlo entrar en su corazón y continúa enfocándose en sí misma y en sus metas profesionales.

Ambos permanecen juntos durante algunas semanas y ya el joven arquitecto de 30 años se ha enamorado perdidamente de ella. Está seguro de que sus sentimientos son correspondidos y que ambos son muy felices juntos.

Lucas sigue tratando de impresionar a Amelia con grandes gestos, sin embargo, cree que nunca obtendrá el afecto que desea de parte de ella. Se repite a sí mismo que debería dejar de intentarlo y seguir con su vida sin ella, pero se deja llevar por lo que siente y sigue a su lado.

Desafortunadamente, en un desafortunado día, Lucas confirma lo que siempre ha sospechado: que Amelia no siente lo mismo por él. Sabe que si se queda con Amelia, solo se estará preparando para la inminente separación entre ambos, por lo que decide retirarse dignamente de la relación.

Amelia está sorprendida y dolorida por su repentina partida, más sabía que eso es lo mejor.

Ella le desea lo mejor cuando Lucas se va para descubrir su vida sin ella.

Al estar un tiempo lejos sin verse, Lucas se da cuenta de cuánto la extraña y cuánto desea volver a estar a su lado. Pero Lucas se ha hecho una promesa a sí mismo que es mantenerse alejado de ella por su propio bienestar.

Amelia y Lucas trabajaban para la misma compañía, pero debido al tamaño del edificio donde se encuentran sus oficinas, rara vez interactúan. Cuando se ven en los pasillos o en los ascensores, es evidente que aún existe una fuerte atracción y mutuo deseo entre ambos.

Semanas después de la ruptura, a Amelia le ofrecen un atractivo ascenso para su carrera, pero el puesto está disponible en otra ciudad. Ella es soltera y no tiene vínculos importantes con ningún lugar en particular, por lo que decide aceptar la oferta sin dudarlo.

Pronto arma las maletas y se muda al otro extremo del país, decidida a hacer que este nuevo comienzo sea un rotundo éxito.

Al llegar, se adapta rápidamente a su nuevo entorno y comienza a relacionarse con sus nuevos colegas. En el transcurso de su primer día, conoce a un misterioso y guapo hombre llamado Eliot, quien parece ser muy gentil. Empiezan a frecuentarse. A menudo se reúnen para almorzar o tomar café y a medida que la amistad crece entre ambos, Amelia se da cuenta de que le gusta mucho. Sin embargo, y para su pesar, no está segura de si es correspondida, entonces decide guardar silencio sobre sus sentimientos.

Un día, Amelia descubre que Eliot ha estado mintiéndole sobre pequeños detalles de su pasado. Descubre que él es un criminal buscado por la policía de varios países. A pesar de estar atónita por este descubrimiento, su juicio se nubla y cree fervientemente que todo es un malentendido. Contra todo pronóstico, comienza una relación con él.

Eliot y Amelia llevan meses de relación y él siempre fue atento y cariñoso, pero, lastimosamente, él continuó ocultándole algunas verdades a Amelia, como por ejemplo, el detalle de las fechorías que cometió en su pasado.

Un día, estando en su oficina, Eliot es visitado por la policía, quienes lo arrestan y se lo llevan esposado del lugar. Lo sentencian a varios años de prisión. Amelia queda devastada.

Diariamente, visita a Eliot en prisión. Intenta entender por qué Eliot hizo lo que hizo y cómo fue capaz de mentirle de esa forma

Durante una de las visitas a la prisión, Eliot le dice le confiesa que antes de conocerla, él había cometido varios delitos, pero que había comenzado a cambiar su vida, poco antes de conocerla. Le dice que mantuvo su pasado en secreto porque tenía miedo de la reacción que ella pudiese tener y de que lo abandonara si se enteraba de la verdad.

Amelia está profundamente herida y enojada, pero comprende los motivos de Eliot para mantener oculto su pasado. Ella decide quedarse con él a pesar de saber que está con un mentiroso y criminal.

Eliot debe pasar muchos años en prisión, por lo que, finalmente, Amelia comprende que no puede ni quiere postergar su vida para esperar a que Eliot salga de su encierro.

Nunca lo conoció realmente, así que decide abandonarlo.

Semanas después, Amelia descubre que la policía la había estado siguiendo durante el último tiempo y por ello lograron capturar a Eliot. Siente que su relación fue una farsa y su novio nunca fue quien ella pensó.

Amelia se prometió a sí misma, nunca volver a enamorarse de nadie.

Un par de años más tarde, alguien llama a la puerta de Amelia. Es Lucas, quien viajó toda una noche para volver a verla.

Está tan sorprendida y feliz de verlo. Esa noche hablan durante horas, Como si nunca se hubiesen dejado de ver.

Amelia le pregunta por qué la visita tan repentinamente y después de tanto tiempo. Ella esperaba una respuesta simple, como por ejemplo: "solo quería saber cómo estabas" o "solo estaba de paso". En cambio, Eliot le reveló que fue a pedirle que regrese con él.